Una de las vecinas de Cueva Grande, una de los primeros barrios del municipio de San Mateo que fue evacuado ayer por el incendio declarado en la cumbre de Gran Canaria, ha asegurado que ella y su marido salieron "corriendo con lo puesto" al ver que empezaban a caer cenizas sobre su patio.

"Aquello era un vendaval", explica María Nieves Monzón, que supone que eso fue lo que avivó un fuego que inicialmente no parecía tener mucha importancia, pero que luego se propagó con rapidez, hasta el punto de arrasar 1.000 hectáreas en solo tres horas.

Monzón es una de las afectadas por el incendio que ha pasado la noche en el albergue que han habilitado en San Mateo las autoridades y la Cruz Roja. Ella relata que a mediodía divisó en la loma frente a su casa una humareda a la que no le dio "mucha importancia", porque vieron pasar un helicóptero, aunque aquello continuó.

Esta mujer reconoce que ella y su marido se asustaron al ver que caían cenizas sobre su casa y salieron "con lo puesto", sin ni siquiera coger "una rebeca". "Los nervios no te dan para más".

Como, además, su vivienda está en el fondo del barranco y hay que subir un pequeño camino hasta la carretera, decidieron marcharse, ya que veían pequeñas hogueras que "asustaban por el viento y hacían prever que todo iba a arder con facilidad".

Monzón cuenta que hace unos meses se operó del menisco y que nunca se imaginó que, a pesar de ello, pudiera subir tan deprisa: "¡Lo que hace la necesidad!", exclama, esta vecina, que siempre se sentirá "agradecida al pueblo de San Mateo", por la acogida que les han dispensado sus vecinos, facilitándoles sopa, café o bocadillos.