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Veneguera recupera su actividad agrícola

Lopesan rehabilita los cultivos del barranco con la idea de que albergue un futuro ecoparque

Yerou Lobo, responsable de la finca de Veneguera. SANTI BLANCO

La puerta de entrada a la finca de Veneguera nos sumerge, en solo 10 minutos, en un viaje en el tiempo. Del bullicio de la sociedad agitada del siglo XXI a la paz y el silencio de un barranco que bien podría considerarse anclado en el XIX. Del imperio del cemento al reino de una agricultura en proceso de recuperación después de más de 50 años de abandono del sector primario en la zona.

El Teide vigila la avenida que lleva su nombre, flanqueada por 60 árboles tropicales como la carambola, el mamey o el canistel, y que nos guía hacia lo más profundo del valle de Veneguera, un paraje de ensueño para los amantes de la libertad y donde el verde vuelve a brotar tras medio siglo de olvido. Hasta entonces, 3.000 trabajadores laboraban en este lugar [hoy solo 45], pero la emergente industria del turismo, acompañada por la fiebre del ladrillo, provocó un éxodo masivo hacia la costa para construir un sector en pleno desarrollo. La agricultura en Veneguera dejó de existir.

Salvar Veneguera fue el lema que hace tres décadas unió a la sociedad grancanaria en defensa de una zona de gran valor medioambiental frente al todopoderoso crecimiento urbanístico que experimentaba la Isla. Ahora, más que salvar, el Grupo Lopesan la quiere recuperar. Hace tres años que esta empresa apostó por adquirir los terrenos para iniciar un ambicioso proyecto de rehabilitación de los campos antaño cultivados, y que está teniendo notables resultados. "Cuando llegamos había 40 hectáreas en explotación, ahora hay 60 y esperamos llegar hasta las 120", explica Yerou Lobo, responsable de la finca. "Le damos un sentido a una zona que tiene el mayor potencial agrícola de Gran Canaria y en la que plantamos especies que no se dan en ninguna otra zona de las Islas".

Desde 2014, además de sembrar frutas y verduras, los trabajos se han centrado en reconstruir los muros para delimitar los cultivos, así como en la adaptación de las plantaciones para facilitar la labor a los agricultores. En la cuenca, una extensión de plataneras dan vida a un barranco que vuelve a ser lo que fue: el epicentro de la agricultura de Gran Canaria; mientras que en las laderas del valle se suceden hileras de árboles frutales como el mango, el olivo o el aguacate.

Pero los trabajos de Lopesan en Veneguera no pasan solo por recuperar los cultivos perdidos, sino también por introducir variedades que hasta ahora no se plantaban en el Archipiélago, como la sandía. E incluso por incorporar especies que no se cultivan en ningún lugar de Europa porque la climatología no lo permite, como atemoyas, lichis o longan [de origen chino], transformándose en un auténtico laboratorio natural. "¿Por qué tenemos que depender de que nos traigan estos productos del exterior?", se pregunta Lobo.

La rehabilitación completa de los cultivos está prevista para los próximos tres o cuatro años. Y aunque los trabajos están muy avanzados, hay un obstáculo importante: la sequía. "Nuestra mayor amenaza es la falta de agua", explica el responsable de la finca, "queremos llevar a Veneguera a valores agrícolas muy elevados", motivo por el cual pide ayuda al Cabildo grancanario.

Lobo afirma que Lopesan valora alternativas para acercar el agua hasta los cultivos, como la colocación de una desaladora y una serie de instalaciones hidráulicas "en las que el Cabildo podría echarnos una mano", como es la configuración de la depuradora de Veneguera para obtener agua apta para el riego. "Aunque hay voluntad política", afirma Lobo, "la Administración y la empresa privada vamos a ritmos distintos". Y es que la cadena hotelera ha asumido riesgos sin la certeza de que obtenga beneficios de vuelta. "La apuesta que hacemos es para acusarnos de locos", reconoce el responsable.

El objetivo de Lopesan es que la finca se convierta en un ecoparque para los turistas que quieran disfrutar de la naturaleza y conocer qué productos ofrece esta tierra. "Para que Veneguera triunfe, debemos combinar agricultura y ecoturismo", sostiene Lobo. Y atractivos no le faltan ya que este paraje alberga un yacimiento arqueológico prehispánico aún sin excavar. Pero todo eso tendrá que esperar; mientras tanto Veneguera camina y vuelve a echar raíces.

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