Hasta ahora, su experiencia más cercana a una exposición había sido la de colgar sus cuadros a modo de decoración en las paredes del restaurante de un amigo. Pero toda una vida dedicado a la pintura, y cinco años de forma profesionalizada, le han permitido a Juan Cardoso brillar con luz propia y exponer una muestra de su obra en la Casa Saturninita, en Maspalomas.

De profesión, policía, pero un artista de corazón que navega entre el cubismo y lo abstracto. Evolución está conformada por 31 lienzos pintados en tintas, acrílico y pastel, una silla restaurada y tres esculturas realizadas con restos de materiales tan diversos como la madera, el hierro o el cristal. "Es una herencia de César Manrique, un artista que desarrollaba parte de sus obras con materiales que se encontraba en el camino", explica Cardoso, quien también reconoce su admiración por Picasso, de quien recibe las influencias del movimiento cubista, Dalí o Miró.

La Isla Mágica, Primavera Cubista o Cuatro Espíritus son algunas de las obras que Cardoso ha pintado durante este 2017 y que tiene expuestas hasta el próximo 22 de diciembre. "Tenía vértigo y respeto por la acogida que pudiera tener entre el público", confiesa, "y resulta que todos se han llevado muy buena impresión e incluso pensaban que no eran obras mías". "Los que me conocen también se han sorprendido, porque aunque saben que pinto, no habían visto todo el trabajo", matiza.

Y es que Evolución es sencillamente eso, la evolución de sus obras durante los últimos cinco años, cuando empezó "a utilizar lienzos y pinturas de mejores calidades". Sus obras las desarrolla en un taller natural, al aire libre, del que dispone en su vivienda. "Tengo una terraza, y en ese espacio abierto si quiero pintar, pinto, y si quiero cortar madera, la corto", indica, "todos los artistas necesitamos un estudio para hacer todo tipo de locuras, desde tirar pintura hasta romper cualquier objeto para observar cómo queda; no paro de crear".

No pinta ni esculpe con intención de venderlo, sólo lo hace como aportación al arte. De hecho, ni siquiera pensaba en exponerlas pero "¿qué hago con todo este material?", se pregunta. En sus cuadros da todo de sí mismo, hasta el punto en que "quienes me conocen se dan cuenta de que el día en que pinté esa obra, no estaba todo lo bien que debería". Tampoco suele pintar por encargo, solamente si es un allegado. "Desde su idea, a lo que yo pinto, hay conceptos muy diferentes", explica, "por lo general, todo lo que pinto lo hago para mi".

Este policía local de Santa Brígida residente en San Bartolomé de Tirajana no es solo un hombre de lienzos, también practica mucho deporte. Hace triatlón, surf, carreras de montaña y dedica al arte el tiempo que otros pasan viendo la televisión o leyendo. "Es mi momento de relajación, aunque a veces me atasco y lo dejo para otro momento", apunta.

Como agente se considera "muy estricto", y en el arte "soy mucho más yo, más libre", relata. "Como policía, no a todo el mundo le gusta el trabajo que haces; en cualquier servicio ayudas a una persona, pero para la otra siempre eres el malo", cuenta, "y en la pintura es distinto, no molesto a nadie, porque sería un error pintar para que le guste a otros". Por eso separa ambos mundos; "no sabría cómo pintar mi profesión", revela.

El artista se confiesa nervioso al ser la primera vez que expone. "Estoy muy atento siempre a las caras que pone la gente". Y es para estarlo, porque a Casa Saturninita no paran de entrar turistas interesados por la muestra.. "Aquí no termina nada, habrá más ya que siempre estoy creando", asegura, "porque yo no vivo del arte, solo vivo para dar arte a los demás", concluye.