"Hay que cuidar y proteger nuestro Planeta porque es el único que hay. No existe, en principio, ningún planeta en el que se pueda habitar como en la Tierra. Por tanto, hay que tratarlo como si fuera una nave espacial que no puede recibir de nadie ayuda o recursos, como agua, de nadie". Esta es la principal idea y mensaje que resaltó la ingeniera aeronáutica Mar Vaquero, trabajadora de la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio (NASA), y natural de Maspalomas, en el municipio grancanario de San Bartolomé de Tirajana.

Mar Vaquero impartió dos charlas ante decenas de alumnos, con edades entre 9 y 11 años, así como profesores, en los colegios públicos de Carlos Socas, en Ingenio, y Poeta Tomás Morales, en Carrizal.

La ingeniera grancanaria explicó que ella no construye sondas o robot de la NASA, sino que los pilota, como es el caso del Cassini, que se convirtió en la nave que más cerca a estado del planeta Saturno "después de haber tardado nueve años en llegar hasta él y los trece que estuve junto a él recopilando información".

Vaquero ha estado casi cuatro años a cargo de la misión de esta sonda. Diseñó la trayectoria entre Titán a Encélado y luego de vuelta a Titán. También se encargó de pilotar el último viaje del Cassini: se trataba de estrellarlo el 15 de septiembre de 2017 porque era el final de esta sonda. El suicidio controlado se hizo contra los anillos del planeta para que se convirtiera en una estrella solar, con el fin de que no contaminase.

"Saturno tiene 62 lunas. La mayoría son rocas, como la luna de nuestro planeta. Hay unas que son especiales, como Titán, que es muy parecido a la Tierra, con atmósfera, ríos y montañas. Sin embargo, en esta atmósfera hay metano y etano que no permiten la vida", comentó la ingeniera, y señaló que otro satélite especial es Encélado que "tiene mucha agua congelada, un océano en su interior, pero allí pasaríamos mucho frío".

De las dos lunas no se sabía nada, pero ahora sí, gracias a Cassini, como del planeta Saturno, concluyó Vaquero, que estudió en la sede madrileña de la Universidad de San Luis.

Tras recalcar la necesidad de cuidar nuestro planeta, dio paso a las preguntas. Vaquero puntualizó que todas eran buenas, aunque resaltó aquella respecto al tiempo que se tarda en construir una sonda. "Veinte años porque sale en un cohete y tiene que salir perfecto, ya que no es posible en el espacio error o reparación", respondió.

En cada una de las dos charlas, intervenía antes Álvaro Artiles, del Instituto de las Comunidades Energéticas autosuficientes de Canarias (Iceacan), quien proponía a los niños presentes distintas preguntas para entrar en la temática, como por ejemplo qué era el cambio climático y la contaminación.

Los escolares mostraron mucho interés y respondían a todo. Eso sí, la mayoría hacía referencia a lo que habían visto en películas de ficción o lo que les había comentado sus respectivo padre.

Artiles negó que nos encontremos en un punto sin retorno respecto a la contaminación medioambiental. Es decir, defendió que sí se puede corregir o mejorar la situación en la Tierra. "Hay que hacer un esfuerzo entre todos y contaminar menos", comentó.

Estas dos intervenciones de la ingeniera aeronáutica grancanaria están incluidas en las acciones de concienciación incluidas dentro del Proyecto 50/ 50 y la Diagnosis Energética Municipal, que llevan a cabo las Concejalías de Educación y Plan Estratégico, y la de Servicios Públicos del Ayuntamiento de Ingenio.

La finalidad de este Proyecto 50 / 50 es la reducción de los costes y consumo energético en edificios públicos. Tras un estudio, el CEIP Poeta Tomás Morales, con más de 480 alumnos, es el que mayor gasto tiene en energía. Por ello, en este centro se aplicarán medidas de eficacia energética, y así se ahorrará respecto al consumo eléctrico por parte del alumnado, profesorado y usuarios del colegio.

El Proyecto 50/ 50 ya se experimentó en el municipio de Agüimes. El colegio Nuestra Señora del Rosario logró, tras aplicar distintas medidas como el cambio de luminarias por LED, apagar ordenadores y termos temporizadores, un ahorro anual de unos 2.000 euros. Entonces, el centro destinó la mitad en otras medidas de ahorro y el resto en lo que creyó necesario para el centro.