Seis de la tarde de ayer. Tras 16 horas sin poder salir de casa, Luis Vega, vecino de la Cañada Honda, logró abrir la puerta de su vivienda. Una tormenta anegó de agua, barro y escombros la calle de entrada a su edificio, hasta tal punto que él, su pareja y su suegra quedaron atrapados dentro. Tras una larga espera, un equipo de bomberos de la capital grancanaria logró achicar la balsa de agua que se formó delante de su puerta y retirar parte del fango para poder abrirla. Una operación que se prolongó durante casi cinco horas.

Sobre las dos de la madrugada una tromba de agua mantuvo en vilo a los vecinos de este pequeño barrio de Las Palmas de Gran Canaria. Una lluvia torrencial que provocó pequeñas inundaciones en viviendas de Cañada Honda, Costa Ayala y Casa Ayala. El lodo y las rocas sepultaron carreteras, desplazaron contenedores y dejó impracticables varias vías, como la carretera al Lomo del Rincón.

El agua bajó con virulencia por la calle Barranco de Tauro en aquel instante. En pocos minutos el lodo, piedras, trozos de tuneras y otras plantas se acumularon delante de la puerta de Luis Vega. Por la mañana descubrió que no podía acudir al trabajo, ni su esposa ir a rehabilitación por una balsa de agua embarrada. Además el bajo de su vivienda estaba totalmente inundado, "unos 30 centímetros".

Para cuando llegaron los bomberos, a eso de las cuatro y media de la tarde, calcularon una profundidad de casi 40 centímetros entre agua y fango. A las seis de la tarde, después de hora y media achicando agua, los agentes consiguieron retirar el barro de la puerta. Vega por fín podía salir a la calle. Entonces tocó "arrimar el hombro" con su propio sacho. "Hablé con ellos y estaban sorprendidos, ninguno entendía cómo no le habían dado prioridad a mi problema", apuntó. Los tres siguieron en la faena hasta las nueve de la noche, a la espera del servicio municipal de Limpieza, quien se encargará hoy de retirar el resto del fango de la calle.

Esta no es la primera vez que un torrente de agua inunda la entrada de su casa. Aunque, a diferencia de muchos de sus vecinos, su vivienda no se encuentra exactamente en el cauce de un barranco. Las aguas que bajaron desde el Lomo del Rincón anegaron varios garajes del barrio. "Llevo aquí 50 años y todavía esperamos a que nos hagan una canalización", señaló Luis Medina, otro residente en la zona.

Emergencias de la capital grancanaria contabilizó 26 incidencias por inundación en la ciudad. Las aguas, que cayeron con persistencia en la zona alta de la ciudad desembocaron en la bahía del Confital. El barranco de La Ballena fue uno de los que más agua llevó. Las huellas de la antigua fábrica de La Cícer volvieron a salir a la luz una vez más. La barranquera arrastró basura de todo tipo hasta la playa durante todo el día, dejando un aspecto desolador. "La mayoría de comercios cerramos antes el jueves, no venía nadie", apuntó Alessandro Toniolo, encargado del Naturalis Beach Bar.

El Ayuntamiento también registró una veintena de desprendimientos. El más destacable se produjo por la mañana en Triana, donde los cascotes de un balcón destrozaron un banco de la calle.