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San Bartolomé de Tirajana

El 'majorero de oro' deja el fuego

Vicente Alonso se jubila tras 40 años de servicio como bombero del parque de San Bartolomé de Tirajana l Durante años compatibilizó la lucha canaria y su profesión en el Sur

Vicente Alonso, 'el majorero de oro', tras su último servicio.

Ha sabido combinar como nadie sus dos grandes pasiones en la vida: un deporte autóctono como la lucha canaria y su profesión como bombero en San Bartolomé de Tirajana. Vicente Alonso el Majorero de Oro ha tenido una carrera profesional a caballo entre el deporte y los rescates; dos oficios que supo ganarse con esfuerzo y pasión, el segundo de ellos sin duda más arriesgado. "Para ser un luchador de éxito, primero había que ganarse el puesto cargando el saco de la ropa", recuerda. Aunque mantiene aquella fortaleza de la juventud, hace dos semanas, a los 63 años, colgó su traje de intervención y firmó su jubilación tras cuarenta años de servicio en el parque de bomberos de Maspalomas.

Y logró el éxito, tanto en el mundo de la lucha canaria como apagando fuegos. "Quería ser bombero desde muy pequeño, y estoy muy orgulloso de la labor que he desempeñado; además ha sido la profesión que me dio mi futuro y el pan de mis hijos, porque en los años setenta no se podía vivir de la lucha, hoy sí", relata Vicente Alonso.

Amaba su traje de intervención, pero al majorero de oro se le hacía ya "muy pesado cargar con los 40 kilos de material necesarios en cada intervención", explica, un peso que sí soportaba durante su juventud. "Antes no te cargaban la ropa, la cargabas tú, y punto", cuenta con humor. Nació en Morro Jable, en Fuerteventura, y hasta los 14 años se dedicó a la ganadería, el oficio familiar, hasta que descubrió la lucha canaria con sus dos hermanos mayores como referencia. "En los 60 no había equipos de lucha en Jandía, solo luchaban cuatro o cinco personas que destacaban con otros que llegaban desde Antigua o Gran Tarajal", recuerda, "cuando comenzaron a construirse los hoteles, Manuel Mederos el Pollo Apolinario, llegó a la isla como encargado de obra, y comenzó a fraguar el equipo".

A los 16 años comenzó a luchar en el equipo senior del Unión Jandía. Durante los años siguientes fichó en los equipos de Arguineguín, Bediesta La Palma Ramón Jiménez de Guía, el Estrella en Sardina o el Maspalomas, organizaciones que le dieron cada vez más visibilidad, sobre todo el último, donde más años luchó y con el que ganó varios campeonatos insulares.

"Entrenaba unas siete horas al día; y cuando comenzaba a ganar era el típico que se exigía más en la temporada siguiente, siempre con la presión de no quedar por debajo de mis contrincantes", rememora Vicente Alonso. Pero a los 30 años, en una muy buena racha en la que se enfrentaba contra los mejores de Canarias, su vida deportiva dio un giro como consecuencia de una lesión que lo retiró del deporte durante cinco años. "Cuando volví y me tiraban luchadores que no me habían tirado hasta entonces me di cuenta de que la lucha ya no era para mi", relata.

Bombero voluntario

El punto álgido de su carrera deportiva lo compaginó con su profesión de bombero, a la que llegó con tan solo 23 años, a mediados de 1979, aunque su primer acercamiento al oficio lo tuvo durante su paso por la mili. "Trabajando como ferroviario hubo una huelga de bomberos y allí fui yo como voluntario unos días", recuerda Vicente. A su llegada al cuerpo de Maspalomas estuvo tres años y medio trabajando contratado, hasta que se presentó a las oposiciones en 1982 y logró su plaza.

Durante cuarenta años ha intervenido en infinidad de servicios, aunque por entonces casi de forma precaria, pues el cuerpo de bomberos de Maspalomas había sido creado tan solo diez años atrás y carecía de materiales; estaba empezando a profesionalizarse. Hoy es justo todo lo contrario. De sus primeros servicios recuerda su intervención en una casa cueva en Sardina del Sur, pues en aquellos años el parque de Maspalomas daba servicio a otros municipios. "Se prendió fuego a las puertas de la cueva y las cinco personas que estaban, en vez de salir, entraron, y murieron", rememora, "tampoco se me olvida un rescate en un coche accidentado e incendiado, pues al recoger a la víctima se le descompusieron las vísceras; estuve semanas sin olvidar el olor a carne humana quemada, ni un bocadillo de pata me comía".

En su memoria perviven aún desgracias como el accidente del helicóptero que se acercó hasta Cercados de Araña para socorrer a los turistas de una guagua, pero también finales felices, sobre todo los relativos a inundaciones que terminan en buen puerto.

"Es un trabajo muy satisfactorio, pero muy peligroso", reconoce Vicente Alonso, "pero siempre he estado bien acompañado por todo el equipo de bomberos". Acompañado en los dos grandes incendios forestales que azotaron el centro de la Isla en 2007 y en 2017, donde ahora actúa Medio Ambiente, y en su último servicio, un incendio en el centro comercial Nilo ubicado en Playa del Inglés.

Su secreto para aguantar durante 40 años en el cuerpo: entrenar duro para estar preparado físicamente y la formación constante a lo largo de su carrera profesional, el mismo consejo que da a las nuevas generaciones de bomberos. "Ojalá que no tengan que trabajar demasiado, porque eso significará que hay alguien en peligro", desea.

El fin de la vida laboral de Vicente ha llegado, y por delante le espera ahora una vida contemplativa que dedicará a atender un trozo de tierra y disfrutar de su tiempo libre. Su nuevo periplo, espera, arrancará con unas vacaciones lejos de Canarias. No está nada mal iniciar la jubilación en las Islas Mauricio.

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