El Museo y Parque Arqueológico Cueva Pintada celebraba ayer el XIII aniversario de su apertura con un programa de visitas guiadas y el espectáculo de títeres Arminda y Fernandillo, que se ofreció tanto en el centro museístico como en la plaza de Santiago. Un programa que tendrá su continuidad hoy a partir de las 11.30 con la escenificación para el público infantil de la obra, también de títeres, Arajelbén y el Tesoro del Mocán, que contará por primera vez con la interpretación en Lengua de Signos Española.
Todo ello mientras el yacimiento continúa inmerso en plena campaña de investigación en el que ya es el quinto Campus Arqueología que organiza conjuntamente con la Universidad de Castilla-La Mancha. Gracias a esta iniciativa desde el 15 de julio una docena de estudiantes de siete universidades españolas: Madrid, Castilla-La Mancha, Valencia, Barcelona, Navarra, La Laguna y Las Palmas profundizan aún más en sus secretos.
Allí están, acuclillados sobre el terreno, ajenos a todo lo que no sea retirar con brocha molécula a molécula de cada milímetro del asunto, mientras la dirección científica del yacimiento guía a un grupo en la visita denominada Memorias de la tierra y arqueología en Cueva Pintada.
No será una gira al uso, sino un espectacular viaje en el que la directora, Carmen Gloria Rodríguez, el arqueólogo director de las excavaciones, Jorge Onrubia y el conservador Iñaki Saenz van dibujando entre pinceladas de hechos históricos, hallazgos arqueológicos y un delicioso anecdotario la aventura que transformó los antiguos bancales de cochinilla y plátano del conocido hasta entonces en Gáldar como el huerto canario en un excepcional arcano de conocimiento. En un singular generador nuclear que remultiplica las preguntas, cada vez que regala a la ciencia una respuesta.
Onrubia, profesor de Prehistoria, y que desde el minuto uno de las primeras prospecciones ha participado del desarrollo del yacimiento, recordaba aquella campaña de prospección de 1987, en el que Cueva Pintada se abre para "leer el tiempo a través del espacio, penetrando físicamente", capa a capa, sedimento a sedimento para contextualizar una cueva que es descubierta por casualidad en 1873, año en el que José Ramos Orihuela accede por encima a través de una abertura, para encontrarse así con el inexplicable damero geométrico dibujado y pintado por los antiguos canarios.
Sillares perfectos
Y en cuyo interior, según la crónica escrita en El Liberal por Diego Ripoche en el año 1883, se encontraban "algunos cadáveres, vasijas y otros objetos que adquirieron algunos aficionados...". Onrubia afirma que en aquella primera incursión encuentran unos sillares tan perfectos, "que creíamos que eran de antes de ayer", pero no.
No eran de antier, sino fruto de la destreza de unos canarios que ya describía Giovanni Bocaccio, redactor del manuscrito titulado De Canaria sobre la expedición a las islas de Angiolino del Tegghia de 1341, como "bastante civilizados y menos salvajes que muchos españoles", para a continuación detallar la exquisita factura de sus casas. A partir de ahí el relato sobre los 5.000 metros cuadrados de superficie del yacimiento es un no acabar de descubrimientos, como el que estos días ocupa a los estudiantes del campus.
Carmen Gloria Rodríguez enseña una bolsa con nuevo contenido, "el mejor hallazgo del día". Unas semillas justo donde se está realizando la última prospección, y que permitírá determinar con C14 la datación de la zona.
El camino continúa por el paseo aéreo que imita el de ras a tierra, entre unas casas que, como apunta de nuevo Onrubia, muestra la interacción entre los antiguos canarios y los europeos, que habla de la integración y de las relaciones entre ambas culturas.
Más allá, en una curva en ascenso la comitiva frena para hablar del papel de los canarios en las cabalgadas por Berbería. Pero..., esperen un momento, que un grupo de estudiantes ha descubierto una pintadera.
