Crítica es la palabra con la que Amado Guerra, sargento del Cuerpo de Bomberos de Las Palmas de Gran Canaria, describe la situación que se encontró en Valleseco el fin de semana en el que se desató el incendio forestal que empezó en el Barranco de Los Pajaritos, en el citado municipio, y que terminó calcinando unas 9.200 hectáreas de Gran Canaria.

"Cualquier variación en el viento nos hubiera quemado un pueblo entero", declara el sargento que, desde la noche del sábado 17, fue movilizado junto con sus compañeros de la capital para actuar en el incendio.

Una vez llegados allí, ya sin los medios aéreos actuando en la zona, las llamas se acercaban a Valsendero y, como quien dice, estaban a las mismas puertas del barrio. Si no se actuaba rápido, el fuego terminaría por llegar a las casas.

"Hay zonas que yo conozco porque soy de allí", cuenta Guerra, quien mandó a colocar "estratégicamente" en ellas vehículos de los bomberos de la capital y de otros cuerpos que les prestaban apoyo, como los del Consorcio de Emergencias y los de Protección Civil, con el objetivo de "proteger las viviendas y las zonas más cercanas a las mismas", explica el sargento.

Con esa premisa en mente, procedieron "a refrigerar esas zonas para evitar que el fuego se propagara hacia las viviendas y las alcanzara", recuerda. Sin embargo, en Valsendero actuaron directamente sobre las llamas, ya que estaban próximas a entrar en el núcleo urbano.

De hecho, los vecinos de Valsendero, junto con los de Madrelagua y Lanzarote, fueron de los primeros en ser evacuados. Primero se les alojó en el casco de Valleseco, pero tras agravarse la situación y tener que ser desalojado el pueblo, fueron trasladados a Teror. Tres días pasaron hasta que pudieron regresar a sus hogares.

Guerra admite que nunca se había enfrentado a un incendio como este. "Nunca habíamos tenido un incendio forestal de esa magnitud, por lo que había que actuar con mucho cuidado y siguiendo siempre las instrucciones del director de extinción", revela.

Él, desde el puesto de mando, ubicado en el campo de fútbol de Valleseco, daba órdenes firmes a sus efectivos sobre cómo actuar en cada momento y cómo prevenir y evitar que el fuego llegase a las casas que se encontraban en el lugar. Concretamente, actuaron en el perímetro que abarca desde Cuevecillas hasta Valsendero, pasando por El Prado, lugar en el que tuvieron que realizar importantes labores de prevención, ya que el fuego amenazaba con llegar hasta el barrio de Lanzarote.

En total, fueron 60 los bomberos de la capital los que trabajaron durante 72 largas horas, incluidos efectivos que se encontraban de vacaciones fuera de la Isla pero que volvieron para ayudar en el control del incendio.

Vidas humanas

Guerra cuenta que la seguridad, tanto de los propios efectivos como de los vecinos, fue, y siempre es, una máxima. "Nunca se puso en riesgo la vida de ningún bombero. Siempre trabajamos sobre la seguridad, es nuestra principal base", asevera.

El pronto desalojo de los habitantes de los núcleos urbanos, por su parte, fue clave para evitar la pérdida de vidas humanas. "No se podía esperar a que el fuego estuviera a medio kilómetro o 100 metros de una casa para evacuar", sostiene.

Asimismo, la respuesta de la gente ante esa evacuación es primordial, algo en lo que insiste debido a que ha habido quienes, ante el temor de que sus casas o animales sufrieran las consecuencias del fuego, se saltaran las indicaciones de los profesionales. "Cuando se ordena evacuar, simplemente hay que hacerlo", afirma al tiempo que se pregunta "cuántas cabezas de ganado valen la vida de una persona".

El trabajo realizado en Vallesco, cuenta, fue duro, y acabaron exhaustos. "Ahora estamos tranquilos y descansados porque ya ha pasado tiempo, pero terminamos muy cansados y agotados", comenta. A pesar de ello, también habla de que se siente "feliz" y "satisfecho" por la labor desempeñada.

Que el incendio en Valleseco quedara controlado, sostiene, fue un trabajo conjunto en el que intervinieron no solamente otros cuerpos de seguridad y de emergencias, de los que destaca la "perfecta" coordinación que hubo entre ellos, sino también otros muchos actores.

Entre ellos, hace especial referencia al apoyo prestado por el Ayuntamiento de Valleseco, por el servicio de Limpieza y Parques y Jardines del Consistorio capitalino que les proporcionaron cubas de agua, y por el personal de la Unidad Técnica de Seguridad y Emergencias (UTSE), cuyos técnicos estuvieron continuamente en el puesto de mando avanzado.

Asimismo, destaca la actuación de los propios vecinos, de los agricultores de los barrios adyacentes, que les abrieron sus estanques para poder proveerse de agua. Todos ellos, asegura, son "héroes".

Dentro de la gravedad de una catástrofe como esta, Guerra, que lleva 30 años de servicio, logra encontrar el lado positivo: la colaboración de las personas y la labores de prevención que, asegura, se empezarán a tomar cada vez más en serio. "Se escuchará a los profesionales", sentencia.