Alerta. Parece que un año más la Isla se ha visto infestada por la ya asentada clase de turista gastronómico especializado en el producto más cotizado de la cocina artesanal canaria; el queso. Si para las típicas convenciones de 'quesofílicos' hay que estar avisados (pues que la afluencia va a ser grande es un hecho consumado antes la celebración), en esta ocasión el problema es que la marabunda de individuos hambrientos que han hecho hueco estomacal para la degustación de taquitos de cuajo de leche maduros no solo han esperado para encontrarse con alimentos puramente canarios, sino que además han aguantado ansiosos la llegada de grandes cantidades de este alimento importado de todos los lugares del país y la península europea. La sosegada y silenciosa plaza principal del municipio de Valleseco se convierte este fin de semana en punto de encuentro para la masa zombificada que aparenta solo responder a los fuertes olores lácteos. Sálvese quien pueda.

A primera hora de la mañana del sábado ya no hace falta leer los carteles para saber que algo se amasa (literalmente) en el casco vallesequense. Sin siquiera entrar en el pueblo, a unos metros del acceso principal, que permanece cerrado a los vehículos, ya encandila un fuerte aroma que a la mayoría de visitantes resulta agradable y que saca sin querer un fuerte rugido de tripas. Una treintena de puestos yacen sobre las características baldosas negras y blancas de la plazoleta frente a la Iglesia de San Vicente Ferrer. La movilidad en este espacio sobre las 11 de la mañana ya es complicada, especialmente cuando lo importante es acercarse a los mostradores para conocer las variedades de queso que se exponen a la venta en la tercera edición de la feria europea del queso.

Si uno mantiene distancia es fácil analizar dos visiones de la situación, cada una en un extremo: un barullo de peña sin control, con ansias locas por la comida, o un colectivo de amantes del queso. La segunda es una perspectiva más romántica y que además puede asemejarse a la realidad, pues curiosamente muchas de las historias que traen consigo las queserías que participan en este evento están basadas en el amor. Y es que el queso une a kilómetros de distancia, como en el caso de Sonia Marroyo, original de Trujillo (Cáceres). "Viajé para seguir aprendiendo nuevos métodos de elaboración artesanal de queso y acabé enamorándome de un quesero extranjero", explica sonriente, junto a su marido. Juntos regentan la quesería Joaquim Duarte Alves en Portugal, un negocio con una trayectoria de décadas y una peculiaridad que ha cruzado fronteras.

"El queso más popular que elaboramos es el que todos los de nuestra zona relacionan con Chica Marote, una de las mujeres de la familia que pertenece a la generación precedente a la nuestra", expresa la quesera, que adelanta que es un producto hecho con muchísimo mimo. "Tienes que estar pendiente de él durante todo un año; se mantiene en reposo sobre camas de paja de centeno, hay que lavarlo continuamente -cada dos semanas aproximadamente- y darle muchas vueltas para eliminar toda su sal", explica, y es precisamente ese cariño lo que consigue su máxima calidad. Marroyo agradece que el cuidado que le pone su familia (pues incluso su hijo de 14 años participa en la elaboración del queso) a los productos sea apreciado por el público canario en las distintas ediciones de esta feria, organizada para promover los quesos de la Isla y de otras comunidades. "Los canarios no engullen, degustan el queso y eso es increíble; tienen buen gusto, no se conforman con cualquier cosa porque saben apreciar los sabores y la calidad", asevera convencida, pues ha participado en las anteriores ediciones (celebradas en Moya y Artenara).

Multitud de personas se aglutinan en su 'stand', pero lo asombroso es que del mismo modo están todas las casetas repartidas por el casco municipal. "No nos esperábamos que viniese tanta gente y que hubiera tan buena aceptación", expresan emocionadas desde la quesería Don Paco, originales de Arguineguín, que causa furor en la feria por su característico queso con forma de corazón. Puede que el día de los enamorados haya quedado atrás desde hace varias semanas, pero aún quedan ganas de celebrar el amor por el queso y a las 12 de la mañana "ya nos quedan pocas unidades", ríe María del Pino Yánez. Aunque está claro que por su profesión gusta del queso, admite que esta nunca un trabajo esperado. "Comencé cuando me casé, porque mi marido venía de la tradición ganadera y yo me aventuré con él en este negocio", explica la que en un principio trabajaba en una peluquería.

Esta tercera edición de la feria ha cosechado un éxito sin precedentes ni previsiones, pues durante el día de ayer se pudieron vender más de 3.000 kilos de los diferentes productos expuestos por los participantes, siendo en total 4.500 los que fueron provistos por los queseros para todo el fin de semana. "Nos hemos arrepentido de la cantidad que hemos traído", expresan apuradas Anabel Rodríguez y Luisa Castro, encargadas de promocionar los quesos de denominación de origen de La Palma en el evento, pues solo trasladaron 100 kilos de cuatro quesos de negocios ganaderos de diferentes puntos de la isla; Luna de Awara; La Candilera, Quesos El Valle y La Empleita. "En Gran Canaria no hay mucho queso palmero, hay que animar para que se importe porque tiene mucho éxito", explica Rodríguez, que añade que el producto original debe elaborarse con leche de cabra autóctona, cuajo natural y un poco de sal.

Llegada la hora del almuerzo se incrementa la presencia de los amantes de este producto lácteo, formándose un cola de vehículos en la carretera de entrada al municipio. Gracias a queserías como Las Lajas, originales de Artenara, los curiosos pueden incluso experimentar la sensación de hacer queso con sus propias manos. Con el cuajo y la mezcla de leche cruda de oveja y cabra autóctona, personas de todas las edades dan forma con un molde a su propio queso tierno para después comprarlo. "Ha sido una experiencia increíble", sostiene Pino González, vecina de Tamaraceite, con las manos aún pegajosas por los ingredientes húmedos. "La verdad es que esta feria es estupenda, nunca había estado a pesar de ser una enamorada del queso", manifiesta con ilusión la señora, que no se vio en ningún momento intimidada por la gran cantidad de variedad. Tampoco Iluminada Mendoza, otra vecina de Las Palmas de Gran Canaria, que ha degustado un gran número de muestras en diferentes casetas y se queda con "un queso de gofio buenísimo".

A pesar de que la peculiaridad de este evento lo tiene su multiculturalidad, llegando a formar parte negocios queseros procedentes de País Vasco, como Aranburu Elkarte original de Idiazábal; Baleares, como la quesería S'arangi o Andalucía, con los hermanos Matoso al frente, encargados de Quesos Villaluengo, la coincidencia de esta edición con el Día Internacional de la Mujer le proporcionó un carácter diferente y el foco tiene que dirigirse a las ganaderas y queseras. En este sentido, uno de los ejemplos más claros es el de la quesería El Caidero, que regenta Yolanda Martínez tras un relevo generacional "que parte de mi bisabuela, siempre liderado por las mujeres de la familia", expresa orgullosa.

Los amantes del queso, embostados quizá como nunca, pudieron disfrutar ayer de una de las jornadas gastronómicas más completas que se han organizado en Gran Canaria y podrán seguir disfrutándolo en esta nueva jornada (aunque quizá no queden kilos de este delicioso producto para degustar).