El pueblo de Valleseco se llenó ayer de dos centenares de ovejas, baifos y corderos que protagonizaron una pequeña trashumancia con nombre de mujer. También de cientos de personas que, llegadas desde distintos puntos de la isla, acudieron a disfrutar del último día de la Feria Europea del Queso, coincidente esta ocasión con el Día Internacional de la Mujer.

Esta tercera edición quesera se impregnó de camisetas moradas y aroma ovejuno desde bien temprano. Las 200 cabezas de ovino de Margarita González Alonso y Ramón Mayor González bajaron a las 10.00 horas de la mañana desde su corral, en el cruce de Cueva Corcho, hasta el casco urbano de Valleseco, donde esperaban los actos y festejos propios del 8 de marzo, y del culto al queso. El ganado se desplazó acompañado por un grupo de cerca de 100 personas que no se quisieron perder esta ruta, que parecía traída de otro tiempo y otra forma de vivir.

"¡Hace cuánto que no veía yo pasar ovejas! En la tele sí, claro, pero aquí...", comentaba una voz aguda desde el interior de una de las casas del camino. "Hay que ver... Se comen hasta las tuneras", añadían curiosas un grupo de mujeres, tras ver los bocados que el ganado le pegaba a todo lo verde que pillaba por delante; chumberas incluidas. Tras más de cuatro kilómetros de simbólica trashumancia feminista, se puede decir que el rebaño rebasó las expectativas, aunque a pocos metros de la línea de meta (en la plaza del pueblo), se dieran la vuelta y tiraran para el redil. Y es que había tal trajín de visitantes y tenderetes que, asustados, los animalitos decidieron emprender la marcha atrás. Este fin de semana pasaron más de 15.000 'quesofílicos' que agotaron más de 6.000 kilos de este manjar en la localidad vallesequense.

"La pena es no haber podido llegar hasta abajo", explicaba Margarita, quien, junto a su marido Ramón, lleva 40 años en este oficio del que se siente "muy orgullosa". Estos pastores y queseros no tienen puesto en la feria porque toda su producción la venden a Quesos Cardona.

En el último momento de la trashumancia dos corderitos se dislocaron entre tanto coche, tanta gente y tanta emoción. Tras un rato persiguiéndolos por la carretera, los pequeños díscolos de la manada volvieron, agarrados por las patas, a su majada. La chiquillería andaba privada con todos los corderitos que bajaron, los cuales, a ratos, se dejaban acariciar, más resignados que diligentes.

"Ramón se hizo famoso cuando el incendio, porque no abandonaba a sus ovejas y se quedó en la cueva hasta que pasó todo", explicaba Juan Hernández, vecino de Valleseco que no se quiso perder esta ocasión. Y eso que se quedó sin plaza en la guagua que el Ayuntamiento fletó para la ocasión. "El jueves ya no quedaban sitios", apunta. Así que se hizo el 'camino de San Fernando': subió a Cueva Corcho a pie y después bajó andando.

El casco urbano vallesequense se vistió ayer de morado y reivindicación para, entre quesos, balidos y feminismo, homenajear la invisibilizada labor de las mujeres rurales. La concejala de Igualdad del municipio, Elsa Montero Suárez, contaba que "es importante dar este reconocimiento a las mujeres queseras" que trabajan día a día y mes a mes en la dureza del campo. La escasez de lluvia de este extraño invierno es un mazazo para agricultores y ganaderos, que ven, impotentes, la tierra secarse de sed. Este año, de momento, no habrá trashumancia real, ya que no hay pasto ni previsión de que llueva lo suficiente como para ver la yerba brotar.

Ramón, Margarita y sus hijos Elena y Ramón Mayor González, siempre han ordeñado a mano a las 200 criaturas. Aunque la nueva generación no viva del ganado, como siguen haciendo sus padres, sí que se implican, ayudan y siguen disfrutando de la vida y el trabajo en el campo. Que es casi lo mismo. Elena Mayor y su primo Alexandre Ramírez ayudaron ayer a pastorear a la jarca de ovejas que tampoco se perdieron el Día Internacional de la Mujer. "Es que el campo es vida", se escuchaba decir a alguna de las participantes que, extasiada por la hermosura del paisaje, no se quería marchar.

Tras salir del cruce de Cueva Corcho enfilaron por el Cortijo de Caldereta y bajando por Lanzarote arribaron al meollo quesero, en la plaza frente a la iglesia de San Vicente Ferrer. Una vez allí, ovejas, baifos y corderos regresaron a su cuadra desnortadas de tanto jaleo. Y el nutrido grupo de caminantes se dispersó entre los puestos que ofrecían variadas y suculentas opciones para llenar el buche y quitar el jilorio acumulado de tanto caminar. Y es que tras más de cuatro kilómetros con el sol de mediodía picando en todo su esplendor, se agradecía un refrigerio bien fresquito y un trozo de buen queso para acompañar.

Al mediodía se celebró en la carpa principal de la plazoleta un homenaje a las mujeres queseras. En el escenario, una pareja de actores interpretó la típica postal matrimonial de riñas domésticas para fregar los platos, ordeñar la cabra o cuajar la leche. Lo típico. El noviazgo teatral de Esmeralda y 'El patinete' arrancó un sentido aplauso al asegurar que "nuestros quesos tienen nombre de mujer".

El alcalde de Valleseco, Dámaso Arencibia, junto a la concejala de Igualdad, Elsa Montero, y otros miembros del Consistorio vallequense hicieron entrega de un obsequio a las mujeres participantes en la III Feria Europea del Queso que se celebra en Gran Canaria. Entre las premiadas estaba Esmeralda Santana, de la quesería Cortijo Daniela, quien sabe de buena mano que "sin la mujer no habría agricultura". Y es que entre ella y su pareja, Airam Rivero, cuidan de sus 300 ovejas y elaboran su propio queso, algo para lo que es imprescindible que los dos echen el hombro en condiciones de igualdad. "Es importante visibilizar el papel de la mujer en el mundo rural", concluye.