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Crisis del coronavirus La desescalada en los municipios

Arucas saca la brocha

Los comerciantes aprovechan para afinar sus establecimientos ante la siguiente fase de la desescalada

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Coronavirus en Canarias | Los comercios de Arucas, ante su reapertura

Fue el lunes. De repente una discreta ventana se abrió en la llamada Choza del Papeo, esquinada en la plaza de la Constitución, un bar de toda la vida en el que lo único que cambia es el nombre y que se encuentra a menos de diez metros del bombazo que recibió en la Guerra Civil la fachada del Ayuntamiento de la ciudad de Arucas.

Por esa mínima abertura, con el camarero atrincherado en su interior, por fin se despachó un café humeante tras cincuenta y tantos días de confinamiento, "y nos salvó la vida".

La que por fin se tomó ese buchito de café es Elena Alemán, propietaria de la librería, juguetería, 'puzzlería' y 'peluchería' llamada La vaca valiente, o mejor, la vaca más valiente, la que se reinventó en pleno pandemiazo para vender en línea y como si no hubiera un mañana sus muñecos, juegos de mesa, libros, libretas, regalos de cumpleaños y el sin fin de mercancía que exhibe en su establecimiento de la calle Francisco Gourié. Hoy ya no despacha solo en el entorno de la comarca, sino por toda la isla, hasta el mismísimo Tasarte, que a estos efectos es colocar género en la fin del mundo: "Era una muñeca, un tocador y maquillaje infantil, un pedido que llevó el frutero, que tiene tierras allí, porque una cosa le digo, aquí todos nos ayudamos unos a otros".

Alemán lleva semanas trabajando "las 24 horas del día, organizando la mercancía, recibiendo los pedidos, repartiéndolos y luego volviendo para actualizar la página web".

La vaca valiente, ayer jueves, era prácticamente el único rumiante que pastaba en un centro urbano que, no obstante, empieza a desperezarse, con un meneo de brochazos, lijas y cinta métrica que barrunta la apertura.

Son indicios de vida inteligente tras decenas de cancelas con el cerrojo echado, como la de la peluquería y salón de estética Jessica, de la plaza Manuel Pérez Pérez, que desde este lunes fase 0, "y tras una inversión de 300 euros" en material anti covid, ha comenzado a poner guapas a las personas, no sea que en la fase 1 que viene se forme un espanto.

Jessica de la Nuez está en pleno enjuague a una clienta que, siguiendo los nuevos cánones de la corrección urbana, ha pedido cita previa, "lo que supone un trato más individualizado, algo más lento", pero que poco a poco va mejorando el paisanaje de la localidad a cuenta de redondear uñas y recortar y tintar unos pelos que hasta que no pasan por sus manos y tijeras no se encontraban en su mejor momento.

Farmacias, hipermercado y ópticas aparte, el único foco de actividad biológica próxima se encuentra un poco más arriba, en el Mercado Municipal, por el que parece ya no que haya pasado una pandemia de coronavirus, sino quizá del cólera.

Es una planta con una quincena de puestos en la que solo funcionan dos desde antiguo, por una quimérica subasta empantanada en burocracia.

Otros, como la ya marchita Floristería Elegancia, parece que fue abandonada cuando aparecieron las primeras cianobacterias en la Tierra.

Pero ahí prosperan con creciente éxito a cuenta del confinamiento, el puesto número 4 de Alexis García, que lleva el nombre de su antecesor, Luis C. Castellano, y el que tiene enfrente, Ca' Lua, de Rayco Trujillo y Eli Bethencourt.

Alexis asoma por detrás de un catálogo de quesos, que los hay de Pajonales, de Artenara, Herreño y hasta de plato, en lo que viene siendo una charcutería de campeonato. Tiene todo lo que se puede desear para sobrevivir dos meses jugando al parchís sin tener que salir del cuarto de estar.

Y debe ser por eso, sumado a su desparpajo, que desde que el comandante Sánchez mandó parar, él no para quieto.

"Mucho movimiento", apuntala, "con las ventas a domicilio", pero también de personas que se personan para evitar las colas del hiper que tiene casi enfrente. Queso, yogur y pan de molde a mansalva, "multiplicado por seis", generando nueva clientela, y recibiendo llamados de puntos muy equidistantes. "Oh, me han pedido hasta de Schamann, y yo les digo, pero muchacho, si ustedes tienen tiendas al lado".

Desde ese Mercado Municipal, que si no es por él, por Rayco y por Eli, parecería la sala de control de Chernobil, despacha a buena parte de la comarca, al igual que Ca'Lua lo hace con sus frutas y hortalizas, y que también experimenta "una barbaridad de ventas".

Fuera, el panorama es a zaguán cerrado, salvo esas excepciones para preparar lo que está por venir. Deportes La Estrella es el establecimiento que en Arucas, hace ya más de 40 años, calzó las primeras playeras que del mundo han sido. Dentro, a negocio cerrado, se encuentra Venancio al paño de limpiar con su hijo Norberto Rivero, elucubrando cómo sortear el galimatías de normas y medidas contradictorias que un día sí y el otro también van cambiando la mecánica de la cosa. "Perdidos en la información estamos", declara Venancio, "porque uno te dice que si la máquina de ozono, y luego salta una experta que suelta que el ozono no", de forma que de momento se dedican a poner a punto en lo que pueden para afrontar la inminente apertura sin que les coja el pie cambado.

Por arriba, en el epicentro de Arucas, de nuevo en la calle Francisco Gourié pero rían a la iglesia de San Juan, salvo los esenciales, como más ópticas, bancos y farmacia, lo único con color de puertas afuera es Casa Pepe el Árabe, otro imprescindible de la postal del municipio.

En Pepe el Árabe hay de todo, como para un par de confinamientos más, y abrió el lunes atendiendo que el local tiene una superficie reducida y que también atiende con cita previa, pero desde entonces hasta ahora detecta un cambio de actitud de la clientela. "Pues que ya no se prueban las prendas. La eligen y se la llevan, y en caso de que no les sirven las devuelven y luego ya los pongo yo en cuarentena".

Un cambio de usos que también abarca a la informática, según Ricardo Cruz, de AruComputer, que no solo ha vendido estos días tantos cartuchos de tinta "como en seis meses del año pasado", sino que compara la fiebre por las webcams con la de las mascarillas, al punto que está por decirle al presidente del Gobierno canario, el también aruquense Ángel Víctor Torres, "que le encargue a los chinos un avión de cámaras", para suplir una demanda que, desde el lunes, despacha gracias a un horario, ya por fin, un poco más holgado.

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