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ANÁLISIS

Don Alejandro del Castillo y la senda de Fernando Guanarteme

El reciente adiós del conde de la Vega Grande implica la ausencia de una persona entrañable, pero le sobrevivirá su pensamiento sobre el ser y la esencia de Canarias

Imagen del acta fundacional de la Asociación Fernando Guanarteme Rey Canario. LAPROVINCIA/DLP

El reciente adiós del Conde de la Vega Grande implica la ausencia de una persona entrañablemente estimada, pero no la de su pensamiento sobre el ser y la esencia de Canarias. También será imperecedero su ejemplo de vida, volcada en la recuperación memorial de nuestros valores históricos y, al propio tiempo, la creación y el impulso a gran escala de una actividad empresarial como la turística, que sostiene la economía del Archipiélago y da trabajo y bienestar a muchos miles de familias.

Una personalidad de esta dimensión había de estar necesariamente en el núcleo fundador de la Asociación Fernando Guanarteme Rey Canario, integrado por cien hombres y mujeres de los más diversos perfiles personales y profesionales en la tierra natal del gran ancestro que en las postrimerías el siglo XV encabezó la incorporación de las Islas a la Historia Moderna de Europa, a resultas de la paz por él negociada con los Reyes Católicos. Don Alejandro del Castillo y Bravo de Laguna quiso participar en la fundación del ente asociativo, y, por su voluntad, hacerlo modestamente como último firmante.

Esta honrosísima adhesión ha sido inspiradora para cuantos creemos en Guanarteme como emblema de la canariedad progresista que describe en nuestro tiempo la trayectoria condal. Las virtudes del pasado histórico son semilla indispensable de la creatividad presente, y en esa inteligencia ha desarrollado el noveno Conde de la Vega Grande la extraordinaria categoría intelectual, económica y social de una vida de noventa y un años, sin cuyas aportaciones no sería Canarias lo que hoy es a despecho de pandemias sobrevenidas.

Nuestra Asociación, vicepresidida por Alejandro del Castillo y Benítez de Lugo, primogénito del Conde, ha sufrido, como todos los entes culturales, las medidas preventivas del estado de alarma, viéndose obligada a suspender el primer acto de presencia social abierta, programado en principio para este mes de mayo. Tendrá lugar cuando sea posible y conveniente en orden a la mejor difusión de las ideas, principios y valores altruistas que han animado nuestro nacimiento. Será, también, el instante de evocar y celebrar la figura de Don Alejandro, cuya prestigiosa firma fundacional es para siempre una exigencia de rigor en las actividades asociativas.

La significación del Rey Guanarteme polarizó en las inquietudes del Conde el deseo de penetrar a fondo en el estudio reivindicativo de aquella gran figura, como demuestra el formar parte del Instituto Canario de Estudios Históricos Fernando Guanarteme, que gestiona como secretario el muy respetado investigador Miguel Rodríguez y Díaz de Quintana. Pero nuestra Asociación, que admira la calidad del trabajo de este estudioso, pretende, con el entusiasmo y la modestia que hacen al caso, incardinar el conocimiento histórico en la conciencia de los canarios de hoy y de mañana, con pleno convencimiento de unos valores que dan sobrada base a la motivadora proyección de la figura del primero y único Rey canario como símbolo de la Canarias moderna. Más allá de cualquier gratuita mitificación, la vida y personalidad de Guanarteme reúnen todos los atributos del héroe fundador que muchos pueblos contemporáneos respetan en sus grandes predecesores como origen de una calidad primigenia, sostenida y potenciada a lo largo de los siglos.

Estas nociones y estos proyectos serán desarrollados en la primera convocatoria abierta de la Asociación, espiritualmente dedicada a un gran coetáneo, Don Alejandro del Castillo y Bravo de Laguna, figura señera que demuestra, más de cinco siglos después, la continuidad del talento y la generosidad que nos vinculan al Rey Canario. Nuestro paisano y amigo ha hecho de la nobleza un valor moral de la más hermosa significación. Por ello sigue y seguirá entre nosotros de manera imprescriptible.

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