Nuestra ciudad ha ido perdiendo, lamentablemente, en las últimas décadas edificios entrañables con una arquitectura de gran porte que formaron parte de la historia del desarrollo industrial, comercial, social y económico de la isla, muchos de los cuales quedaron solo en el recuerdo de los que los vieron nacer hasta su desaparición. Uno de ellos, porque sobre otros ya se ha comentado en este espacio la historia, es el que formó parte de las comunicaciones telegráficas que se levantó en la playa de Las Canteras, lugar que se convirtió entre finales del siglo XIX y principios del XX en el lugar en el que se amarraban los cables que fueron sucesivamente tendidos desde Europa a las islas y desde éstas a América del Sur. En estos días hemos leído el amarre de uno de estos cables precisamente en aquella playa y, además, hace unas semanas se advirtió en este mismo periódico que un equipo de buceo había comenzado a extraer viejos cables submarinos de comunicación telefónica que permanecían enterrados bajo la arena de Las Canteras, próximo a la zona donde hasta hace ya algunos años estuvo la Cícer, que habían realizado su servicio hasta la década de los años setenta del pasado siglo. Los más viejos de aquel sector, principalmente, recordarán que junto al edificio de Unelco, igualmente desaparecido, se encontraba también hasta hace una treintena de años otro de singular arquitectura y que correspondía a una empresa establecida en Gran Canaria en los años veinte del pasado siglo en cuyo frontis podía leerse "Italcable", pero pocos conocen el entramado administrativo que hubo de realizarse para la construcción de aquel elegante caserón en cuyo solar, que tiene frontis a la misma playa y a las calles El Cid, Gravina y Portugal, se levanta hoy un edificio de apartamentos.

Por pura casualidad, entre los expedientes del Negociado de Obras y Ornato del Ayuntamiento de San Lorenzo conservados en el Ahplp, nos tropezamos hace poco con la licencia otorgada en diciembre de 1924 a la entonces llamada "Compañía Italiana de cavi telegrafi sottomarini de Milano", solicitud firmada en aquella época por el que aparece como representante con poderes de la citada firma Nicolás Massieu y Falcón, tiempo en que ejercía además como cónsul italiano. Petición que se justifica en la necesidad de "establecer el nuevo cable telegráfico que ha de unir el continente europeo con la América del Sur", para lo que, agrega, se precisaba la construcción de un edificio de dos plantas en "terrenos próximos a la carretera del Puerto a Tamaraceite propiedad de la firma" y que según Massieu formaba parte de la llamada Urbanización de doña Pino Apolinario, destacando "la importancia que este nuevo servicio telegráfico representa para los intereses de la isla". El cable partiría de la localidad italiana de Anzio (Roma) pasando por Málaga, Las Palmas y Fernando de Noronha (Brasil) para terminar en Buenos Aires.

Para la preceptiva licencia Massieu y Falcón presenta los planos sin firmar (el que corresponde al frontis se reproduce en estas notas) precisando la comisión de Fomento que su construcción se levantaría en la que llama playa de Las Arenas (como al parecer, se conocía entonces Las Canteras) y en el enclave llamado en aquel tiempo como "Punta Brava", según la memoria explicativa. La licencia tiene fecha 31 de diciembre de aquel 1924 firmada por el alcalde Pedro de Armas y por el secretario Miguel Padilla. La superficie del solar era muy amplia aunque el edificio ocuparía 260 metros cuadrados, de dos plantas, con quince habitaciones de las que cinco se destinarían a vivienda, en cuya memoria aparece como maestro de obras quien firma como Andrés Borras. La inauguración del edificio se realizó en octubre de 1925.

Hace un año a iniciativa del cónsul italiano De Blasio y de uno de los hermanos Maccanti se colocó en el actual edificio de apartamentos en su frontis de Las Canteras una pequeña placa de metal hoy, lamentablemente, ininteligible, acto al que, junto con el alcalde Jerónimo Saavedra, asistieron muchos de los veteranos telegrafistas que en los últimos años, entes de su derribo, habían trabajado en aquella empresa.