El asunto es tener maña y bastante equilibrio". Ana Valencia estudia para piloto de la silla Joëlette, en un curso denominado Senderos sin barreras que ofrece el centro especial de empleo Plántate, empresa gestionada por Lucas Rodríguez que forma a personas con minusvalías para ofrecer a los que sufren de movilidad reducida un paseo por las riscaderas de la isla interior..., por muy adentro que esté la isla.

Y sí, se denomina pilotos a los que terminan manejando esta suerte de trono todoterreno, cuyo acarreo no es apto para aficionados y mucho menos enclenques. Con una sola y enorme rueda, su amortiguador central, frenos, palancas y palanquetas, alumnos como Tere Naranjo, Idafe Ojeda, Juan Diego Almeida o Iván Comas suben y bajan montañas, pero no colinitas, sino auténticos taliscos a todo confort, para el pasajero, porque para ellos es un trabajo de sherpa en toda regla.

El chisme, inventado por un señor llamado Joël Claudel hace casi dos décadas, ha presentado a clientes en el campamento base del Everest, ha enfilado rutas de los Andes, ha cubierto la Transgrancanaria y la próxima clase práctica será el sendero entre Cruz de Tejeda y Artenara. Tanausú Zumaquero es el director del Centro Pepe Marrero, que pertenece la Asociación Sindical de Estibadores Portuarios de Las Palmas (ASEP), que acoge el curso. Zumaquero ve en la idea "un potente nicho de empleo para un sector, el del turismo rural, que seguro requiere de estos pilotos para que todos los turistas, todos, disfruten de los senderos".

Y además, con la seguridad de no perderse ni riscarse, porque no solo estudian la mecánica del garbo para poner la silla en marcha, sino que su formación incluye orientación y el trazado de rutas. Tere Naranjo asegura que el servicio "es todo un privilegio" y sugiere a las administraciones que promuevan la iniciativa como un atractivo más de esta abrupta Gran Canaria.