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Tras las huellas de la borrasca

El buen tiempo del fin de semana anima a los residentes a contemplar los efectos de Filomena, que ha reverdecido el campo en medianías y recargado las presas

Tras las huellas de la borrasca

Sentado sobre el maletero del coche de su hijo, Manuel Sánchez, natural de Cercados de Araña, clava la mirada en una presa de Chira que ha visto nacer y crecer ante sus ojos, como a un hijo más. A sus 76 años, recuerda todos los estados por los que ha pasado este embalse: épocas se bonanza que beneficiaron a los agricultores de la zona y etapas de sequía que perjudicaron las cosechas. Y sobre todo sabe, sin recordarlo realmente, que él nació en el mismo terreno donde hoy se encuentra el actual pantano, cuyo proyecto definitivo terminó en 1965. Pero nació antes de que existiera la presa y a sus 17 años él mismo participó en su construcción. “Todavía le falta agua, pero ha crecido bastante el nivel y eso es una alegría para todo el mundo”, dijo ayer durante una visita a la presa acompañado de sus hijos y sobrinos. Y su satisfacción no es para menos porque este embalse ha recibido en la última semana más de un millón de metros cúbicos de agua gracias a Filomena.

Como él, las medianías de la isla se llenaron ayer de familias, senderistas, ciclistas y motoristas que quisieron aprovechar el fin de semana para darse un salto al centro y contemplar los efectos que la borrasca Filomena dejó tras su paso hace una semana: un inmenso manto verde allá donde llega la luz, unos embalses que lucen su mejor imagen en dos años y unos barrancos por donde todavía corre el agua, ocho días después de las grandes lluvias. Aunque no se registraron atascos, la afluencia de personas sí fue importante y en Chira llegaron a contabilizarse hasta medio centenar de vehículos en los momentos de mayor asistencia.

Tras las huellas de la borrasca

Allí, sentado en el maletero, Manuel explicó que su madre dio a luz en un terreno que hoy cubre el agua. “Tenía vacas y trabajaba en las cuevas que ahora están cubiertas por el agua”, relató. Años después, él comenzó a trabajar en la obra del muro. “Mi padre era amigo del encargado de la obra y me metió ahí”, recuerda, “era una época difícil; a mi me tenían descargando arena de los camiones”. Y así tiró unos años hasta que se dedicó luego a la agricultura. Ahora, ve con orgullo una presa que ha cogido agua después de varios años en mínimos. “Hay agua, pero le falta mucha; no se rebosa desde hace al menos 10 años”, aclaró.

Huir de la Covid

La familia Mentado, de Firgas, también eligió Chira “para respirar después de tanto tiempo en casa y cansados del coronavirus”, dijo su matriarca, Choni. Esta era la primera excursión que hacían tras el paso de la borrasca, ya quequisieron respetar las recomendaciones del Cabildo de no subir en los días de tormenta ante el riesgo de desprendimientos. “Ver esta presa así es una maravilla, sobre todo para agricultores como yo”, anotó el padre de esta familia, Saturnino Mentado, reconvertido en guía turístico para seis de sus hijos y sus nietos.

Hubo ayer quienes prefirieron pegarse el madrugón del domingo para evitar las horas de mayor afluencia de personas. Y madrugar, literal, porque tenían que atravesarla mitad de la isla. Desde la capital y Arucas llegó a los altos de San Bartolomé de Tirajana la familia Travieso, capitaneados por José, el abuelo. “Vinimos para ver si tenían agua, y tienen, pero poca”, sostuvo, “aunque hay para tres años”. A esta familia, añadió Pilar, una de las hijas, le sorprendió que todavía siguiese corriendo el barranco que desemboca en la presa. “Fue tanta la lluvia que cayó, que todavía sigue corriendo el agua y tal era la sequía, que a la presa le ha costado llenarse”.

Tras las huellas de la borrasca

El domingo fue también perfecto para Manolo Quintana y Paco Caraballo, dos cuñados que aprovecharon la jornada para, palo en mano, recorrer los cinco kilómetros de senderos que unen Soria con Chira. “Desconectamos de la gran ciudad y aprovechamos el buen clima y disfrutamos del nuevo paisaje tras las lluvias, está precioso”, destacó Manolo.

La imagen de la presa y del barranco corriendo no solo sorprende a quienes visitan la zona, sino también a quienes residen allí. Nicasio Sosa fue durante 40 años encargado general de la Heredad de Aguas de Las Palmas y para él contemplar esta imagen es “la gloria”. “Es una gozada que más de una semana después todavía lleve agua; en mayo esto seráun jardín cuando crezcan los tajinastes”. Ayer visitó el barranco junto a un vecino alemán, Holean, quien vive en la isla desde hace 12 años, dos de ellos en Cercados de Araña.

A apenas 10 kilómetros, en Ayacata, también era notable ayer el tránsito de personas, sobre todo de grupos de motoristas que marcharon de gira por la isla. Esta afluencia ha sido un acicate por los restaurante de la zona, como el Casa Melo, que se beneficia de las giras de fin de semana. Roberto López, empleado, explicó que “les va bien aunque podría ir mejor”, sobre todo porque las limitaciones que desde hoy pesan sobre la hostelería perjudicarán al negocio. A pesar de que las rutas del domingo benefician al negocio, se queja del cierre aún de las carreteras que conduce al Roque Nublo y a la presa de Las Niñas, cerradas por desprendimientos. “Estamos en un lugar estratégico, esta zona está en un circuito y no nos llega la gente de Mogán o Puerto Rico”, lamenta.

En los exteriores del restaurante, Sari y Gina, naturales de la zona, se mostraron maravilladas por que el agua corriese por barranco Grande después de seis años. Ambas destacaron que la cantidad de agua que llevaba era la que había absorbido la tierra, porque no había montañas ni caideros. “Este barranco siempre ha sido muy agradecido; si por aquí corre agua entonces es que ha llovido con fuera”, destacó Gina.

La isla muestra aún los efectos de una borrasca que llegó para paliar la sequía y dejar agua para el riego de tres años. Aunque no se produjeron grandes incidentes, los operarios de Carreteras todavía operan en algunas vías retirando las rocas que caen en la calzada, a la espera de que los camiones pasen a retirar este material de las cunetas.

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Visita a las presas Cira y Ayacata Juan Carlos Castro

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