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Papas nacidas con lluvia bajo el surco

En Teror, agricultores como Francisco Domínguez, que no disponían ya de reservas ni de pozos ni estanques, atisban tras la borrasca, unas cosechas muy productivas

Papas nacidas con lluvia bajo el surco

“Si no llega a llover este año lo que ha llovido habría muy poca cosecha de papas, porque ya no había ni agua para comprar”. Francisco Domínguez, que cultiva unas 12 hectáreas de este tubérculo en Terror cuenta que los cuatro pozos y estanques de los que obtenía el suministro para los riesgos estaban ya todos secos. Con este panorama, sacar adelante tantos terrenos se le ponía complicado por lo que las borrascas que desde noviembre hasta este mes de enero han ido mojando la Isla le han permitido remediar esos duros tiempos de sequía, y ahora se recrea en ver como las papas crecen con lluvia bajo el surco.

Hasta 87 litros por metro cuadrado han caído sobre el campo de Teror desde el pasado jueves hasta la madrugada de ayer. En uno de los cultivos, ubicado frente al campo de fútbol del municipio, con 6.000 metros cuadrados de superficie en el que cogen buena altura ya las hojas, este agricultor explica que si el tiempo se mantiene fresco no tendrá que regar durante los próximos 15 días, aunque si llegan días de mucho sol, no le quedará otra que hacerlo. “Aunque la tierra tiene ahora mucha humedad , si vienen días de calor, como hubo antes de estas lluvias, hay que mojar los tallos porque si no la producción se merma, y no saco los cuatro kilos por metro cuadrado”, añade.

Papas nacidas con lluvia bajo el surco

Bajo un paraguas, y con un cachorro cubriendo la cabeza, porque a las ocho de la mañana de ayer, además de que caen unas finas gotas de lluvia, arrecia aún el frío que ha dejado helada y nevada la Cumbre, Francisco hace números para sacar las cuentas de lo que ha venido gastando en agua . Habla de asadas, de metros cúbicos por hora, de litros por segundo, hasta concluir que por echar una regada en una hectárea, en la que se pueden verter unos 300 metros cúbicos, hay que desembolsar unos 240 euros. No obstante, aclara que “todo depende de como esté la tierra porque a veces con esto no da sino para mojar un poco los matos”.

De las tierras que trabaja este cosechero ninguna son de su propiedad. Aprendiz de estas labores desde que, con tan sólo diez años , su abuelo le deja a cargo de un pequeño cultivo de papas, aunque no hereda suelo agrícola, una vez que acaba los estudios se anima a arrendarlas, y así, a sus 42 años, se ha convertido en un productor a gran escala ya que coloca en el mercado más de 500.000 kilos. “A unos les pago dinero, a otros en papas, y otros te lo agradecen porque se alegran al ver que no lo tienen todo lleno de zarzas y cañas”, señala, al tiempo que aclara que para que esto compense hay que disponer de mucha extensión.

Papas nacidas con lluvia bajo el surco

Ni con los mejores pronósticos imaginaba que el tiempo le trajera de regalo tantas lluvias. Los agricultores se han acostumbrado a la sequía los últimos cuatro años y a no esperar mucho de la meteorología, y quizás eso ha provocado que lo habitual sea haya vuelto extraño, como es que los inviernos lleguen para dejar agua.

A pie de la cosecha que plantó en noviembre y que tiene previsto recoger entre abril o mayo, declara que se ha visto algo apurado porque se agotaron las pocas reservas del estanque de los Bayón, y del Don Carlos hace unas semanas. Ayer sin embargo, tras las lluvias de estos días, en el primer depósito quedaba un metro para que se llenara, y en el segundo también habían subido de forma notoria los niveles. Es más, en la cantonera se podía contemplar como seguía entrado un pequeño chorro al estanque.

Y con una nueva borrasca a la vista en unas semanas , según las previsiones meteorológicas, que consulta en su teléfono móvil, parece evidente que este va a ser un buen año de producción en la Isla. “Estas papas no tienen que ver con las que se importan de Israel, la gente ve que tienen tierra pegada y las compran creyendo que son de aquí, pero no tiene nada que ver el sabor cuando te las comes”, remarca.

Papas nacidas con lluvia bajo el surco

El mismo empeño con el que se toma la labores agrícolas se toma para colocar en el mercado sus cultivos. “Sin intermediarios”, puntualiza. Francisco lo tiene claro, “al que mejor me pague le vendo”. Desde hace tiempo apuesta directamente por una cadena de supermercados sobre todo porque, según dice, le ofrecen un buen precio. Sobre esto, expone datos muy reveladores. Asegura que al agricultor le pagan el kilo a unos 40 céntimos de euro, mientras que el consumidor tiene que pagar 1,40 euros, lo que tal y como advierte, significa que el distribuidor y el comerciante han dispuesto de 0,50 euros cada uno en beneficios. “Si esto lo ves así te da una depresión, de ahí prefieran poner la producción directamente en las tiendas”, señala.

Al igual que en la plantaciones de Francisco, en las de otros productores de Teror, con las últimas lluvias el color verde parece que ha subido de tonalidad . Sobre las hojas quedan aún pequeñas gotas retenidas. Hasta donde no han puesto una semilla parece más rojizo el barro, y resaltan los pequeños charcos entre los surcos.

Francisco Domínguez junto al cercado de papas , ayer, en Teror.

Todo el paisaje de este municipio del Norte grancanario rezuma agua. En el recorrido en carretera hacia la capital grancanaria los estanques vuelven a ser los grandes protagonistas, un papel perdido hace años, mientras por las rocas se abren camino las escorrentías, que siguen la pendiente a pie de la vía. Ese empape que ha aflojado las laderas, provocó que en un tramo de la GC21, la tierrra traspasara el vallado metálico y ocupara una parte del arcén.. Más allá de caídas de cascotes, o de algún árbol en la capital grancanaria debido a los vientos que han soplado con este temporal, la inestabilidad ha mejorado las expectativas del campo porque las lluvias han descargado mucha agua con calma. Ayer los registros de la Aemet volvían a poner el marcador a cero, algo que los productores esperan que no se mantenga mucho. Mientras, en la Cumbre quedaba escarcha, y frío aunque ya el termómetro subió a 9 grados, un tirón respecto a los -0,1 del viernes.

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El campo grancanario tras el temporal Juan Carlos Castro

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