El Ayuntamiento de Artenara trabaja para hacer realidad uno de sus grandes sueños: contar con al menos un hotel en su casco urbano. Se convertiría en un atractivo más para ir y para pernoctar en el municipio, aparte de las otras ofertas alojativas con las que ya cuenta. También para crear más puestos de trabajo y para que haya más personas residiendo en él.
La idea se convirtió desde hace años en una difícil carrera de obstáculos. Sin embargo, el actual alcalde Jesús Díaz, del Partido Popular, considera que la propuesta se encuentra en el tramo final y que llegará a la meta. Otra cosa es saber cuándo. Además, se trata de dos hoteles: uno en el mismo casco, cerca del Ayuntamiento; y el otro, un hotel rural, en la montaña La Cilla, junto al restaurante con el mismo nombre.
“Para ser realidad los dos casos, se trata de hacer una modificación puntual de las normas subsidiarias de los años 90 para que se permita que haya hoteles en Artenara, igual que existen viviendas vacacionales y casas cuevas alojativas”, indicó el regidor, quien agregó que para eso se reunirá con Leopoldo Díaz, viceconsejero de la Consejería de Política Territorial del Gobierno de Canarias.
Para lograr ese cambio en las normas subsidiarias, la Corporación lleva tres años preparando el documento para conseguir esa modificación. “Estamos al final del proceso que empezamos hace tres años, con numerosas trámites en las distintas administraciones hasta conseguir un documento. Y sólo faltará que se apruebe, que eso ya no sabemos cuándo pasará”, se indicó desde el equipo redactor de Planeamiento.
“Por la normativa actual no se permite un hotel en Artenara. Claro, son normas de hace treinta años, y las situaciones y necesidades cambiaron. No puede ser pensión, pero sí un hotel de una estrella”, concreto el mismo equipo redactor.
Transformación
El alcalde Jesús Díaz resaltó que ya está construido un edificio, situado en la avenida Matías Vega, número 7, cerca del Ayuntamiento, que fue pensión y también cine y ahora es propiedad municipal. “Después de ese cambio en las normas subsidiarias, pues será darle una manita de pintura y sacarlo a concurso para el particular o empresa que estén interesados en su explotación comercial. Ya está rehabilitado y con trece habitaciones”, añadió Díaz.
Sobre la otra posibilidad de contar con un hotel, el Ayuntamiento se centra en el solar de 2.000 metros cuadrados que se halla junto al restaurante en la montaña La Cilla. “Hay varias ideas y proyectos, y uno de ellos sería la de un hotel de 14 habitaciones, integrado al restaurante. Consiste en conseguir ese modificación normativa y luego ofrecer el solar a los interesados en construir un hotel u otro proyecto”, señaló el regidor.
José Antonio Luján Henríquez, cronista oficial de Artenara, preguntado sobre la idea de convertir en hotel el edificio que fue una pensión, dijo que no sabe si resultaría rentable como tal, “pero lo que está claro es que sería un atractivo para alojarse en Artenara, además de ser muy positivo para la economía del pueblo”.
Sea como fuere, ese inmueble tiene detrás una larga historia llena de anécdotas y cambios de usos muy distintos desde que era un solar, el cual fue adquirido en la década de 1930 por el que fue alcalde entre 1936 y 1966, Manuel Luján Sánchez. Tras regresar a la Isla de su viaje a Cuba, compró el solar con la intención de que fuese un cine.
Durante unos treinta años fue solo un terreno, conocido como ‘el solar del alcalde’, que tenía un aljibe de agua y que tuvo muchas utilidades, como lugar para dejar materiales o gran cantidad de cañas de azúcar. Un marchante de Tejeda aprovechaba la víspera de la fiesta de San Juan para matar allí a una vaca o una novilla, quitar el cuero y cortar la carne, que luego la vendía a las vecinas.
Manuel Luján Sánchez vendió el solar en torno a 1964 al párroco José Cástor Quintana Sánchez, quien lo adquirió gracias, en parte, al dinero recaudado en rifas que organizaba en pueblos de toda la Isla. Su propósito era construir un cine parroquial y unos apartamentos. Primero se acabó la obra de la sala de proyección, donde también se hicieron interpretaciones teatrales. La sala contó con las butacas de madera del antiguo cine Capitol de la capital grancanaria, que las sustituyó por otras más modernas. Una cafetería y un bar estaban en la entrada. También hizo el cura la obra para los apartamentos, los cuales equipó y los puso en marcha. En ese tiempo sólo había una fonda en el pueblo.
Todo cambió cuando el cura, que también daba clases en el instituto capitalino Isabel de España y era capellán de la Cruz Blanca, enfermó y decidió marcharse de Artenara en 1968. El asma que acabó con su vida a sus 48 años en Madrid, fue provocado, al parecer, por los ácaros que había en el archivo parroquial.
Artenara perdió mucha población en torno a 1966 por la reforestación y por el inicio del sector turístico en el Sur, con numerosos puestos de trabajo.
Tras su fallecimiento, el hermano del párroco, el también sacerdote Heraclio Quintana Sánchez, se quedó con el citado inmueble y con la deuda con la Caja Insular de Ahorros por un préstamo. Decidió vender esta propiedad y acabar con la deuda a la Iglesia, tras la aprobación del obispo de Canarias José Antonio Infante Florido.
A finales de los años de los 70, el Ayuntamiento cambió el grupo escolar de Lugarejo, que se convirtió en la ermita de San Antonio, por este edificio que era del Obispado. El inmueble se remodeló y fue salón cultural, oficina de la Caja Insular de Ahorros y también pensión en los años 90, pero no funcionó como tal y se cerró. Ahora se ha vuelto a equipar.
