El número de culebras californianas que se encuentran en Gran Canaria va en aumento y su expansión está llegando a otras islas del Archipiélago como es Tenerife. Las Administraciones regionales llevan años combatiendo contra esta plaga que puede acabar con el ecosistema canario. Pero una de sus mayores dificultades se encuentra en la ciudadanía que no entiende el peligro que conlleva para la flora y fauna isleña transportar, soltar o incluso poseer esta serpiente.

Recientemente, un ciclista salvó a un lagarto de ser devorado por un ejemplar de Lampropeltis getula californiae en Valsequillo. "Se que es tu comida, pero no tu no eres de aquí. Lo siento", afirma el hombre a la especie invasora en un vídeo que circula por las distintas redes sociales y aplicaciones de mensajería instantánea.

Una amenaza para el ecosistema

Gran Canaria ha retirado de sus campos 3.032 culebras reales de California desde que en 2008 se detectó por primera vez la presencia en la isla de esta especie, inofensiva para el hombre, pero que representa toda una amenaza para la supervivencia de las lisas y lagartos autóctonos.

La culebra californiana (Lampropeltis getula californiae) tiene sus mayores poblaciones en Gran Canaria en el entorno de los municipios de Telde y Valleseco, donde representa una amenaza para las especies autóctonas de lagartos y lisas, de las que se alimenta.

Ayuntamientos como el de Mogán ya se han puesto en contacto con personal de la Dirección General de Protección de la Naturaleza del Gobierno de Canarias y de los responsables del programa Life que intenta frenar la extensión de las poblaciones de este reptil en Canarias para adoptar medidas en su municipio.

"Es importante que la población que aviste un ejemplar de serpiente de aviso a través de la aplicación gratuita para dispositivos móviles Android e iOS llamada Lampropeltis, que además cuenta geolocalización para facilitar a los equipos de trabajo la llegada al lugar del incidente", asegura el Consistorio, en un comunicado.

Penas

Indica la Guardia Civil que de liberar en el medio natural esta especie se pondría en riesgo el equilibrio biológico de los ecosistemas naturales y el coste en aras a evitar su expansión supondría centenares de miles de euros a la administración.

Liberarla al medio natural supone incurrir en responsabilidad penal, con prisión de cuatro meses a dos años, añade la Guardia Civil.

Esta especie fue introducida en Gran Canaria en 1998 y ha invadido varios núcleos de la isla y expandido su área de distribución, de forma que se contabilizan por miles los ejemplares, lo que dificulta el equilibrio biológico de la isla.