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Agüimes
Alejandro González Martín Autor de ‘Los enigmas de Panchito Tarajano’

«Mi libro es jugable con el que se aprende léxico e historia del Sureste»

Alejandro González, ayer, con una de sus cajas del libro juego ‘Enigmas de Panchito Tarajano’. | | JUAN CASTRO

Alejandro González, de 66 años, nacido en el casco de Agüimes, presentó ayer en las XVII Jornadas de Patrimonio Histórico ‘Los enigmas de Panchito Tarajano’. No se trata sólo de cuentos, en los que el protagonista es un expolicia, bonachón y de habla muy canaria, sino que es un juego con enigmas y senderos en el Sureste. Ahora sólo hay diez unidades artesanales del juego. Espera que en un futuro haya muchos.

¿Quién es el personaje protagonista de sus cuentos, Panchito Tarajano?

Es un policía, ya jubilado. Bonachón, grande y socarrón. Tiene una forma de hablar muy canaria, con mucho vocabulario canario que bastantes, sobre todo los jóvenes, no conocen, o no emplean. No es biográfico. Es verdad, que muchos me comentan que al oírme hablar que les recuerda la forma de hacerlo de mi personaje, el cual creé recordando a distintos personajes y personas mayores que conozco, especialmente de Agüimes. El expolicía conoce muy bien las costumbres canarias

¿Qué es lo que presentó exactamente ayer en las XVII Jornadas de Patrimonio Histórico porque no son sólo cuentos?

Son doce cuentos, con el personaje Panchito Tarajano, y en los que se da un repaso a parte de nuestra historia, desde la conquista de las Islas hasta la actualidad. Se recoge la crisis de la cochinilla del siglo XIX, o la crisis del vino, como la emigración canaria. Panchito Tarajano se verá en unas situaciones que tiene que resolver. Los cuentos vienen acompañados en la caja por un glosario de palabras canarias; como un listado de cuáles fueron hechos reales y cuáles ficticios; como también los enigmas; y los senderos.

¿Me recuerda por favor algunos títulos de sus cuentos?

El número tres es El isleño, el aborigen y el esclavo. El doce es El último canarii. Y el ocho, El lealdador renegador y su ahijado el almocrebe. Lealdador, que viene del portugués, es el maestro del azúcar, y almocrebe, palabra en desuso, es el arriero de mulos.

¿Qué pretende con este libro y al mismo tiempo juego?

Aspiro a que el lector pase un rato agradable leyendo, que se entretenga y sobre todo que juegue, que se ponga las botas y se ponga a buscar las pistas para resolver los enigmas. Para eso, que ande por el campo de los tres municipios del Sureste [Agüimes, Ingenio y Santa Lucía de Tirajana], sobre todo los jóvenes. Ah, no se resuelve por Google [ríe]. Hay, por ejemplo, una pista cerca del Roque Aguayro. En cada cuento vienen símbolos que indican si hace falta ir en coche a donde están las pistas o en guagua; el nivel de la caminata por el sendero; y el tipo de calzado, entre otros consejos y advertencias.

¿Cuántos ejemplares hay de esta caja con su juego?

Diez porque es un trabajo manual, artesanal, que hemos hecho nosotros mismos, cortar la espuma y la goma Eva, encargar y diseñar las cajas y todos lo detalles. Me ha ayudado mucho mi mujer, Maria Antonia Rodríguez, como mi sobrina Paula Pérez. Y también, como no, el diseñador, Alberto Bermúdez, quien aportó mucho en relación a los personas, las letras en la caja y en el color de la mismo. Se trató, y se logró, que mi personaje no se pareciera a los personajes de los chistes de Cho Juan [seudónimo de Eduardo Millares Sall]. También me han ayudado nuestros hijos Alejandro y Elena González Rodríguez, con sus comentarios y consejos. Se trata de hacer correcciones, de mejorar y pulir el proyecto.

«En la presentación hicimos Faneque Hernández, Nacho Cabrera y yo el teatro hablado de un cuento»

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¿Se harán más cajas con este juego y sus cuentos?

Es la primera vez que me embarco en este tipo de proyectos. Empecé en junio del año pasado cuando comencé con el primer cuento y con todo ésto. Lo ideal es que se publicase en gran cantidad y que llegue especialmente a los institutos de la comarca para que los jóvenes aprendan léxico e historia canaria. Lo bueno sería contar con el respaldo e interés de una editorial o del Ayuntamiento para que se publiquen muchos. Una de las cajas la tiene el área de Juventud, de la Corporación local, y sé que se está jugando.

Ha sido una presentación de ayer en la que no estuvo solo.

En absoluto, si no que he estado muy bien acompañado por Faneque Hernández, historiador e inspector de Educación, que se acaba de jubilar, y por Nacho Cabrera, director de teatro que ha recogido numerosos premios.

Hubo algo más, algo inusual en dicha presentación.

Cierto. Faneque escribió una obra de teatro leído en base a uno de mis cuentos, exactamente el número diez, titulado El costero y el tesoro de las Islas Salvajes. Faneque interpretó la voz en off; Nacho, el personaje de Agustín; y yo, el de Panchito Tarajano.

Si no hubiera sido ingeniero, quizás habría sido historiador.

Problamente [dice entre risas]. Es verdad que me gusta mucho. Soy un apasionado de la historia.

¿Qué le parecen las Jornadas del Patrimonio Histórico?

Siempre me han gustado mucho y me parecen muy útiles y necesarias. Siempre hablando que es para quienes le interese la historia. He ido muchas veces, a ponencias o presentaciones de libros y esta vez me ha tocado en el otro lado, no en el público.

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