Era periodista. Eso fue lo que su superior jesuita tuvo en la cabeza cuando lo envió a Canarias a acompañar a Villén Lucena SJ, el fundador de ECCA. "Yo había entrevistado a Villén para una publicación de los jesuitas", me comentó posteriormente Luis. "Al parecer le caí bien a Paco (así llamaba a Villén) y él le pidió al provincial que me enviara a la radio". Desde 1970 hasta 1992, Luis Espina Cepeda SJ fue el tejedor de Radio ECCA. Maricarmen Palmés, directora de la institución en la primera década del nuevo milenio, lo recordaba así: "El fue el que tomó el impulso carismático de Villén y lo convirtió en una institución". Me ponía varios ejemplos: "Escribió artículos que explicaban nuestro sistema, alentó que las universidades animaran tesis o tesinas de su alumnado sobre ECCA y su pedagogía, fue él el que nos seleccionó y nos formó e hizo de nuestra gente un cuerpo para la misión".

Falleció Luis con el alba del 8 de diciembre, en la residencia para tercera edad de los jesuitas en Málaga. Tenía 82 años de una vida intensa y apasionante. Fue durante 22 años el cura de Radio ECCA. Pero su influencia en la institución se prolongó desde el Patronato de la Fundación ECCA, al que perteneció durante otros doce años y del que fue presidente entre 1998 y 2004. Su trabajo dejó así una huella más que relevante en la historia Canaria desde el tardofranquismo a la democracia y la autonomía. Quisiera dedicar estas letras a señalar algunas cosas que merecen un subrayado especial: la creación de la institución, la expansión de la idea y el legado de un espíritu.

Fue Francisco Villén Lucena SJ el que con el apoyo de una amplia red de la sociedad canaria y de un grupo de maestras y maestros puso en marcha Radio ECCA, que emitió su primera clase radiofónica el 15 de febrero de 1965. Sin embargo, el impulso carismático de Villén y su primer grupo, que sirvió para poner en marcha la idea, se convirtió propiamente en una institución cuando Luis Espina Cepeda SJ llegó a la Casa, primero como adjunto al director y luego, a partir de 1975, como director de la misma. Luis Espina era un trabajador incansable, hormiguita, que animó la reflexión sobre procedimientos y sistemas y que pensó y promovió un estatuto legal apropiado para ECCA. Así aquel primer impulso que conquistó el corazón de la sociedad canaria rápidamente, pasó con su trabajo de ser unas escuelas de patronato a un centro público en régimen de administración especial (Ley General de Educación) y, finalmente, con la llegada de la democracia, con la complicidad de Jerónimo Saavedra, transformara la Casa en una Fundación visionaria que integraba a la sociedad civil y la administración pública a partir de 1986.

Cuando Luis llegó a ECCA, en 1970, la emisora cultural había alcanzado una actividad enorme principalmente en las tres islas orientales y en el Sahara Occidental. Cuando Luis acabó su mandato en 1992, ECCA se había implantado en todas las islas. Impulsó la formación de personas adultas a lo largo de toda la vida más allá de la muy importante labor de alfabetización o de segunda oportunidad educativa para quienes no habían conseguido "el graduado". Con él, ECCA creó su Aula Abierta, con centenares de cursos con formación específica para el mundo laboral, el crecimiento personal o el servicio a la comunidad. La población meta de la casa se rejuveneció y alcanzó no solo a quienes necesitaban una formación inicial sino también a quienes buscaban una formación mejor y más especializada para crecer en sus expectativas laborales, familiares (la escuela de Padres y Madres de ECCA) o sociales.  

Cuando Luis dejó ECCA, se había extendido por prácticamente toda España y había dado lugar a la creación de radios educativas semejantes en muchos países de América Latina. En 1971, hace ahora 50 años, la labor educativa de Radio Santa María en República Dominicana pasó a usar el sistema ECCA con el nombre de Escuelas Radiofónicas de Radio Santa María. Los siguientes años supusieron la creación del Instituto Costarricense de Educación Radiofónica, y otras instituciones semejantes en Guatemala, Honduras y Nicaragua. Del mismo modo, en alianza con el movimiento educativo Fe y Alegría, nació el Instituto Radiofónico de Fe y Alegría en Venezuela y otros similares en Ecuador, Bolivia y Perú. Otras iniciativas asumieron el estilo y la metodología ECCA en México, Colombia y Uruguay. De aquel impulso permanecen muchas de estas instituciones, integradas en la organización READ, que lleva su formación a unas cien mil personas cada año en América Latina y el Caribe. El nombre de Canarias viajó así por todo el continente latinoamericano de la mano de las siglas del Sistema ECCA.

Luis Espina Cepeda SJ nos dejó también un espíritu, un carisma. Creo yo que en él se integraban tres cuerdas: la del jesuita, la del periodista y la del directivo. Claro está que en su labor como directivo destacó sobremanera. Pero no dejó nunca de ser el humilde sacerdote jesuita que celebraba la misa en las parroquias de la isleta o aprovechaba las vacaciones educativas y laborales para colaborar con los párrocos de El Hierro. Tampoco dejó nunca de ser periodista. Me confesaba que a él, lo que le hubiera gustado, era dedicarse a la radio de ECCA una vez se retirara de las labores directivas. Se prodigó poco en la radio, aunque siempre estuvo disponible para cualquier llamada que le hiciéramos desde la emisora cultural. Nos dejó una marca en su manera de entender la radio como servicio público: dar espacio a las voces que normalmente no tienen poder cultural, social, económico, evitar los comerciales que impulsarían a la institución a competir en el mercado y a alejarse de sus valores y promover una radio que cambia la sociedad no tanto desde la acelerada actualidad cuanto desde la profundidad y la pedagogía en su labor.

Luis Espina Cepeda SJ fue una bendición para ECCA y para Canarias. Estas palabras apenas alcanzan a dibujar algunos aspectos de una persona que nunca buscó el reconocimiento público y que, sin embargo, siempre impulsó el crecimiento de quienes lo rodearon.