La edad geológica de la isla de Gran Canaria se estima en torno a los 17 millones de años. Durante su formación coexistieron ciclos de intensa actividad volcánica con períodos de erosión y desgaste que fueron los que conformaron nuestro territorio. A través de ese lento proceso de generación del paisaje insular surge una rareza natural que escapa a esa sosegada cadencia que marcan los períodos geológicos. Nos referimos a la formación de ese espacio natural único que son las Dunas y Playa de Maspalomas.

En el año 2006, el Ministerio de Medio Ambiente, a través de la Dirección General de Costas, encargó un estudio integral de las Dunas de Maspalomas con la finalidad de analizar su pasado desde su formación hasta la evolución en el tiempo. El trabajo fue encomendado al prestigioso Instituto de Hidráulica Ambiental de Cantabria. Dicho Instituto estaba dirigido por Raúl Medina, catedrático de la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Santander, reconocido científico y experto internacional en la dinámica de costas. Con buen criterio y sentido práctico, se constituyó un equipo de trabajo en el que se incluyó un grupo de geólogos y biólogos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria. Tras 18 meses de intensa actividad, con trabajos de campo, análisis y evaluación de las muestras obtenidas y posterior estudio de gabinete, se elaboró un riguroso informe del que extraemos algunas sorprendentes conclusiones.

La más llamativa la transcribimos literalmente:

«El sistema dunar de Maspalomas es un sistema relativamente joven creado hace 200-250 años y a partir de un acontecimiento que tuvo como consecuencia una llegada masiva de sedimento al sistema, de al menos 20 millones de metros cúbicos de arena. Esta llegada masiva de sedimento se produjo en un momento determinado y luego cesó».

Por parte del equipo redactor no se consideró aventurado plantear como hipótesis la inexistencia del campo de dunas de Maspalomas hasta el siglo XVIII. La cartografía histórica no hacía referencia a dichas dunas ni citaba ese espectacular paisaje. En cambio, sí existía planimetría detallada con mucha profusión del arenal del Istmo de Las Palmas y de la zona de Las Canteras. Es de lógica histórica considerar que tan importante es lo que dicen las fuentes como lo que ignoran. Los arenales no eran tenidos en cuenta como un recurso de primer orden, sino más bien al contrario, como perjudiciales para los cultivos. Tengamos en cuenta que, en aquella época, la producción agrícola era un objetivo prioritario y el avance de las arenas era contraproducente para los cultivos.

Pero sigamos con el relato.

¿Qué fue lo que ocurrió para que se movilizara toda esa gran masa de arena hundida en el mar?

Sabemos de la existencia, por aquel entonces, de un gran banco de arena sumergido en las proximidades del cono aluvial de Maspalomas. La mayoría de ese sedimento tenía su razón de ser en la dinámica litoral que produce corrientes marinas cerca de la costa.

El estudio de Cantabria sostiene que «el sistema dunar de Maspalomas es un sistema relativamente joven, creado hace unos 200-250 años»

En el litoral oriental de Gran Canaria se localizan distintos enclaves arenosos (siendo los de Tufia, Gando y Arinaga los más meridionales) que bien pudieron funcionar en otra época como un gran corredor de arena paralelo a la costa. Si éste se encontraba estabilizado por vegetación, en el momento que se produjo la colonización del sur y del sureste de la isla, entre los siglos XVII y XIX, resultaría evidente que la tala de los ejemplares vegetales, con el fin de ganar las tierras para la agricultura, habría supuesto la removilización y liberación del sedimento arenoso. En tales circunstancias y a lo largo del tiempo, dichas arenas seguirían la dirección marcada por los vientos alisios de componente NE, llegando al sur de la isla hacia la cercanía de la costa de Maspalomas.

Si existía esa gran masa de arena almacenada en el fondo marino, ¿qué acontecimiento se produjo para trasladarla hacia tierra y dejarla en seco hasta donde se encuentra en la actualidad? Aquí entramos en el terreno de las hipótesis. Se podría considerar un cambio climático que hubiese ocasionado la retirada del nivel del mar, pero no tenemos constancia de que existieran períodos glaciales desde la Edad Media, en consecuencia no pudo haberse producido ninguna alteración del nivel del mar. Siguiendo las consideraciones del Informe, se expresa que «una posibilidad natural podría encontrarse en los efectos de un tsunami dado que éste sería capaz de movilizar arenas sumergidas a mayor profundidad de lo que lo haría el oleaje aún bajo los efectos de un fuerte temporal. Esta situación la encontramos en 1755, cuando el Terremoto de Lisboa generó una serie de olas gigantes que arrasaron parte de la costa sur de la Península Ibérica además de la propia ciudad de Lisboa».

Poco tiempo después de que se produjera el terrible seísmo, llevándose por delante la vida de más de 100.000 personas en la capital de Portugal, llegaron al norte de las Islas Canarias olas de gran magnitud. Durante su trayectoria por el Atlántico, llegaron a alcanzar alturas de 15 metros. Su efecto se documentó por los importantes daños ocasionados en numerosos enclaves costeros del Atlántico (entre ellos Huelva y Cádiz en la costa andaluza). En el caso de Canarias resultó significativo el hecho de que se sintió con especial intensidad en la costa de la ciudad de Las Palmas. En la crónica local se publicó que en los alrededores de la ermita de San Telmo se observaron tres olas consecutivas que invadieron la tierra dejando el suelo lleno de peces. La retirada de las olas se calcula en unos 100 metros, quedando como anécdota el hecho de que se pudiera ver los restos de un barco hundido del que no se tenía noticia.

Tsunami

Por muy llamativo que resulte este episodio no parece descabellado considerar a dicho tsunami como el responsable del arrastre de la arena hacia la parte seca de la costa de Maspalomas ya que fue preciso un fenómeno de alta energía para movilizar ese material depositado en el fondo.

Otra de las conclusiones del Informe de la Universidad de Cantabria, ésta ya más preocupante, es que el conjunto del Sistema Dunar de Maspalomas no se encuentra en equilibrio estable. Así lo manifiestan: «A pesar de que en el sistema analizado existe una pequeña entrada de sedimento, por transporte de fondo, desde la zona del banco de arena localizada frente a Pasito Blanco, las pérdidas de sedimento en el sistema son superiores a dichas entradas perdiéndose en la actualidad aproximadamente 44.000 metros cúbicos/año. Este volumen de pérdida de sedimento procede del Sistema Dunar y se pierde principalmente por la Punta de la Bajeta» (donde se unen las playas de Maspalomas y Playa del Inglés).

La acción humana de los últimos decenios no fue la causante de tal evolución, aunque el desarrollo turístico sí ha supuesto una aceleración del proceso.

En consecuencia, es necesario poner en marcha actuaciones que modifiquen el actual balance sedimentario para que pase del estado deficitario actual a otro que suponga la estabilidad de la arena. Hay que aportar, de manera urgente, un suministro de arena proveniente del exterior del sistema dunar.

Afortunadamente, el Cabildo de Gran Canaria ha puesto en marcha recientemente el Proyecto Masdunas que, con las recomendaciones que se plasmaron en el Informe del Ministerio de Medio Ambiente de hace 15 años, aspira a lograr la regeneración de las Dunas y el reequilibrio de la dinámica natural de dicho sistema. Ojalá que con esas actuaciones se logre contener el déficit sedimentario para así poder recuperar la estabilidad de un paisaje de gran belleza como son las Dunas de Maspalomas.