Moya se despertó ayer conmocionada al conocer que el hombre que el pasado miércoles había sido hallado muerto en su casa se trataba de Jaime Alberto Cabrera, el secretario del Juzgado de Paz de la villa que, pese a su origen gallego y que hacía apenas seis años que vivía en el municipio, era muy querido por todos aquellos vecinos que le trataron y que lo calificaron, sobre todo, como «una buena persona».

El que fuera alcalde y actual secretario general del PP de Canarias y presidente del PP en Gran Canaria, Poli Suárez, se mostró apesadumbrado por la muerte de Cabrera. «Era un buenazo, una persona noble que se integró muy bien en el municipio”, indica Suárez, quien añadió que cuando se enteró de la muerte se quedó afectado. “La última vez que lo vi fue la semana pasada” durante una boda en la que Cabrera le recordó a Suárez el aprecio que le tenía. “Se enamoró de Moya, se ganó el cariño del pueblo, participaba en todos los actos; nunca miró por él, siempre miraba por ayudar a los demás”, dice por teléfono Suárez, quien se encuentra en Sevilla para participar en el Congreso Nacional del PP.

Ese cariño que le tenían los moyenses se veía reflejado en detalles como el que tuvo la madre del antiguo alcalde, que un día le regaló un queque a Jaime Cabrera para agradecerle el comportamiento que tenía con los vecinos. “Nos lo trajo al Juzgado”, recuerda Dolores González, la jueza de Paz de Moya, que ayer se mostró muy dolida por la pérdida. Ese regalo era toda una delicia para el secretario, quien también hacía público su pasión por los dulces. “Le encantaban las truchas”.

González fue de las primeras que echó en falta a Jaime Cabrera. El pasado viernes se despidieron como todos los viernes y el domingo fue la última vez que tuvo noticias suyas con un mensaje de Whatsapp. Ya el martes se extrañó al ver que no había ido a trabajar y el miércoles al mediodía puso una denuncia por su desaparición. Pocas horas después recibió la noticia de que su compañero de trabajo había sido encontrado muerto a los 48 años de edad en el interior de su casa por causas naturales.

La jueza de Paz recalca una y otra vez la bondad de Cabrera. “Era tan buena persona que no hay adjetivo calificativo para definirlo”. Recuerda que era “muy sentimental”, que sentía como suya algunas pérdidas de vecinos. “Cuando llegaba una defunción, si veía que era más o menos joven se ponía de mal humor, incluso a veces lloraba, decía: ‘Dios mío, cómo es posible’”.

Jaime Cabrera era de La Coruña, pero pasó gran parte de su trayectoria profesional en Gran Canaria. “Era un culo inquieto”, como lo definió Dolores González. “Estuvo en Galicia, vino a Guía, después en Las Palmas, en Moya, volvió a Galicia para llevar Violencia de Género”. Aquello le marcó. “Le dije: ‘Jaime, tu carácter no es para estar con esos casos’”. Y le hizo caso. Poco después volvió a Moya, tuvo un breve paso por Las Palmas de Gran Canaria y desde hace unos cinco años se estableció definitivamente en la Villa Verde. “Nosotros estábamos encantados”, admitió la jueza, quien agregó con mucha pena: “Y en Moya se quedó para siempre”.

Su futuro estaba otra vez relacionado en Galicia. “Me dijo que se iba a ir, que regresaba a su tierra a cuidar de su madre que está enferma”, comenta Poli Suárez. “Le contesté: ‘Vale, lo entiendo, ojalá no vuelvas nunca porque quiere decir que sigues cuidando de tu madre. Si no es así, vuelve”. “Y él me contestó: ‘Ya me gustaría, sabes que soy muy feliz en este pueblo”. Dolores González comenta los planes que tenía su compañero. “A él le encantaba el gofio y yo le decía: ‘Ay Jaime, cuando te vayas, ¿quién te va a enviar el gofio’. Él me respondía: ‘tú’”.

Sus familiares ya viajan a Gran Canaria para llevar sus cenizas a Galicia. Jaime Cabrera volverá a su tierra natal, pero deja tras de sí un buen recuerdo y también un pesar profundo en las medianías. “Él se ganó a la gente de Moya”, sentencia la jueza.