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Teror

La basílica del Pino de Teror ultima la reparación de sus vidrieras artísticas centenarias

Dos artesanos ponen al día las 17 cristaleras decoradas, que volverán a partir de esta semana a sus paredes

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Los artesanos vidrieros Mikel Delika (izq.) y Manuel Bernabé, ayer, trabajando con una de las cristaleras en la basílica del Pino de Teror. Juan Castro

Dos artesanos dan los últimos retoques a la restauración de las 17 vidrieras de la basílica del Pino de Teror, algunas de ellas centenarias. Las cristaleras decoradas se encontraban bastante deterioradas por la falta de labores de conservación, además de haber sufrido algunos actos vandálicos, como balinazos y pedradas.

La vidrieras comenzarán esta semana a regresar a sus ventanas para lucir nuevamente sus dibujos y colores dentro del conjunto histórico de la iglesia de Teror, después de casi dos meses de trabajos a manos de dos expertos llegados de la Península. De momento, dos de las piezas grandes con la imagen de Jesús y otras dos pequeñas decoradas con flores y un barco se encuentran expuestas al público en el interior del templo, además de otras dos que permanecen en el Museo. Pero, de momento, hasta que se acaban los trabajos de conservación, en el exterior permanecen unas sencillas cristaleras de forma provisional.

«Queremos que los visitantes puedan ver el trabajo que se está haciendo», explica el párroco de Teror, Jorge Martín de la Coba.

Sobre la puerta principal se sitúa la Virgen en el Pino

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Un total de 17 vidrieras de distintas épocas y en las que figuran asuntos marianos y cristológicos están siendo restauradas. Entre ellas, cuatro de pequeñas dimensiones del altar mayor, cinco del misterio del gozo y el mismo número de la gloria, y las tres que se localizan en la fachada principal, que aluden a los Pontífices Pío X y Pío XII, en el primero por la declaración de la Virgen del Pino como Patrona de la Diócesis Canariense, el 16 de abril de 1914; y el segundo por el paso del Papa Pío XII, cuando todavía era el Cardenal Pacelli. Y sobre la puerta principal se sitúa la Virgen en el Pino.

El arquitecto y director de la obra, José Miguel Rodríguez, apuna que los trabajos con las vidrieras empezaron en abril y acabarán a comienzos de junio, pero que ya esta semana se comenzarán a reponer en sus paredes.

Dos expertos en la restauración y conservación de vidrieras se han hecho cargo de estos trabajos. Se trata de Mikel Delika (Vitoria-Gasteiz) y Manuel Bernabé (Alicante). Ambos son artesanos vidrieros, que cuando acaben tienen otras tareas de relevancia que seguir, como la Granja de San Ildefonso y el ayuntamiento de Madrid.

Estaban deterioradas por la falta de mantenimiento

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Las vidrieras estaban bastante deterioradas por falta de tareas de mantenimiento, había soldaduras rotas y vidrios fracturados por el peso, ya que estaban montadas unas sobre otras y se veía afectado todo el conjunto, ocasionando también un problema de seguridad.

Durante los trabajos se le ha puesto un nuevo marco metálico (antes de cerraba con mortero), además de instalársele un vidrio exterior de sacrificio para protegerlo. El marco metálico queda anclado sobre la obra.

Algunas piezas sufrieron pedradas y balinazos, además del desgaste por el paso del tiempo

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También se han acometido obras de limpieza y refuerzo de los puntos de soldaduras y se han sustituido los cristales que faltaban y los que estaban rotos. A su vez, un vidrio delantero garantizará una mayor ventilación y protección exterior. Todo ello para preservarlo del entorno, y evitar actos vandálicos.

15.000 pesetas (90 euros)

«El templo goza de unas espléndidas vidrieras. Las que cierran los vanos laterales reflejan los misterios gloriosos y gozosos del Santo Rosario. No poseen leyenda, pero sabemos que fueron adquiridas por el párroco D. Juan González en San Sebastián. Corresponden, pues, a la empresa Maumejean, cuya central comenzó a funcionar en París en 1860, para luego establecer sucursales en Hendaya, San Sebastián y Barcelona. A dicha firma corresponden los vitrales de las iglesias dedicadas a San Juan Bautista en Arucas y Telde, Santa María de Guía, Santo Domingo y Nuestra Señora de la Luz en la capital de la Isla. Este conjunto de Teror fue adquirido en 1920. Su costo ascendió a casi 15.000 pesetas (90 euros), cantidad que incluía el traslado y los operarios. Aquellas situadas a los pies de las naves colaterales, que figuran a los pontífices Pío X y XII, se hicieron en la Casa Roses de Castellón, como indican las propias piezas. La primera debe ponerse en relación con la concesión a la Virgen del Pino, en 1914, del Patronato de la Diócesis de las Canarias Orientales. La que recoge a Pío XII recuerda la visita de este pontífice al templo mariano cuando aún era cardenal Pacelli». Así lo recoge María de los Reyes Hernández y José Concepción Rodríguez en un artículo sobre las vidrieras titulado «El Patrimonio Histórico de la Basílica del Pino de Teror», publicado en Cuadernos de Patrimonio, del Cabildo de Gran Canaria.

La rehabilitación del templo mariano se encuentra en la recta final de la tercera de las cuatro fases previstas. En septiembre de 2020 se inició la rehabilitación de las cubiertas y zonas interiores de la basílica del Pino, financiados por el Cabildo, que incluían la impermeabilización de cúpula, tejados y torre del campanario, así como la reposición y reparación de elementos decorativos, artesonados, vidrieras y piezas de pavimento.

La parroquia busca ahora financiación para los cuatro retablos, que darían fin a toda la reforma

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La actuación prevista en este Monumento Histórico-Artístico de carácter nacional y Bien de Interés Cultural (BIC) contemplaba el desmontaje de todas las tejas, la impermeabilización y el tejado de sus 1.200 metros de superficie techada.

Precisamente la segunda fase consistía en la recuperación de las vidrieras, cuyo presupuesto ronda los 75.000 euros. De ellos, la mitad ha sido aportado por el Cabildo, el 30% por la empresa municipal Aguas de Teror y el resto la Diócesis, según el arquitecto.

Ahora faltaría rematar la última fase global sobre el templo, con la puesta al día de los cuatro retablos, según Jorge Martín, para lo cual se busca ahora financiación. 

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