Obituario
A Margarita Bordes
Margarita, está linda la mar,
y el viento, lleva esencia sutil de azahar:
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento:
Margarita, te voy a contar un cuento:
Sucedía en la terraza del antiguo Club Náutico que terminaba en unas escalinatas que daban al mar directamente y donde golpeaba la marea los días de viento. Todos los sábados había baile con orquesta, pero a mi grupo de amigas, Conchita, la bibliotecaria no nos dejaba bajar porque todavía no teníamos edad para los bailes, pero podíamos mirar desde la balaustrada de la terraza de la biblioteca y así pasábamos el rato comentando las piezas musicales y lo guapas que estaban las señoras que bailaban.
Pero la pareja más guapa, más elegante y que mejor bailaba era la que tu formabas con tu marido, Antonio, y que bien te sabía llevar y nos quedábamos embobadas mirándoles hasta que el baile se terminaba a las diez de la noche.
Pasó mucho tiempo, se terminaron los bailes de los sábados con orquesta y hasta el Club cambió de lugar y ya las escalinatas no volvieron a traernos personas tan importantes como por ellas subieron durante muchos años.
Hasta que, hará ahora unos cuatro años, tu prima Encarna vino una tarde contigo a casa. Nos faltaba una persona para una partida semanal de canasta y aunque tu al principio no sabías mucho enseguida te pusiste al día con esa inteligencia natural para los números -y para la Historia, cuánto sabías y cuánto habías leído!!!.
La pandemia nos separó un tiempo pero cuando retomamos nuestra partida semanal de cartas, todo volvió a la normalidad y cada vez que aparecían por casa, ésta se iluminaba con tu luz.
Han sido casi tres años encontrándonos semanalmente y ¡cuanto bien me has hecho!.
Me preparaba en casa para recibirlas como si fuera a salir, y me pintaba hasta la raya de los ojos y los labios y un poco de colorete. Y me ponía mis más alegres pendientes. El verte llegar, siempre tan guapa y tan elegantemente arreglada, me estimulaba para volver a retomar un poco la presunción femenina que había ido dejando a lo largo de todo estos años transcurridos.
Cuando ya muchas de mis antiguas amigas: compañeras de bachillerato, de natación, de los masters, de la carrera, del Teatro de Cámara, del taller de cuentacuentos, habían ido desapareciendo de mis días , apareciste tú, como un regalo que me dio la vida. Porque claro, al recoger las cartas y el paño verde, lo hacíamos despacito, con la pena del ratito que se acababa, donde habíamos comentado de todo lo que pasaba en nuestras familias, en los amigos, y en España, principalmente. Tus comentarios siempre tan prudentes y certeros!!!!.
Se piensa cuando nos llega la muerte, como tenemos nuestras manos, si llenas o vacías. Querida Margarita tus manos las llevas de una canasta de comodines que te acompañará a lo largo de tu camino de luz.
Buen viaje, amiga y muchas gracias, desde el corazón.
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar;
tu aliento.
Ya que lejos de mi vas a estar,
guarda cariño, un gentil pensamiento
de esta amiga, que un día
te quiso contar un cuento.
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