Artenara

La Cuevita de los vientos

El pueblo de Artenara cierra las fiestas de la patrona con misa, procesión, drones y un espectáculo musical de Yeray Rodríguez

Misa y procesión de la Virgen de La Cuevita 2023

Juan Castro

Artenara disfrutó del día grande de sus fiestas patronales con misa, procesión y un espectáculo musical de Yeray Rodríguez, previo a la comitiva que ya de noche acompañaba a la Virgen de La Cuevita hacia su santuario de piedra, todo dentro de un programa que según los vecinos, ha tenido «su buen aquello».

La Virgen de la Cuevita despidió este domingo las fiestas de Artenara convertida en la señora de los vientos, procesionando al final de la misa entre unas rachas que no mermaron el color, el aroma a pino y a familia, las que se reencuentran cada año al calor de una parranda de formato doméstico, de ensalada, barbacoa y sobremesa.

A las doce comenzaba la eucaristía presidida por el párroco de Teror Jorge Martín de la Coba, en una Artenara que durante la mañana fue cogiendo aire de celebración, en unas fechas que, como apunta el alcalde de la localidad, Juan Díaz Luján, multiplica por ocho su censo real, el de unos 500 habitantes durante el invierno, y que llega a superar los 4.000 en los días de su patrona. Y a los que se sumaban, llegados desde las carreteras que le unen con La Aldea, con Tejeda, de los Altos de Gáldar o desde Valleseco, personas provenientes de los cuatro puntos cardinales en todo tipo de vehículos, desde caravanas que aparcan convertidas en apartamentos a interminables filas de motos, a los que se suman en bicicletas sin tino, y es que Artenara es meta de puerto de montaña, condición ratificada con creces el pasado sábado 19 de agosto, con decenas de participantes en la que ya es la 58 ocasión en la que se celebra la subida Cicloturista -de la capital al pueblo- para realizar una ofrenda floral a la patrona.

Antonio Casal, de Moya, se la perdió, pero ahí estaba ayer a la sombra de los cinco pinos y dos dragos que dan zagúan a la plaza de San Matías Antonio Casal, llegado en bici y no precisamente en línea recta. Salió a las siete y media de la mañana de la villa verde, tiró para el Pico de Las Nieves, el punto más alto de la isla, y de allí entre senderos, se bajó hasta Tejeda para volver a subir y acercarse a Artenara a rendir visita. 80 kilómetros del taponazo que dejan huella familiar, no en balde su hija Naisa Casal, de 10 años, es campeona de Canarias de bicicleta de montaña y subcampeona de carretera, seegún informa del hecho orgulloso mientras llena el depósito con dátiles embarrados en gofio, «para no empegostarme los dedos», un Acuarius y un gel energético.

Solo le faltó haber rematado el menú con los imprescindibles Helados de Fiesta de Rosa Quintana, una golosina que se pierde en el tiempo, según explican al frente de la nevera asocada en una sombra del Ayuntamiento y que solo se vende en sus sabores fresa, vainilla y coco, pero que denota con su presencia cuál es el más añejo calendario festivo de la Gran Canaria interior, con las jaranas d e Fontanales, las de Juncalillo, Teror, o el Valle de Agaete. O las de la propia Artenara, que este año han tenido su peculiar ‘aquello’, según los propios vecinos, con especial regusto por la 22 entrega del concierto Una noche en Artenara con amigos de José Antonio Ramos, previsto para el sábado 19 de agosto pero que tuvo que ser aplazado al martes, lo que dio pie a un ambiente más entregado -y sosegado-, para saborear en la siempre mágica noche cumbrera de las actuaciones de Althay Páez, y Domino Rodríguez El Colorao, y con un extra: la presentación de la última entrega de las aventuras de Irina y Gara, de Pilar Ramos, hermana del inolvidable timplista artenarense.

Con la procesión de ayer realmente se empezaba el día grande de la patrona, pero se terminaba una fiesta que programaba para la tarde el espectáculo musical Artenara al pie del cielo, dirigido por Yeray Rodríguez; la interpretación del Ave María de Franz Schubert por la soprano Maite Medina; y la subida de la Virgen de la Cuevita hasta su santuario, tras un espectáculo de drones que de alguna forma vienen a sustituir los afamados fuegos artificiales que se celebraban en el pueblo hasta el año 2018.

El airote del mediodía presagiaba que a los drones se los llevaría el viento, pero un año más, con la Virgen sí que no pudieron.

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