Festival de Narración Oral Cuenta con Agüimes

Félix Albo: “Venimos contando historias desde la caverna y es un lujo»

El coordinador del 33 certamen de la narración, el más veterano de España en su modalidad, avanza las claves de la próxima edición que empieza el 27 de febrero

Félix Albo

Félix Albo / LP/DLP

El valenciano Félix Albo hace unos años que se puso al frente de la dirección del Festival de Narración Oral Cuenta con Agüimes, que el próximo día 27 de febrero inaugura su 33º edición. La cita que impulsa el Ayuntamiento del sureste se ha convertido en el más antiguo de sus características que se celebra en toda España.

Su implicación en la gestión cultural de distintas iniciativas la ha venido combinando con su pasión por la tradición oral y la dramaturgia. Lleva celebrando el poder evocador de la palabra desde hace treinta años en los escenarios de medio mundo, quizás porque esté convencido de que rescatarla de la ciénaga del lenguaje podría proporcionarnos un recurso noble para poder iluminar el mundo en estos tiempos inciertos.

Albo ha invitado a otros cuatro narradores de distinta procedencia que han acudido a su llamada para llenar de cuentos, hasta el próximo día 3 de marzo, diferentes espacios de Agüimes. Carolina Rueda (Colombia), Quico Cadaval y Paula Carballeira (Galicia), Antonio López (Canarias) y el propio Félix Albo se reparten el programa de este festival que puso en marcha hace más de tres décadas el desaparecido escritor y activista cultural Antonio Lozano. «Siempre hemos propuesto espacios en los que podamos encontrarnos con el público. Cada autor tiene su estilo, sus propuestas formales y sus matices que dejan un color en la comunidad.

Esos colores hay que combinarlos para que funcionen en una especie de paleta equilibrada en la parrilla de programación del festival», explica el cuentista sobre su tarea como curador del mismo. «Es complicado controlar un festival de estas características, porque debes ser sensible a las demandas de cada narrador: conciliar las fechas de sus compromisos con las del festival, hay algunos a los que les apetece emplear el micro en sus sesiones y a otros no, elegir los espacios adecuados y proponer las actividades con una finalidad disfrutona pero también didáctica. Dentro del oficio, el de Agüimes es un festival de referencia. Contar en Agüimes es un lujo porque el público, que es multigeneracional, está entrenado y llega con una predisposición generosa para llegar a donde los narradores quieran llevarlos», puntualiza.

«Estamos empeñados en que la gente joven conozca y se involucre en el festival. Los distintos talleres, las sesiones (fuera del festival), el hecho de que jóvenes de Agüimes compartan un cuentito con el público del festival... Nos encanta tener un público de edades muy variadas pero que se enriquezca de la participación de gente joven. Por otro, nos encanta que el público de Agüimes participe de las propuestas frescas, como la cena contada del año pasado, todo un éxito, o el ‘Patrimonio Contado’ de esta edición, donde haremos sonar la palabra por uno de los espacios patrimonio de la villa y sigan disfrutando de todas las demás propuestas de sesiones».

«Lo importante es contar, compartir con quien queramos esos trocitos de vida, que permite revivirlos a quien los cuenta y además revivirlo con quien escucha. Y eso es un placer que crea un lazo hecho sólo con la palabra», subraya.

La primitiva palabra

«Soy muy tímido, pero me ha tocado este oficio. Todo el mundo tiene algo que contar. Todas las vidas tienen el derecho a ser escuchadas por lo menos una vez. Aprenderíamos muchísimo y evitaríamos los recorridos que no nos llevan a ninguna parte. Hoy en día estamos extraviando la comunicación más que la oralidad. Vivimos la etapa de la historia de la humanidad con más recursos tecnológicos al servicio de la comunicación y en la que peor nos comunicamos y estamos expuestos a la soledad y al bloqueo de la mentira. Pero tenemos necesidad de conectar la emoción a través de algo tan primitivo como es la palabra y la voz», añade Albo.

«Nuestra profesión se conoce poco», lamenta Félix Albo. «Ya poder dedicarse profesionalmente a ello es un desafío importante. Tenemos suerte y el gremio está formado por personas muy exigentes e inquietas, por lo que siempre hay quien ya está probando no sé qué manera, formato o canal para contar, así que a este arte le queda para rato», sostiene el cuentista al referirse a los retos futuros a los que se enfrenta la narración oral. «Yo creo que el peligro de que desaparezca esta manera de transmisión es menor que nunca, porque hay un montón de proyectos que se están llevando a cabo, precisamente desde la oralidad, recuperando y registrando todas esas voces y material inmaterial que supone nuestra cultura más íntima y, a menudo, identitaria y estructural».

«Hemos ganado que este arte llegue hasta nuestros días. Hay que pensar que venimos contando historias desde la caverna, así que es un verdadero lujo seguir sentándonos a escuchar la palabra de un igual que, simplemente, va a pausar esta realidad para vivir otra contándonos una historia».

Sobre los talleres de narración oral lo tiene claro: «Un taller da para poco, pero sí que da a conocer, acerca, propone y, sí, a veces, da la vuelta. Este oficio lleva mucho detrás del escenario, así que aquellas personas que deseen dedicarse a esto deben tener claro que este oficio exige capacidad de trabajo, ganas de comunicar y una propia manera de hacerlo», concluye.