Medio Ambiente

Los pilotos de incendios piden mejor coordinación en tierra y menos cables

Tripulantes de hidroaviones y helicópteros afirman que en el aire ya se percibe el cambio climático

La clave es ser contundente en el primer momento del fuego

Debate entre los pilotos de extinción de incendios.

Debate entre los pilotos de extinción de incendios. / José Carlos Guerra

Mejorar la coordinación para minimizar el caos que genera un gran incendio forestal, disponer de forma permanente de más helicópteros de gran capacidad y eliminar los cables eléctricos en las zonas de recarga de agua. Los pilotos de las aeronaves que combaten el fuego en Canarias lanzaron estas tres propuestas durante la primera Conferencia sobre Estrategias del Uso de Medios Aéreos en la Extinción de Incendios, celebrada este miércoles en la capital grancanaria.

Los pilotos de hidroaviones y helicópteros también aseguraron que desde el aire se aprecian mejor los efectos del cambio climático y alertaron de las consecuencias de los incendios forestales de sexta generación, imposibles de frenar si no se atacan con rapidez y contundencia antes de que se escapen las llamas.

La Conferencia, organizada por la Asociación de Trabajos Aéreos y de Emergencias (Ataire) y el Cabildo de Gran Canaria, congregó en el edificio Elder a tripulantes y expertos en extinción de incendios para debatir sobre estrategias a la hora de enfrentarse al fuego y también analizar las dificultades que atraviesan las empresas y los profesionales del sector. Aunque España es un país puntero en la utilización de medios aéreos, ya se ha constatado «una fuga de talento» hacia otros territorios europeos por las mejores condiciones laborales.

En el caso concreto de Gran Canaria fue Oriol Garriga, piloto de la compañía Skay Helicópteros, el encargado de explicar la labor de los equipos de emergencia de la base de Artenara, donde hay un aparato durante todo el año y otro en los meses de verano.

Coordinación

Tras resaltar la importancia de estos encuentros «para poner puntos en común en sitios como Canarias, donde hay cuatro islas con medios aéreos», dijo que un gran incendio «siempre supone un caos», por lo que abogó por mejorar la coordinación para optimizar los medios aéreos y terrestres, pues en algunos casos se hace un trabajo improductivo.

Puso como ejemplos que él mismo ha tenido dificultades para localizar un punto exacto, Barranco Hondo, al desconocer la toponimía de la isla, y que en el último incendio de Tenerife apagó una quema controlada que habían preparado los equipos de tierra para hacer un cortafuego.

Oriol Garriga detalló que desde 2022 está destinado en la base de Artenara, tras trabajar previamente en Cataluña y Extremadura, y opinó que en este tipo de operaciones «es importante tener la visión de un piloto que está dentro y las situaciones en las que se encuentra».

«Yo soy el piloto y estoy abajo del todo en la escala de mando. Es complejo llegar a las altas esferas. Yo puedo transmitir mis discrepancias al personal de la base y ellos a su vez lo intentar transmitir, pero el canal de comunicación es muy largo», apuntó. Todo se complica aún más cuando coinciden dos incendios en dos islas distintas y hay que desplazarse.

Al igual que otros participantes, Garriga se mostró partidario de dar prioridad en Canarias a los helicópteros frente a los hidroaviones, aunque también planteó ir «con cuidado» a la hora de incrementar el número de aparatos para evitar los caos en el aire. A su juicio, sí sería necesario un helicóptero tipo Kamov, con más del doble de capacidad de agua que los que tienen contratados los cabildos, y aviones pequeños con capacidad de lanzar líquidos retardantes para los primeros momentos de un incendio en el monte.

«En invierno la cosa es más calmada, pero en Canarias faltaría un helicóptero de alta capacidad todo el año, no solo los meses más riesgo, como un superpuma que carga 3.500 litros», detalló Garriga, quien subrayó que el momento de mayor peligro para los pilotos en Gran Canaria en la carga de agua en embalses o estanques. Esa peligrosidad se debe a la gran cantidad de líneas eléctricas en las zonas de medianías y cumbres.

«Nosotros -agregó el piloto- volamos aquí muy bajito y a veces con el sol en la cara, por lo que no ver los cables de una línea eléctrica puede ser muy grave; de hecho, así han sido la mayoría de accidentes, pues si se suma la calima o el humo hay un gran riesgo de impactar contra una línea eléctrica».

Dámaso Castejón, secretario general de Etaire, señaló que Canarias tiene varias particularidades, pues además de la lejanía y la insularidad tiene una orografía «un poco distinta» a la de la Península. Por tanto, comentó, los helicópteros son más efectivos que los hidroaviones porque pueden hacer descargas más efectivas en sitios poco accesibles. «Además, el helicóptero tiene la ventaja de que puede trasladar a las brigadas y acercarlos al fuego, lo que no puede hacer un avión», agregó.

Respecto al cambio climático, Castejón señaló que el calentamiento «es obvio», como lo demuestra que los incendios forestales ya no solo se generan de junio a septiembre, sino también en primavera y otoño. En su opinión, eso debe llevar a contratar pilotos durante todo el año o al menos nueve meses, aunque admitió que el sector está falto de medios para atender todas las posibilidades de contratación en Europa.

«España es y era el país donde más medios se contratan, pero al entrar en competencia internacional con países como Grecia, Turquía, Italia, Portugal, Alemania o Noruega, donde históricamente no había grandes incendios, hay una fuga de talentos, de pilotos fundamentalmente, pero también de compañías que están optando por salir fuera de España al encontrar mejores condiciones.

En un debate sobre las diferentes estrategias de extinción, entre pilotos de ala fija, ala rotatoria y drones, el veterano Juan Carlos Gómez Verdugo, con 38 campañas de verano en España y 27 en Chile, también se refirió a los siniestros de sexta generación. «Como tripulante no tengo la menor duda de que algo está cambiando», señaló antes de recordar que participó en la extinción de un incendio en el país andino que tenía 700 kilómetros de frente de llamas, que quemaron pueblos completos y se tardó un mes entero en apagar», detalló. A su juicio, «esas tormentas de fuego, esas pesadillas, se darán cada vez más en el futuro».

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