Obituario

Adiós a Raúl Saavedra, educador y mediador

Muere el educador y mediador Raúl Saavedra

Raúl Saavedra.

Raúl Saavedra. / LP/DLP

Javier Marrero

Ya no habrá más choques violentos de estrellas y planetas, se fundirán en armonía danzando en el firmamento de nuestros eventos celestes. 

El educador, el mediador, ha llegado, el que sabe escuchar, el que sabe donde cabe un abrazo y donde va un beso. 

Raúl Saavedra no nos ha dejado, está ordenando nuestras noches allá por Tamadaba, por Guayedra, en Las Tirajanas y en nuestro hermoso noroeste de la Gran Canaria, por la Punta de Gáldar en donde se asoma en el horizonte, como si navegara en el Atlántico nuestro gigante, nuestro Teide.

Tan joven y qué clarito tenía que en la educación había que aportar mucho más. Todavía estaba por los veintipocos y se vino a La Montañeta, la que era el Reformatorio y se transformaba con Luis Pérez Ojeda en Residencia Juvenil para menores con medidas judiciales.

La hora del café de los tres directores, que más que directores éramos reformadores, eran jornadas de estudio educativo.

Él era la alegría y la coherencia, una virtud innata que poseía para que lo que paríamos lo tradujéramos en esos proyectos educativos.

La experiencia, la práctica, la empatía y el mucho estudiar dieron las pautas para seguir los pasos de las maestras y maestros.

Dirigió 'La casa del director' en La Montañeta, donde nos echábamos el primer café en la mañana, esa lucha de conseguir espacios familiares con reparto de responsabilidades, la única manera de educar, de conseguir armonía, de crear ciudadanas y ciudadanos con valores.

Cuando la administración decidió el cambio de uso de ese espacio no te rendiste, se fue para Telde, siempre con su gente del equipo educativo del que formaba parte.

La Solana fue el nuevo reto y poseía grandes recursos educativos, agricultura, animales de granja, artesanía... Y los usó con su equipo de tal forma que muchos de los que por allí pasaron, se prepararon y se convirtieron en nuevos educadores

La mediación fue su siguiente camino, lo tenía claro, no había ni negro ni blanco, sino espacios para pintar con todos los colores del arcoíris. Aunque siempre he pensado que tenía más colores y que algún día los descubriremos.

Luego vino el reto Redeco, Instituto Interdisciplinar de Resolución de Conflictos, en donde trabajó con pasión y dedicación en cada una de las acciones. Con gran trato, implicación y capacidad, sus señas de identidad.

Hasta siempre maestro, compañero, amigo, director, bichillo. Gracias Raúl. Ahhh… Te toca preparar el café para cuando volvamos a reencontrarnos.