Las horas posteriores a la muerte violenta de Romina Núñez, a manos presuntamente de su marido Raúl Díaz, tal y como concluye la investigación de la Guardia Civil, el cuerpo de la joven paraguaya fue prácticamente devorado por las llamas en una barbacoa de gas en la parte trasera de la vivienda de la pareja en el residencial El Palmeral de Costa Teguise. Durante la reconstrucción de los hechos que tuvo lugar el pasado sábado 2 de febrero, Raúl Díaz confesó que estaba cometiendo "una salvajada" con el cuerpo de su mujer.

Según la versión del ingeniero madrileño tras encontrarse a su mujer muerta en el baño la trasladó al piso inferior donde se encontraba la barbacoa. "La coge por los hombros, solo arrastrando los pies la baja por las escaleras, para en el descansillo y baja hasta el salón tumbándola al lado de las escaleras", se lee en la transcripción de su declaración que se encuentra en el sumario al que ha tenido acceso LA PROVINCIA/DLP.

Sin embargo, la Guardia Civil es concluyente al asegurar que Raúl Díaz no se encontró a Romina muerta en el baño sino que su fallecimiento se produjo "por un episodio violento". Así, los análisis han demostrado que en el baño había salpicaduras de sangre humana, "especialmente relevante de arrastre en dirección a la puerta". Para su confirmación solo falta el cotejo con material genético indubitable de familiares de Romina, una vez que lleguen a España desde Paraguay.

Lo que sí es creíble, al menos una parte de su versión, es la forma en que calcinó el cuerpo de Romina a partir de la mañana del uno de enero. "Que cuando la mueve en el salón también de cara (para colocarla encima de la barbacoa) reconoce que estaba haciendo una salvajada pero la movía con cuidado porque era su mujer", señaló durante la reconstrucción. En sus declaraciones señala que puso el cuerpo en la barbacoa dentro del salón para sacarla posteriormente frente a las puertas del cuarto de la lavadora para evitar que sus vecinos la vieran.

Tras colocar una sábana vieja en el tendedero para cerciorarse de que no lo veían encendió la barbacoa tapándola con la tapa, a excepción de las piernas que quedaron por fuera. "Enciende la barbacoa y se va al salón y se queda fumando, bebiendo y consumiendo (cocaína)", se lee en el sumario.

En su declaración afirma que mantuvo la barbacoa encendida entre ocho y diez horas. De hecho, en la investigación se recogen hasta cuatro testimonios de los vecinos que confirman que desde la vivienda salía humo negro y en un momento dado grandes llamas (se cree que fue en el momento en el que ardió uno de los teléfonos móviles) que hizo que un vecino alertara al 112. "No se preocupen es un asadero, lo tengo controlado", declaró Raúl a uno de los vecinos que tocó en su casa alarmado por el fuego.

Con una gran parte del cuerpo carbonizado el marido de Romina volvió al salón y se quedó dormido hasta primera hora del dos de enero. "Cuando desperté estaba amaneciendo y volví al patio, los cristales del cuarto de la lavadora habían estallado por el calor. Introduce la barbacoa en el cuarto de la lavadora, coge bolsas de basura y tuvo que ir al supermercado a comprar más. Y que compró también guantes que esto ocurrió el día dos por la mañana. Que coloca cartones en el suelo y fue colocando trozos del cuerpo en bolsas, utilizando entre 10 y 20 bolsas salvo para las piernas", relata Raúl Díaz que se encuentra en prisión por la presunta comisión de los delitos de malos tratos continuados, homicidio o asesinato.

La forma en la que Raúl contó a los investigadores y a la comitiva judicial cómo introdujo los restos calcinados de su mujer en las bolsas fue espeluznante. Los detalles que dio durante la reconstrucción fueron particularmente duros dado que relató hasta el más mínimo detalle del estado de lo que quedaba del cadáver. Además de las investigaciones que se realicen para conocer cómo desmembró el cuerpo, utilizó sus manos para separar algunas partes. "Había trozos más sólidos que otros, era todo prácticamente ceniza, no pensaba qué partes cogía, todo era negro", dijo. Tras incinerar la mayor parte del cuerpo hizo lo propio con las piernas a las que ató con unas bridas compradas también en un supermercado de Costa Teguise. Según la versión ofrecida por él, los restos ocuparon dos sacos enteros para lo que utilizó un coche de alquiler para deshacerse de ellos.