La ciudad de Arrecife está ligada a la familia Manrique Cabrera desde principios del siglo XX. En ella se establecieron el comerciante Gumersindo Manrique y su mujer, Francisca Cabrera, padres de los gemelos Amparo y César, el artista más universal que ha dado Lanzarote, Carlos y Juana. Estos dos últimos son los únicos que quedan con vida.

El primer hogar familiar se estableció en el número nueve de la calle Juan de Quesada, frente al Charco de San Ginés. En ese domicilio se establecieron los Manrique Cabrera con sus primogénitos, que vinieron al mundo en 1919, Amparo y César, de los que este año se ha cumplido el centenario de su nacimiento.

Carlos y Juana nacieron cuando ya se habían trasladado a la calle José Antonio (en la actualidad Manolo Millares), recordó ayer Carlos, pregonero de este año de las fiestas de San Ginés, patrón de Arrecife, a las que el consistorio ha querido darle "un acento manriqueño, uniendo y vinculando el pregón oficial con la historia de este pintor y visionario ecologista", tal y como asegura la alcaldesa capitalina, Astrid Pérez, en el saluda del programa de actos.

Pérez destaca también el centenario del nacimiento de José Ramírez Cerdá, que fue alcalde de Arrecife, presidente del Cabildo de Lanzarote y "artífice del primer parque público de la ciudad", que lleva su nombre, además de amigo de César.

Carlos, que tiene 94 años y todavía conduce su propio vehículo, reconoció que para él ha sido "una gran sorpresa" el encargo que le ha hecho la Concejalía de Festejos para que inaugure las fiestas el 14 de abril, puesto que no se lo esperaba.

El Ayuntamiento de Arrecife declaró a César Hijo Predilecto el pasado 5 de abril. "Ha sido un honor enorme para mi hermano y la familia", destacó Carlos, quien tendrá "muy presente" a César en el pregón. "Me acuerdo de él en muchos momentos de mi vida. Era muy hermano y muy cariñoso conmigo".

Seis años menor que César y Amparo, Carlos recuerda cómo era el Arrecife de los años treinta del siglo XX: "Ni coches había. Recuerdo ver uno en la Calle Real, otro en la Fajardo y en la José Antonio, donde nacimos mi hermana Juana y yo".

En las primeras décadas de la centuria pasada, la pesca, los sequeros de pescado o el pequeño comercio, eran el principal modo de sustento de los arrecifeños, relata la historiadora Violeta Izquierdo en la publicación La obra artística de César Manrique.

Carlos rememoró que en esa época Arrecife era una ciudad "muy tranquila en la que ni siquiera existía el actual edificio del Real Club Náutico puesto que el Casino, donde hacíamos la vida, estaba situado en lo que hoy es la Casa de la Cultura Agustín de la Hoz. Leíamos el periódico, charlábamos, tomábamos una cerveza y así pasábamos el tiempo".

Por la diferencia de edad, cada hermano salía con su pandilla. "De jóvenes, con unos veinte años, íbamos a los bailes del Casino, el Círculo Mercantil y el Torrelavega. Eran una fiestas de pueblo, pero con buena música y buen ambiente, también alrededor del antiguo quiosco de la música con una orquesta de mano. Las fiestas eran más familiares que ahora". Añadió que "a César, lo más que le gustaban eran los bailes".

Padre de tres hijos y con cinco nietos, Carlos se dedicó al comercio como su padre y fue representante "de alimentación, de coches y hasta de farolas".

Su última conversación con César, detalla, fue cuando le recomendó ir a Sevilla, "que es una maravilla, como me decía, ya que él había estado allí en 1992 en la Exposición Universal antes de morir. Le hice caso y fui y me comunicaron su muerte cuando yo estaba allí". El artista falleció el 25 de septiembre de ese año.