Esposa, madre, ama de casa, costurera, ganadera, agricultora, cocinera, lavandera, artesana, salinera, pescadora, partera, santiguadora, criadora de cochinilla, albeadora, vendedora en La Recova... La exposición Sombrera. Homenaje a la mujer rural y costera de Lanzarote, inaugurada ayer en la Casa Amarilla, situada en la Calle Real de Arrecife, visibiliza y pone en valor el papel desempeñado por la mujer en la sociedad lanzaroteña y graciosera.

Las comisarias de la muestra, la historiadora Arminda Arteta y la diseñadora gráfica Vanessa González, explicaron que el proyecto se inició "hace unos cuatro o cinco años fascinadas por la estética de la sombrera de Lanzarote, que protege a la mujer del sol y sumerge su rostro en la sombra perdiendo incluso su identidad", lo que les dio pie a reflexionar e indagar sobre las distintas labores y el papel de las mujeres de Lanzarote y La Graciosa. Esa idea, que al principio era "utópica", se ha convertido, a propuesta del Centro de Datos del Cabildo de Lanzarote, en una exposición divulgativa y artística.

"Cuando consultaba los censos y los padrones de oficios veía que la mujer figuraba con las tareas de su hogar y ama de casa, pero luego en las fotografías y postales turísticas de la Isla aparecían ejerciendo distintos oficios. La historia oficial solo recogía el ámbito público", detalló Arteta, "pero no el doméstico, el espacio propio de la mujer hasta hace unas décadas, donde el trabajo era infinito, como el cuidado de los mayores y de los hijos, ir a buscar agua y leña para cocinar , el cuidado de los animales, la siembra y recogida de la cosecha, la elaboración de rosetas y balayos, entre otros empleos". La historia de la mujer "siempre ha estado al margen de la historia en mayúscula", a pesar de que su trabajo anónimo es "imprescindible para la supervivencia en una isla de naturaleza tan hostil como esta", tal y como deja constancia el material expositivo.

Sombrera recoge los testimonios y fotografías de 68 mujeres nacidas o residentes en Lanzarote con edades comprendidas entre los 11 y los 91 años. Además de sus palabras, con frases que se reproducen en las paredes de las distintas salas, sus rostros han servido para crear las dos obras visuales Todas las mujeres, la mujer, de Nico Melián y Joaquín Vera en la parte técnica y Elena Zabalza en la producción.

La entrada es una recreación de los patios con plantas de las casas tradicionales lanzaroteñas, para lo que se ha contado con el asesoramiento de los ingenieros agrónomos Marta Peña y Jaime Gil. En la primera sala se aborda la construcción del rol social femenino y se analiza cómo desde la infancia las niñas eran preparadas para cumplir con un destino claro y único: convertirse en esposas y madres.

En el espacio Las multitareas se expone el sinfín de trabajos de las mujeres más allá de los exclusivamente domésticos. A continuación, en Los oficios femeninos, se hace referencia a las labores que hacían muchas mujeres rurales más allá del hogar como parteras, santiguadoras, lavanderas, sirvientas, alfareras -con una sección dedicada a Dorotea Armas, creadora de Los novios del Mojón-, roseteras y cesteras.

Por otro lado, en La mujer como musa en las artes plásticas y la publicidad turística hay una treintena de postales desde la década de 1950 hasta 1980 y reproducciones de una selección de obras de los artistas Pancho Lasso, César Manrique, Santiago Alemán y Jane Millares.

En la última sala hay fragmentos de textos de diversas épocas y autores, entre ellos Ángel Guerra, José Clavijo y Fajardo, Macarena Nieves y Rafael Arozarena, relativos a la mujer de Lanzarote seleccionados por el filólogo Zebensuí Rodríguez.

Fachico Rojas, Paco Elvira, Javier Reyes, Jaime O'Shannahan y Jacinto Alonso son los fotógrafos que aportan las imágenes históricas. A su vez hay una pieza de música ambiental realizada por Ildefonso Aguilar y una videocreación del cineasta Miguel G. Morales. Shelma Zebensuí se ha ocupado de la iluminación.