Tres de las cuatro especies de aves extinguidas en España en los últimos 500 años tenían su hábitat en las islas de Lanzarote y La Graciosa y en islotes del Archipiélago Chinijo. Son el ostrero negro canario (Haematopus meadewaldoi), el mosquitero canario, subespecie exsul (Phylloscospus canariensis exsul) y la tarabilla canaria subespecie murielae (Saxicola dacotiae murielae). Además, el cuarto individuo extinto también anidó en Canarias, en este caso en la isla de Tenerife. Se trata de la terrera marismeña, subespecie rufescens (Alaudala rufescens rufescens), que abundaba en La Laguna.

Estos son algunos de los datos que se pueden consultar en el último Libro Rojo de las Aves de España publicado por SEO/BirdLife, informa Efe. En él se expone que 12 taxones (categorías biológicas) de aves presentes en España hasta algún momento de los últimos 500 años se consideran desaparecidos, incluso cuatro de ellos extintos por completo, mientras que ocho están desaparecidos completamente de alguna región.

De ellos, cuatro están catalogados como Extinto (EX) puesto que no queda duda razonable de que el último individuo ha muerto; y los ocho restantes se clasifican como Regionalmente Extinto (RE), ya que su población regular ha desaparecido completamente de una región, pero que todavía subsiste en otras.

Entre los principales motivos para la extinción figuran la alteración y la destrucción del hábitat a causa de la agricultura intensiva, el uso de productos agroganaderos tóxicos, la urbanización y la creciente presión demográfica, según la ong conservacionista

La tarababilla canaria. | | GOBIERNO DE CANARIAS LA PROVINCIA / DLP

La primera que figura como extinta en el listado del Libro Rojo de las Aves de España es el ostrero negro canario (Haematopus meadewaldoi). Esta ave habitaba en las costas arenosas y pedregosas de las Islas Canarias orientales, desde 1820, año en que figura la primera mención escrita sobre un ejemplar en La Graciosa, hasta 1913, hace más de un siglo, cuando se tiene constancia del abatimiento del último ostrero negro canario en esta misma isla.

El segundo lugar es para la terrera marismeña, subespecie rufescens (Alaudala rufescens rufescens), que fue un ave común en la isla de Tenerife, y bien distribuida, hasta la segunda mitad del siglo XX, cuando comenzó a constatarse su declive poblacional.

Mosquitero canario. | | GOBIERNO DE CANARIAS LA PROVINCIA / DLP

Posteriormente se fragmentó la distribución entre el entorno de La Laguna, al nordeste de Tenerife, donde los censos de parejas reproductoras cayeron un 92 por ciento entre 1992 y 2002, hasta desaparecer por completo en 2003; y la mitad meridional, donde descendieron un 59,1 por ciento y cuyos últimos ejemplares se observaron en 2007.

El mosquitero canario, subespecie exsul (Phylloscospus canariensis exsul) es la tercera ave ya extinguida. Los primeros ejemplares datan de 1903 en Lanzarote (aunque no se descarta que también habitara en Fuerteventura) y su distribución debía estar ya muy restringida cuando fue descubierto, limitándose a las manchas más pobladas de matorral de las zonas altas del valle de Haría.

Aunque algunos registros lo sitúan en décadas de los 70 y 80 del siglo pasado, no se descarta que pudiera tratarse de confusiones con el mosquitero común.

Y la cuarta ave desaparecida es la tarabilla canaria, subespecie murielae (Saxicola dacotiae murielae), el taxón más efímero de la fauna canaria, que habitó en los islotes del archipiélago Chinijo (Lanzarote): en los islotes de Montaña Clara, donde se descubrió en 1913; y en Alegranza, donde fue después muy abundante. Su desaparición se estima ocurrió a mediados del siglo XX.

No a la contaminación lumínica

SEO/BirdLife apunta que cada año muchos pollos de aves marinas son atraídos por las luces artificiales, provocando colisiones y caídas, quedando expuestos a nuevas amenazas como atropellos o depredación. Es un fenómeno masivo al que se enfrentan los cabildos que coordinan campañas de rescate, coincidiendo con el primer vuelo de los pollos de pardela cenicienta hacia el mar, algo que ocurre cada año hacia finales del mes de octubre. En estas campañas se han llegado a rescatar hasta 5.000 individuos, principalmente de pardela cenicienta, aunque también el petrel de Bulwer o las pardelas chica y pichoneta.