Mijail Gorbachov y su esposa Raisa protagonizaron una histórica visita a Lanzarote con residencia en La Mareta en el verano de 1992 de la que han quedado una retahíla de inolvidables recuerdos en imágenes, escenas, fotografías y saludos personales. LA PROVINCIA publicó una serie de reportajes de la enviada especial Teresa Cárdenes que en compañía del fotógrafo Óscar Jiménez relataron con detalle las jornadas y peripecias del matrimonio soviético.

Los Gorbachov llegaron en torno a las 10.40 horas del 26 de agosto de 1992 a la isla de los Volcanes en un Falcon de las Fuerzas Aéreas española.

Ya en el aeropuerto, antes de que aterrizara el avión, existía la expectación entre los que estaban ante la puerta de la sala de autoridades, en la que ya estaba un grupo que esperaba al matrimonio Gorbachov, y en el que se encontraba el delegado del Gobierno en Canarias, Anastasio Travieso, su homólogo en Lanzarote, Agustín Torres, y el director del aeropuerto, José Infante Martínez, entre otros.

Este viaje del matrimonio Gorbachov fue el resultado de la invitación que formularon el Juan Carlos I y presidente español Felipe González.

El expresidente de la antigua Unión Soviética declaró, poco después de su llegada a Lanzarote, que «no tengo ninguna intención intención de concurrir a las elecciones, ni aspirar a cargos públicos en Rusia, pero que eso no significaba que se apartase de la política.

«¿Es que acaso piensa usted que he abandonado alguna vez?», contestó Gorbachov a un periodista que se interesó por su intención de retornar o no a la vida política. «Participar en elecciones o pretender algún cargo es algo que no me planteo por el momento. Ahora estoy muy ocupado siendo presidente de la Fundación Gorbachov y hay mucho trabajo y hay que hacer muchos estudios», declaró en el primer encuentro con los medios de comunicación tras llegar a Lanzarote.

Con un traje gris y sin corbata, el expresidente de la Unión Soviética pareció suspirar de alivio cuando, nada más descender por la escalerilla de la aeronave, notó que el agosto de Lanzarote no es el de Sevilla y que no ha de soportar aquí «el tremendo calor, con más de cuarenta grados» que sufrió en la capital andaluza.

En compañía de Raisa, que vestía una casaca negra y un ajustado pantalón blanco y negro, el exmandatario invitó a los periodistas a un improvisado encuentro en el que, durante veinte minutos, habló de Rusia.

Esta visita a Lanzarote fue todo un acontecimiento, más para los conejeros y los foráneos cuando Mijail y Raisa Gorbachov rompían en repetidas ocasiones su cordón de seguridad más directo para aproximarse a las gentes para estrechar sus manos.

En la Calle Real de Arrecife

Entre las anécdotas y la cercanía a los ciudadanos, Mijail y Raisa Gorbachov renunciaron el día 31 de agosto de 1992, lunes, a la habitual caminata vespertina por el paseo El Jablillo para ir de compras y aprovechar las rebajas de la Calle Real de Arrecife. 

Cerca de cuatrocientas personas llegaron a congregarse ante los establecimientos comerciales que eligió la popular pareja rusa. En ellos, Raisa compró ropa, juguetes, zapatos, lencería fina, chocolates y hasta un quitamanchas. Mientras tanto, su esposo se limitó a observar y, si acaso, se acercó a la caja de algunas tiendas para abonar los artículos adquiridos por la ex primera dama.

Raisa demostró que le gustaban los pantalones ceñidos. Hasta cuatro se compró en la Calle Real de Arrecife, uno blanco, otro turquesa y otros dos de color negro. Hasta siete establecimientos recibieron la inesperada visita del matrimonio Gorbachov, con Vladimir Persov oficiando de intérprete.

En estos días de descanso en Lanzarote, Mijail y Raisa Gorbachov aprovecharon para recibir al presidente del Gobierno de Canarias, Jerónimo Saavedra, y el consejero de Turismo, Miguel Zerolo, que se desplazaron a Lanzarote.

Por otro lado, la Reina Sofía tenía previsto viajar también a la isla de los volcanes para ordenar y supervisar las obras de reforma de la residencia La Mareta, villa donde estaban alojados los Gorbachov. La Reina acudió justo después de que el exmandatario soviético y la primera dama abadonaron la Isla.