Si hay una zona de la ciudad en la que los vecinos sufren problemas de accesibilidad es Pedro Hidalgo. En este barrio, lleno de callejones y escaleras, llegar a las casas es complicado, pero también lo es moverse dentro de las viviendas, ya que fueron construidas hace más de cuarenta años y carecen de ascensores.

Con el paso del tiempo la población va envejeciendo y ya no puede desenvolverse con la misma facilidad. La mayoría ha tenido que financiar de su bolsillo la adaptación de sus domicilios a falta de las ayudas municipales que han dejado de ser concedidas debido a los recortes presupuestarios.

"Para mí antes subir y bajar todas estas escaleras era una bobería. Ahora es una pesadilla", explica Francisco Viera, que ha arreglado su vivienda para que su mujer, a la que le han puesto una prótesis de rodilla, pueda caminar con las muletas.

Antonio Pérez es otro vecino del mismo callejón que tiene dificultades para entrar y salir de su domicilio. Hace cinco años, tanto a él como a su mujer tuvieron que amputarles una pierna. Pidieron la ayuda de accesibilidad del Ayuntamiento capitalino, pero se la denegaron. "Lo pagamos todo de nuestro bolsillo. Adaptamos el baño, cambiamos la bañera por un plato de ducha y pusimos agarraderas. Gracias a dios dentro de la casa no tenemos escaleras. Fuera sí, demasiadas", señala Antonio que hace un año le dio una trombosis en la pierna que tenía sana. "Con la silla de ruedas no puedo salir de casa, por eso llevamos año pidiéndole al Ayuntamiento que nos pongan una rampa o algún sistema que me permita salir", comenta desde la entrada de su casa donde pasa las horas mirando la calle.

Guillermina Trujillo lleva cuarenta años viviendo en Pedro Hidalgo. A las escaleras que tiene que subir y bajar para hacer cualquier recado se les suman las de su propia casa. "Hace falta una rampita. Somos todos muy mayores", dice esta vecina de 75 años.