Era el segundo anuncio de gran calado que el alcalde de Las Palmas de Gran Canaria lanzaba en el mismo mes de noviembre. Primero había sido el soterramiento de la Avenida Marítima y el consiguiente rescate de "parte" de La Gran Marina. Y luego la regasificadora. "No sé a qué está jugando, no sé si son ocurrencias", comentaba desorientado un par de días después uno de sus concejales.

Pero no, Cardona no improvisaba. No lo hace nunca. En realidad, proyectar el futuro es una de las cosas que más le gustan. Lo hizo durante sus años de concejal, sobre todo cuando estaba al frente del área de Urbanismo, cuando hablaba del frente marítimo con el presidente del Puerto de la época, Luis Hernández; o cuando reservaba el solar de la calle Pavía para una futura permuta por El Confital. Es decir, no es un rentista del corto plazo.

Detrás de su lanzamiento a la arena de la reivindicación política empuñando la bandera de Gran Canaria hay dos escenarios, según coinciden algunos de sus colaboradores y personas más cercanas: liderar como alcalde "de la capital de hecho de Canarias" el desarrollo de la ciudad y la isla, y posicionarse para ponerse al frente de la dirección insular del Partido Popular cuando toque renovación, esto es, en 2013.

Sobre lo primero, en su entorno dibujan a un político que "necesita dar la imagen de un líder de perspectiva, de gran alcalde de la capitalidad canaria, de una ciudad con el peso que tiene que tener como primera capital de Canarias", explica alguien que lo frecuenta con asiduidad. Pero muy pocos son capaces de negar que su protagonismo de las últimas semanas tenga más recorrido. Político, para más señas.

Aunque nadie de sus próximos apuesta a ciegas por esta última tesis de ascenso dentro del partido. "Si hay otra intención con sus grandes propuestas que no sean liderar a la ciudad, no la ha hecho pública en el interior del grupo", ataja uno de los más firmes colaboradores de Juan José Cardona desde muchos meses antes de su elección como alcalde. "No tiene aspiraciones", sentencia otra de las personas que más le tratan a diario. "Su idea es ser alcalde ocho años y nada más", agrega. Una tercera opinión, más abierta, sostiene en cambio que la parálisis orgánica interna por la que atraviesan los populares en Gran Canaria le da la oportunidad de dar el salto y volver a presidir la organización insular, como ya hiciera de 2000 a 2004.

En todo caso, todos los consultados entran en el debate de su ascenso político con argumentos, sobre todo cuando se les interpela sobre su relación con José Miguel Bravo de Laguna, líder político natural de Gran Canaria. "Siempre ha habido históricamente en esta isla una pugna entre el Cabildo y el Ayuntamiento por el liderazgo insular, algo que no habido en Tenerife. Y Bravo lo ve así; ha sido muy inteligente al decir que Cardona está jugando para él cuando se pone a reivindicar al Gobierno de Canarias más inversión para los grancanarios", apunta un analista político del entorno del regidor. "Ahora bien", acota la misma fuente, "la dirección insular del partido se ha quedado descolgada porque las elecciones de mayo crearon otra baronía, María Australia Navarro ya no tiene contacto directo con la calle, y Cardona sí".

Esta concluyente forma de ver las cosas la refuerza un anónimo miembro del gobierno municipal de Cardona. "El alcalde quiere colocar a Las Palmas de Gran Canaria como el motor de la isla, y ese es su primer objetivo, pero también estará mirando de reojo a Bravo, que aspira a colocarse él, o a su hijo Lucas, al frente del partido en la isla. Quizá quiera posicionarse".

Pero todo el mundo en el entorno de Juan José Cardona sabe que ni de él, ni de Bravo, ni de Navarro depende el futuro del PP de Gran Canaria, sino sólo de José Manuel Soria, sea por decisión directa -por mucho que se vote en un congreso-, sea por influencia indirecta. Y si no que se lo pregunten a Paulino Montesdeoca, aniquilado de la política en 2009 cuando osó oponerse a la candidata oficial. Pero, por si acaso, Cardona ya está ahí.

El tiempo dirá si esto sólo es el primer escalón para algo más.