"No soy de aquí ni de allí, sino de todos los lugares de donde se me llame", rezaba San Vicente de Paúl, fundador de la orden reli-giosa de las Hijas de la Caridad, que anunció la semana pasada la decisión de las cinco últimas monjas del centro de mayores de El Sabinal, en Tafira, de abandonar sus dependencias el próxi- mo 30 de septiembre para "atender nuevas pobrezas".

"Aquí los pacientes están muy bien atendidos y nuestra labor deja de ser necesaria", explica sor Dulce, "acudimos a la llamada del más pobre, por eso nos mudamos a otros centros en los que sí hacemos mucha falta".

Las últimas cinco hermanas de la Caridad ya han empaquetado casi todas sus pertenencias tras diez años prestando sus servicios en el centro sociosanitario de Tafira, donde atendían a pacientes de la tercera edad que habían sido trasladados desde el Hospital Psiquiátrico y se encuentran en situación de exclusión social.

El centro sociosanitario de El Sabinal pertenece al Cabildo grancanario, al que se le comunicó "en tiempo y forma" el cese de los servicios de la Congregación de las Hijas de la Caridad el pasado 16 de agosto, a través del envío de una carta redactada por su superiora, la Visitadora provincial.

Las últimas hermanas de la Caridad que quedan en El Sabinal son sor Dulce, sor María del Carmen, sor Juana Teresa, sor Eulalia y sor Celia, que desempeñan funciones de médicas, enfermeras y auxiliares, entre otras, durante las siete horas de trabajo que estipula su contrato de servicios. "En realidad, nuestra obra se centra en todo tipo de cuidados que requieran los pacientes, no solo en atención sanitaria, sino también de educación, pero, sobre todo, colmamos sus necesidades espirituales", matiza sor Juana Teresa.

Sin embargo, las hermanas han sentido la llamada de su superior, San Vicente de Paúl, y aseguran que ha llegado el momento de despedirse de esta etapa en El Sabinal para "reforzar sus obras" en otros lugares, puesto que la suya es una labor itinerante en la que las hermanas se dirigen allí donde la pobreza apriete más. "Nuestra vocación siempre fue servir al más pobre", explica sor Eulalia. "Ahora hay mucho más paro y más exclusión, personas que piden a gritos que alguien las atienda y las escuche", manifiesta sor Dulce, "la necesidad de hablar puede ser más fuerte que las necesidades básicas".

Las cinco hermanas de la Caridad ya conocen sus nuevos destinos y, después de diez años residiendo juntas en las dependencias de El Sabinal, les tocará volver a separarse: "Lo afrontamos con alegría, porque acudimos a la llamada de quien nos necesita y esa es nuestra mayor bendición", asegura sor María del Carmen, que se trasladará junto a sor Celia a una residencia de mayores situada en Lomo Apolinario. Por su parte, sor Dulce y sor Eulalia se mudarán a la residencia de ancianos de San Vicente, en Vegueta, mientras que sor Juana Teresa se instalará en una residencia de ancianos en La Atalaya, en Santa Brígida.

"Nos marchamos con dolor, porque cuando pasas tanto tiempo con los pacientes llegas a quererles y da mucha pena dejarlos", expresa sor Eulalia, "pero cuando una etapa se cierra, otra nueva se abre y eso siempre es positivo".