El muelle de Aalsmeer (Holanda) alumbró en octubre de 2012 al Venus, súper yate encargado por Steve Jobs para ser disfrutado en la dorada madurez del precursor del iPhone. Jobs, sin embargo, dejó este mundo un año antes, víctima del cáncer. No pudo contemplar esta obra de ingeniería marítima, que fue ideada por el pionero tecnológico junto al francés Philippe Stark, y que atracó apenas durante cuatro horas el pasado lunes en el Puerto de la capital grancanaria, consignado por la firma Incargo. El barco de recreo pasó por La Luz para repostar y avituallarse, camino de la isla de San Martín, sólo con la tripulación a bordo. Sus propietarios lo disfrutarán en invierno en el Caribe.

Si había algo que obsesionaba al padre de Apple era, sin duda, el diseño. Hasta el punto de cambiar el proceso de fabricación en la industria tecnológica. Primero concibió la carcasa de sus teléfonos inteligentes, y luego ordenó a sus ingenieros: "Metan todo aquí". Jobs era declarado seguidor de la escuela Bauhaus. e incluso se inspiró en los electrodomésticos Braun para dar cuerpo a los smartphones de la marca de la manzana, de lo cual dejó constancia el periodista Walter Isaacson en su biografía del genio de la mercadotecnia. En ese libro ya se apunta el interés del propio Jobs por sacar adelante el Venus, en su deseo de mejorar la experiencia de usuario vivida a bordo de otros yates en sus vacaciones.

Para el proyecto recurrió a Stark, reconocido diseñador que se sitúa sin dificultad en la idea que el empresario manejaba sobre la suerte de delinear. Ese es el punto fuerte del yate que pasó hace apenas unos días por los muelles interiores de La Luz, más allá de que se alude a la habitual mansión flotante que suelen habitar los megamillonarios. Algunas de ellas, como los barcos de Paul Allen o Roman Abramovich, han atracado ya en la capital grancanaria. Pero ninguno ha tenido el impacto visual del peculiar Venus.

Stark, de hecho, lo enseña en primera línea del escaparate virtual con el que se promociona en la red, como una de sus mejores y más trabajadas creaciones. El paso del navío, que entró a primera hora de la mañana en Puerto, despertó la admiración de los afortunados que pudieron contemplarlo. Sus acabados, y la característica elegancia de líneas homogéneas son sus rasgos distintivos. Jobs persistió en su empeño de terminar su construcción, aún cuando sabía que difícilmente podría verlo surcar el océano. "Debo continuar, no hacerlo sería admitir que he muerto pronto", llegó a confesar. El yate fue, también un motor para su espíritu, en la última etapa de su vida.

Lo de menos resultó que el Venus se avituallara en Gran Canaria. Quien pudo (que no fueron muchos) lo retrató con su cámara, muy probablemente un iPhone, para guardarlo como un pequeño tesoro en la galería de fotos. En la era de la imagen, el yate de Jobs pide a gritos una instantánea, más que un millonario que aproveche sus prestaciones. Por otra parte, magníficas, como corresponde a un producto que su dueño sólo contempló para sí mismo y para su propia familia.