Nadie va a contener esta rabia. Con esta contundente frase escrita sobre una pantalla de cine en la que se proyectaban imágenes de la movilización ciudadana que se ha generado en México y en otras partes del mundo tras la desaparición de 43 estudiantes de Magisterio de Ayotzinapa -uno ha sido ya encontrado muerto en un vertedero- después de haber sido detenidos por la policía de Iguala, se celebró ayer en el Gabinete Literario un acto de solidaridad con el pueblo azteca cuya finalidad no era otra que sumarse al llamamiento que están realizando los propios mexicanos a los organismos internacionales para que se ponga freno a la escalada de violencia que vive el país desde hace décadas con el narcotráfico y la connivencia de las instituciones públicas, comenzando por el propio Gobierno de Peña Nieto.

La iniciativa, que fue promovida por la psicóloga mexicana Gladys Gerardo, residente en Las Palmas de Gran Canaria desde varios años, consistió en una mesa de reflexión para "despertar conciencias" en cualquier rincón del planeta por qué, como dijo Gerardo, la crisis que vive México "nos tiene que dolor a todos, nos debe de importar porque se trata del reconocimiento de los Derechos Humanos".

La simbólica mesa, en la que estaban presentes las fotografías y nombres de algunos de los jóvenes desaparecidos de Ayotzinapa, contó con la participación del historiador Sergio Millares; la catedrática de Literatura Hispanoamericana, Alicia Llarena; la periodista Jezabel Artiles; el físico Antonio León Gallego; el relaciones públicas de origen mexicano Pablo Bucareli y el politólogo Eduardo Ramírez.

En el emotivo acto, se recitaron, además, poemas de Pablo Lezcano y Blas de Otero, que remarcaron aún más la necesidad de que se busque ya la Paz en el país azteca con las palabras y no con las armas y la violencia.

El profesor de Secundaria, Sergio Millares, que hizo un símil a los presentes sobre las fosas "calientes" que hay en México y las que hay aún en España de represaliados de la Guerra Civil, animó a los mexicanos a seguir en la lucha porque "la experiencia nos dice que tarde o temprano aparecerán" en clara referencia al empuje de las asociaciones de familiares víctimas de la represión franquista para encontrar a sus muertos. "En Canarias ya han aparecido 24; nos quedan 300 o 400 personas pero lo haremos. Lo harán también los mexicanos porque esa es su voluntad", dijo el historiador, mientras criticó la imagen "blanca" que han ofrecido los líderes latinoamericanos en la Cumbre Iberoamericana, que se ha celebrado estos días en Veracruz (México) con las guayaberas, cuando la realidad que se vive tanto en México como en España es muy diferente.

En la misma línea se mostró, Pablo Bucareli, minutos antes de comenzar el evento, que dijo que lo lógico hubiera sido que los líderes hispanoamericanos no hubieran ido a la Cumbre para "avergonzar" así al presidente Peña Nieto, mientras subrayó el cinismo de los políticos. "Peña se mira en espejos", en clara referencia a la corrupción que existe en España y en otros países.

"El grado de corrupción es tan tremendo, que lo estamos sabiendo ahora en España. Esa corrupción está necrosada, viene de muchos presidentes. Llegar a los Pinos -residencia del presidente en México- es como una patente de corso", indicó.

La catedrática de Literatura Hispanoamericana, Alicia Llarena, por su parte, recordó en el acto que tras la tragedia de Iguala se esconde una hostilidad sistemática contra las escuelas rurales, creadas a mediados de los años 40, y de donde han surgido un buen número de líderes populares que han movilizado a la sociedad de estas áreas, que viven en la pobreza y en la desigualdad. "México está reprimiendo. Si no se abren espacios para el diálogo, la espiral de violencia irá a más". Y añadió que la tragedia de Iguala es una ocasión para variar ese rumbo.