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Foto aérea de Las Palmas proporcionada por ´Aviación militar ´y reproducida en enero de 1945 en el relato de Simón Benítez Padilla de la revista ´Isla´.

Aquí la Tierra Estratos de la ciudad

El Aeropuerto de Escaleritas

En un cuento publicado en 1945 en la revista ´Isla´, Simón Benítez Padilla, director de Vías y Obras Públicas del Cabildo grancanario, fabula con la construcción de un aeródromo en Ciudad Alta

En un cuento publicado en enero de 1945 en el número 1 de la segunda etapa de la revista Isla, Simón Benítez Padilla escribe: "En unos minutos el taxi nos lleva al aeropuerto civil de Escaleritas. Alineados se encuentran multitud de automóviles de lujo. Entreverados los modestos y gastados coches de alquiler. Autobuses, de colores vivos, descargan grupos de pasajeros". Naturalmente, la ficción no tiene obligaciones para con la realidad y esta fábula, titulada: Lo que dice el paisaje de Las Palmas, no sería sino eso, una fábula sin pretensiones de reclamar nada a la realidad a la que nada debe, si no fuese porque aparece justo cuando está a punto de concluirse el aeropuerto de Gando, porque se publica en una revista de promoción turística, porque su autor, Simón Benítez Padilla, era por entonces director de Vías y Obras Públicas del Cabildo de Gran Canaria, y porque ya en los años veinte el gobierno insular había sopesado la posibilidad de construir un aeropuerto en Escaleritas.

"Mister Smith, Monsieur Dupont, Herr Weber, nos avisa, por telégrafo, su llegada", comienza su relato Benítez Padilla, que prosigue así: "Es para nosotros una vieja debilidad recibir turistas universitarios". Resulta curioso que, cuando faltan aún algunos meses para que concluya la Segunda Guerra Mundial, el ayudante de Obras Públicas y escritor, que, además de publicar libros científicos dio a la luz textos literarios, perfile como protagonista de su historia a un personaje con tres nombres y otros tantos orígenes que corresponderían a los de tres de las principales potencias europeas participantes en la contienda: Francia, Gran Bretaña y Alemania. "Echamos un rápido vistazo por la carta de presentación que nos tiende. Amablemente inquirimos los deseos de mister [sic] Smith, Monsieur Dupont, Herr Weber. Poca cosa. Dentro de un rato, transbordados los equipajes al avión interinsular combinado, nuestro huésped proseguirá su viaje aéreo. Mister Smith, Monsieur Dupont, Herr Weber, es geólogo". Como se sabe, la geología fue una de las pasiones de Simón Benítez Padilla, a la que dedicó importantes contribuciones en diversas revistas.

Y bien, ¿qué anclajes con la realidad tiene este fabulado 'Aeropuerto de Escaleritas'? -el reportero agradece al historiador Manuel Ramírez Muñoz que le pusiese en su pista-. Lo explica al periodista -gratitud también para él- el investigador de la historia de la aviación en Canarias Manuel Ramos Almenara. En la década de los veinte del siglo pasado, la Sociedad de las Líneas Latécoère buscaba una plataforma para la escala del viaje de un piloto francés desde Senegal a Francia, líder mundial entonces de la incipiente aviación. Técnicos de la compañía aeronáutica se reunieron entonces con representantes del Cabildo -quizá Benítez Padilla estuviese entre ellos- y se sugirieron varios lugares, entre ellos Escaleritas, en aquel momento un emplazamiento desértico. Finalmente el asunto quedó en nada, pues el lugar elegido para la escala fue Cabo Juby (Tarfaya), donde desde 1927 trabajaba como delegado de la Latécoère Antoine de Saint-Exupéry, piloto y escritor, quien aún no había publicado la obra que le daría mayor celebridad: El Principito.

En un momento dado, Mister Smith / Monsieur Dupont / Herr Weber, en diálogo imaginario con el autor, muestra en el cuento su admiración por lo que los geólogos llaman 'Terraza de Las Palmas', cuyos principales vestigios en la zona son hoy visibles en La Minilla y el barranco del López Socas: "Por lo que veo -prosigue- entre el fuego y el mar han moldeado esta tierra. Esta meseta superior del aeródromo, constituida, según se aprecia en el corte del desmonte, es una terraza litoral, donde se acopiaron los materiales sueltos que el mar, con sus embates arrancaba de la costa isleña. Esta parte de la isla debió permanecer largo tiempo sumergida, para que el oleaje pudiera labrar esta planicie, dejando la tabla levemente inclinada de los productos caídos en la zona inmóvil del océano. Y ¿qué dicen los fósiles -creo que los haya- sobre la época en que este aeropuerto era cepillado bajo el mar por las olas?". Responde el autor: "Son de la Era Terciaria, periodo mioceno".

Si extraño per se resulta este cuento, que lo mismo pudiera ser una reivindicación desafiante de su autor como lo contrario, una parodia de alguien empeñado en construir el Aeropuerto de Escaleritas, más rareza añade al asunto que un artículo sin título y sin firma, publicado en páginas posteriores del mismo número de Isla, indique que "Tocan a su fin las obras de magnífico edificio para el Aeropuerto Civil y Aeroclub que, juntamente, con las de ampliación del campo de aviación harán del Aeropuerto Nacional de Gando la capital aérea del Archipiélago".

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