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AQUÍ LA TIERRA

Casa collage

La fachada de una vivienda en Guanarteme con una imagen fragmentaria del Che Guevara provoca desconcierto en la mirada del paseante atento

Aspecto de la fachada de la casa de Guanarteme. MARIANO DE SANTA ANA

A veces, en sus callejeos por Las Palmas, este reportero se topa con algo que, acaso, pasa desapercibido a la mayoría de los transeúntes y que a él, por motivos de índole variada, le produce perplejidad. Algunas de estas veces, el reportero, además, se pone en la tesitura de transmitir el motivo de la perturbación a sus lectores, pero no siempre está seguro de lograrlo. Así, con la fachada de esta casa de Guanarteme.

El reportero no dice el nombre de la calle, más que nada por no molestar a su propietario, o propietarios, pero no omite indicar en el texto que el número de la vía, ocupado por el inmueble, es el quince. Sería estúpido hacerlo: es bien visible en la foto, y esta no se puede cortar por ahí, porque entonces el fracaso en la explicación del desconcierto estaría asegurado.

En la imagen se ve que la vivienda está deshabitada, tiene la puerta principal tapiada, y que presenta huellas de abandono. Pero todo esto, obviamente, no la hace más intrigante a la mirada del paseante que cualquier otra casa en condiciones similares. Lo primero, entonces, es detenerse en el retrato semioculto del Che Guevara situado bajo el dintel exterior.

En principio la estampa del guerrillero famoso tampoco tendría que concitar especial atención. Al fin y al cabo ésta no es más que una de las infinitas variantes de la foto de Korda, que, tras su transformación en póster, se convirtió en uno de los iconos más reproducidos de la cultura de masas. Pero el dintel interior que tapa la mitad inferior del retrato incita a un esfuerzo de visión.

Si raro es que alguien pintara la imagen del Che en lo que pudo ser una ventana, no es menos extraño que ese u otro alguien hiciera un segundo dintel que cubre parcialmente el hueco y el retrato. A buen seguro la intervención se hizo con un propósito meramente funcional, pero no por ello deja de convocar preguntas, al menos para el que escribe, sobre la naturaleza de las imágenes.

Afectiva, y a la vez desafecta, referencial, tanto como simulacral, la imagen remite a la figura histórica del Che, a cual, quien lo pintó, profesaría admiración, pero quien la arruina con la construcción del segundo dintel, sin molestarse en borrarla del todo, parece haberla tomado como lo que realmente es: una imagen hecha de pigmento, cuya consideración material deja en muy segundo término su valor referencial.

En principio no es de creer que el interviniente, o los intervinientes, en la imagen del Che Guevara de esta casa de Guanarteme sea, o sean, admirador(es) de Richard Hamilton, Robert Rauschenberg, Dieter Roth, Arnulf Rainer, Sigmar Polke o cualquier otro artista contemporáneo dado a alterar imágenes de la cultura de masas. En cualquier caso el efecto está ahí, disponible para quien, sin prisas, sin rumbo fijo, experimenta Las Palmas con la atención lo más despierta posible.

Pero, además de la imagen arruinada del Che, esta vivienda de Guanarteme desconcierta por sus sucesivas intervenciones arquitectónicas: Contrasta el soporte del retrato, no se sabe si resto de puerta o ventana fuera de escala, enmarcado con carpintería pintada de verde, con la puerta inferior, de madera vista. Y por supuesto, contrastan también los dobles dinteles que, en tanto que enmarcadores, transmiten una impresión de representación dentro de la representación.

Las acciones reparadoras posteriores, como el enfoscado en la parte inferior izquierda, y el desentendimiento, a la vez, en otras zonas desconchadas o agrietadas de la fachada, devienen en un intrincado palimpsesto que el tapiado de la puerta, con tablones, estos sí, perfectamente cortados, y los grafitis que los cubren, invitan, para encontrarle un sentido a todo esto, a buscar un principio estético ordenador: el mismo que utiliza el paseante para pegar las imágenes fragmentarias de Las Palmas que retiene de sus errabundeos por Las Palmas. Ese principio, que está en la base del arte moderno, no es otro que el collage.

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