Federico Ramos Ramírez era apenas un niño cuando empezó a trabajar junto a su padre, Antonio Ramos, a quien ayudaba con un carro y un burro. Una labor que no le hizo abandonar sus estudios y que sería tan solo el punto de partida de la trayectoria profesional de quien más tarde se convertiría en uno de los empresarios de referencia del Archipiélago. Fundador de Transportes Ramos Ramírez, consiguió afianzarse a base de constancia y espíritu emprendedor en el sector de cuya historia ya forma parte, aunque él ya no esté. Y es que ayer, a los 86 años, falleció donde hoy también ha sido incinerado entre familiares y amigos.

Aunque fue junto a su progenitor con quien Federico Ramos dio sus primeros pasos laborales, no sería hasta 1953 cuando empezaría a consolidarse su negocio. Ese año en el que él ya contaba con 20, tras hacer el servicio militar obligatorio, decidió comprar un triciclo con el que empezó a trabajar de manera independiente como transportista cuya base se encontraba en la calle Pedro Infinito. Poco después adquiriría otros dos vehículos más de tres ruedas y con ellos llegaría la incorporación de su hermano Francisco, quien le acompañó a lo largo de toda su carrera, según cuenta José Ángel Hernández, secretario general de la Federación de Empresarios de Transportes de la que Ramos también formó parte.

De hecho, "su destacable defensa del mundo asociativo" le llevó en 1979 a ser socio constituyente de la Asociación de Empresas de Transporte de Mercancías (Asemtra) que en 1982 quedaría integrada en la FET y, posteriormente, en 1995 en la Fundación Canaria del Transporte. Para aquel entonces, la empresa de Ramos Ramírez ya se había convertido en referente. Varios furgones Austin le introdujeron en el mundo de la distribución, pero además, "en 1969 puso en funcionamiento uno de los primeros trompos grúa, modelo OM Titanio, abriéndose camino en una actividad que se convirtió en seña de identidad de su empresa. Durante esta etapa operaba como Transportes Federico Ramos", recuerda Hernández.

Sería algo más de una década después, en 1981, cuando el empresario compró la primera de una flota de grúas autopropulsadas de alto tonelaje "que en los siguientes 25 años ayudarían a construir las infraestructuras más complicadas y emblemáticas de toda la geografía canaria". Dos años más tarde, fundó la sociedad anónima Transportes Ramos Ramírez a la que seguirían en 1988 Mudanzas Ramos y en 1996 Transportes y Grúas Tinerfeñas. Un grupo empresarial en el que llegaron a trabajar 110 personas en distintas "categorías altamente especializadas y cualificadas que constituyó un emblema del mundo del transporte y del empresariado en general a nivel nacional".

Su trayectoria le llevó a hacerse con el premio Distinguido del transporte de Canarias en 2009, pero también a desarrollar un modelo de negocio junto a su hermano "en el que dieron cabida a hijos y sobrinos que actualmente continúan aplicando las enseñanzas de sus padres". Casado con Daniela León Álvarez con quien tuvo a Federico, Soraya, Orlando y Yeray Ramos León; Ramos Ramírez fue también un gran amante de la lucha canaria. Pasión que también compartió con Francisco y cuyos valores "definieron su personalidad", así como le ayudó a superar diversas enfermedades "con el tesón del puntal que es derribado pero no duda en levantarse para volver a la brega de la vida sin temor ante los retos del futuro".

Por todo ello, José Ángel Hernández asegura que Federico Ramos ha sido hasta el último minuto referente de su familia y amigos "y seguramente lo seguirá siendo para las generaciones futuras que muestren curiosidad por la historia del mundo del transporte en Canarias".