Caminan por el parque Santa Catalina como pollos sin cabeza con una mezcla de asombro e incomprensión en el rostro. Ella, pamela prominente y gafas de sol, va unos pasos por delante, diligente para abrirse paso entre el gentío que al mediodía ya ha tomado posiciones. Él, bermudas de bolsillos infinitos y camisa de mangas cortas, mira de un lado a otro de la calle en un afán por encontrar el foco de la juerga. De repente: "Wait, wait [espera, espera]!", le grita a su esposa que le sigue con la misma premura al hueco en el que él ya se ha colocado y, cámara en mano, pega a fotografiar sin tino cachorros, rondallas, bueyes y carretas. Unos segundos. Eso es lo que les ha bastado para imbuirse del ambiente festivo que destilan cientos de personas que celebraron de romería el Día de Canarias en la capital.

El tradicional paseo romero organizado por el Real Club Victoria que celebra su undécima edición, se ha convertido en todo un evento en la ciudad que cuenta con fieles seguidores como Nereida Alonso que no se lo pierde ningún año. "El Día de Canarias hay que salir a la calle", asegura esta vecina de Las Rehoyas sin soltar de la mano a su hija Dayanna que, a sus tres años, ya apunta maneras de romera. Y es que los pies se le van solos con las isas y folías aunque aclara que a ella lo que más le gusta de todo lo previsto para la jornada familiar es "el Museo (Elder)" que también van a visitar cuando acabe la romería.

A escasa distancia, sus hermanos mayores Dylan, de ocho años y Julen, de cuatro, siguen la conversación de la mano de su padre, Carmelo Medina. "A mí lo que más me gusta son los toros y las vacas", cuenta el primogénito que al igual que el resto de la familia va ataviado con el traje tradicional. La presencia de animales es uno de los mayores atractivos para los más pequeños que miran con asombro al ganado que se antoja gigante en comparación a su tamaño.

Eso no impide que otros chiquitines como Neizan López Pérez, de tan solo tres años y medio, se acerque en brazos de su madre, Cirenia Pérez, a uno de los imponentes bueyes para acariciarle. "Este es el segundo año que venimos porque a los niños les gusta mucho", explica la joven que ha ido a ver la romería desde Jinámar junto a sus dos hijos. Ainara, la benjamina a la cual tiene cogida, es otra amante de los animales y no duda en despedirse de ellos cuando retoman el paso. ¡Adiós vaca!, grita con su vocecilla mientras sacude la manita sin perder de vista el movimiento de las reses.

Otro que también se ha fijado en los animales es Santiago Vega. "Están muy bien cuidados", asegura a sus 81. Sus palabras nacen de la experiencia propia de quien ha labrado el campo y conoce bien lo de la tierra. "Soy de San Mateo, agricultor desde que camino", cuenta. De ahí que disfrute de una forma especial de la romería que aglutina mucho "de lo canario", tanto que asevera que de poder hacerlo se unía a ella con una guitarra "porque raro es el canario que no sabe tocarla, aunque sea solo un poco".

No obstante, esta la vive como espectador junto a una decena más de compañeros de la residencia para mayores El Valle que han acudido al evento acompañados por varios trabajadores como Rosi Lorenzo. "Estas escapaditas son formidables", garantiza Vega desde su silla de ruedas. El paseo romero no es lo único en lo que participa el centro con el fin de estimular y animar a los ancianos a través de actividades como esta que les ayuda a "relacionarse y a recordar vivencias del pasado", asegura el psicólogo, Adrián Lorenzo.

Ya sean niños o mayores, de Gran Canaria o de cualquier otra isla del Archipiélago, para Antoñito López lo importante para disfrutar de una fiesta es la actitud. "Si uno va con la idea de pasarlo bien, se lo pasa", asegura este tinerfeño que ha acudido en representación de la carreta El Gamonal y de su pueblo, Tegueste, al paseo romero organizado por el Victoria. Entidad cuyo escudo preside "como agradecimiento"para la ocasión el carromato que ha sido preparado durante cuatro meses.

Un trabajo cuyo resultado llama la atención por los cuadros elaborados con granos y semillas y las miniaturas de diferentes escenas canarias que decoran los laterales de la estructura que arrastran los bueyes. Otra de las cosas que también causa sensación es el sombrero de López en el que lleva prendidos unos 40 pines que le han ido regalando en las carretas de las romerías y que él luce a modo de recuerdo mientras reparte el gofio que guarda en el bolso que lleva colgado.

Tenerife no es la única representación regional que hay en la romería. También participan carretas de La Graciosa, Lanzarote, Fuerteventura, El Hierro y La Gomera además de las de Gran Canaria. Un cuadro con la imagen de Nuestra Señora de La Luz encabeza la comitiva en la que las rondallas ponen la nota musical y artística que arrastra a cantar y bailar a quienes han querido ser espectadores de una de las tradiciones canarias por antonomasia. Y en la calle se respira la fiesta y se saborea la tierra entre vinos, quesos y bocadillos de chorizo de Teror mientras las diez carretas avanzan desde el parque Santa Catalina por e paseo de Las Canteras hasta la plaza de La Luz.