Cuando se cumplen 420 años de la Batalla de El Batán, hoy se representará en Santa Brígida un mercado de la época con actuaciones de lo acontecido aquel 26 de junio de 1599. La Asociación para la Divulgación de la Historia de Canarias (Adhica) llevará a cabo el teatro en el que se interpretarán pequeños fragmentos de lo ocurrido en aquella victoria sobre las tropas holandesas que, con Pieter Van der Does al frente, lograron desembarcar en el Puerto de La Luz (antes de Las Isletas) de Las Palmas de Gran Canaria con el objetivo de iniciar la invasión de la Isla. La iniciativa, que rememora la lucha de los canarios que tras perder la capital grancanaria se reagruparon y organizaron la defensa en el municipio satauteño, ha contado con la colaboración del Cabildo de Gran Canaria y el Ayuntamiento de Santa Brígida.

El espectáculo se celebrará al aire libre, de 11.00 a 22.00 horas, en el Parque Municipal de Santa Brígida, donde también está previsto que los espectadores participen de forma indirecta, por lo que se pide que vayan con indumentaria que se asemeje a la utilizada por los canarios de la época. Por ejemplo, las mujeres pueden llevar faldas largas y una blusa ancha y pañuelos en la cabeza y los hombres pantalón oscuro, camisa blanca, y con sombrero. No obstante, nada de esto es obligatorio para ver la actuación o participar.

Además de la representación, el enclave contará con varias zonas donde se podrán degustar los productos típicos de la época a precios populares. La fórmula para pagar será un insularum que equivale a un maravedí y que al precio actual será un euro. Tomate aliñado con aceite, vinagre y especies, papas arrugadas con mojo y comidas tradicionales del siglo XVI serán algunos de los platos que se podrán saborear.

Asimismo, el menú contará con otros alimentos como el queso, las aceitunas con mojo, con pimentón y salsa fusión de la época, chori miel almendratum, pollo en escabeche, garbanzada, huevas secas con pescado con aceite de oliva, queque de zanahoria, queque de limón y de naranja. También habrá cocina fusión de la época, queque de espelta con virutas de chocolate -que era un producto recién traído de las Indias muy sabroso y nutritivo que se consumía en aquella época-, pella de gofio -la tradicional pella pero utilizando millo llegado a Canarias desde México-.

En lo que a las bebidas se refiere, se servirán limonada con hielo del pozo de Las Nieves, granizada de limón o fresa, bebidas de chocolate, cerveza, ron de caña, vino de la tierra, licores canarios. Todo ello según un menú elaborado por La Cruz Águeda. El uso del plástico será cero, por lo que desde la organización se pide a los asistentes que lleven sus vasos ya que allí se utilizarán utensilios de barro.

En el Parque Municipal también se celebrarán talleres lúdicos de artesanía, bailes históricos, garrote canario, cetrería, restauración de comidas de la época, mieles, música sefardita y un photocall. Y es que se trata de recrear un mercado del siglo XVI que abrirá de 10.00 a 21.00 horas y en el que se representarán pequeños fragmentos de la historia. El primero de ellos se llevará a cabo sobre el mediodía, si bien la mayoría de las actuaciones tendrán lugar en la tarde.

La historia

Era mediado del mes de junio de 1599, hace ahora 420 años, cuando los campesinos canarios comenzaban una jornada laboral más en el campo, sin embargo la preocupación era máxima pues desde las colinas habían divisado una serie de naves holandesas merodeando por el mar en la zona del Guiniguada.

Algo presagiaba que la citada flota no venía con buenas intenciones. Ese presagio comenzó a confirmarse entre la tropa encargada de la defensa de la ciudad "cuando al amanecer del día 26 de junio el capitán Simón Lorenzo se dirigía a Las Palmas, desde su hacienda de La Calzada, y avistó que una interminable fila de navíos se acercaban a Las Isletas". En el horizonte un total de 73 galeones de guerra con la bandera de los Países Bajos y una tripulación estipulada entre nueve mil y doce mil hombres al mando del almirante Van der Does. "Era el mayor asedio que sufría Gran Canaria y cuyo objetivo posterior era conquistar el resto de las islas donde Canarias hiciese de puente entre Europa y América".

"Sin pérdida de tiempo Simón Lorenzo dio la voz de alarma y el gobernador militar de la plaza, Alonso de Alvarado y Ulloa (1539-1599), que ya había recibido el mensaje de los vigías apostados en la atalaya de Las Isletas, comenzó a disponer las medidas necesarias para repeler la inminente invasión con su pequeño ejército de aproximadamente 150 soldados profesionales, incluyendo los artilleros, y unos mil hombres, de milicias reclutados por los pueblos. Durante varias jornadas fue imposible resistir en los arenales la embestida holandesa y el enemigo pudo desembarcar una poderosa tropa con mucho armamento a bordo de sus lanchones".

Con Las Palmas sitiada y en estado de saqueo, la capitalidad se trasladó al lugar de La Vega, convirtiéndose en el cuartel general de la Isla durante una semana. Allí buscaron refugio los regentes de la Real Audiencia de Canarias, hospedados en la casa El Galeón, una casa con historia que en pleno siglo XVII pertenecía a la familia del capitán Salvador Alonso de Alvarado y su esposa Isabel de Orellana.

A la sombra del palmeral de Tasautejo también se habían guarecido los miembros del Cabildo, el obispo y el gobernador militar Alonso de Alvarado, que fue llevado a toda prisa hasta la casa de Andrés de la Nuez, alcalde real de La Vega, después de resultar mortalmente herido en el fragor de la batalla por una bala que le destrozó un muslo y mató el caballo que montaba, falleciendo el 20 de agosto, nombrándose sustituto al teniente Pamochamoso.

Batalla sangrienta

El lugar de El Batán, situado en uno de los puntos más elevados del antiguo monte a 15 kilómetros de la capital, fue escenario de la sangrienta batalla librada por las milicias canarias y la poderosa armada holandesa, el sábado 3 de julio de 1599; de ahí que aquella guerra contra el enemigo neerlandés sea considerado el más trascendental hecho militar de la historia de Canarias, y sea conocida por el sobrenombre de El Batán.

Según relata el historiador Rumeu de Armas el asalto del holandés tenía cuatro objetivos: "apoderarse de Las Palmas, vengarse de las supuestas tropelías provocadas por las autoridades españolas en los Países Bajos, exigir un importante rescate a cambio de liberar la ciudad, la destrucción y saqueo de esta y apresar a las autoridades y organismos de la isla para asegurar el dominio político de Gran Canaria y a partir de ahí extenderlo al resto del Archipiélago". La capital contaba con 5.000 habitantes y la isla con unos 15.000.

El General al mando de la guarnición de la isla tenía como objetivo principal impedir el desembarco y reducir a las tropas con un fin muy claro: resistir, costase lo que costase. A las nueve de la mañana de aquel 26 de junio los cañones de los galeones comenzaron a disparar contra las tropas que desde tierra mostraban su resistencia, pero las tropas españolas repelieron el ataque, lo que cogió de sorpresa a los holandeses, que no esperaban tal firmeza en la defensa de la Isla. Los cañones de las tropas locales repelieron el ataque haciendo blanco en varios de los navíos.

Sin embargo, las tropas holandesas llegaron a desembarcar ayudados por la artillería de los grandes galeones, en la contienda perdieron la vida unos mil soldados y hubo cerca de un centenar de bajas españolas. La fuerza de las marinería holandesa fue tan violenta que las tropas españolas se vieron bligadas a replegarse y hasta tuvo que evacuarse la ciudad, por lo que los holandeses pusieron pies en tierra y se adentraron hacia el interior exigiendo 400.000 ducados como precio por el rescate de la ciudad y un pago anual de diez mil ducados en reconocimiento a su soberanía.

Retirada holandesa

La respuesta de los canarios no se hizo esperar y estos rechazaron cualquier tipo de diálogo con el invasor pese a los diversos mensajes enviados a través de los correos con bandera blanca. Pamochamoso dejó claro que ante todo estaba la dignidad de los isleños y no se entregarían a ningún tipo de acuerdo.

Las tropas holandesas se dirigieron hacia Santa Brígida. A la mañana siguiente el almirante holandés mandó una columna de marines a internarse en los bosques frondosos del Monte Lentiscal. En la zona de El Batán les sorprendió una fuerzas formadas principalmente por milicianos que cortaron en seco su avance, saliendo en desbandada de nuevo hacia la costa dejando un reguero de soldados muertos en el trayecto.

Los holandeses, en señal de represalia, saquearon la Catedral de Santa Ana, el Cabildo, el Palacio Episcopal y los conventos y casas nobles de la ciudad. Van der Does ordenó la retirada no sin antes prender fuego a la ciudad.

Esta fue la victoria vencida, expreso Cairasco y en el escudo de la Villa de Santa Brígida reza: "Por España y por la fe, vencimos al holandés". La reconstrucción de la ciudad costo 50 años, pero aquella gesta bien merece ser recordada en los anales de la historia de forma especial.