Caminar por muchas calles de los barrios de Schamann o de Guanarteme se convierte en una práctica de riesgo para las personas con problemas de movilidad, porque la ocupación de las aceras por los coches les obligan a bajar al asfalto. Los vecinos se quejan de que estacionar sobre las aceras se ha convertido en costumbre desde hace años porque la policía local hace la vista gorda. Agentes de la Policía Local admiten que hay una "norma no escrita" para no intervenir con los infractores, porque se trata de barrios con casas terreras en las que aparcar es muy difícil. "Son infractores con autorización municipal', asegura un agente, que explica que ese mirar para otro lado se remonta al multazo masivo y nocturno que se produjo un fin de semana de junio de 2013 y que se saldó con 216 multas a vehículos aparcados sobre las aceras que provocaron la indignación de los vecinos. El Ayuntamiento retiró posteriormente las multas a los que presentaron un recurso conjunto.

Desde entonces, señalan las fuentes policiales, los agentes evitan intervenir con los coches mal aparcados en Guanarteme. Así, mientras en el resto del municipio se castiga con mayor o menor firmeza a los transgresores, en estos barrios se mira para otro lado, a juzgar por el enorme número de calles que día sí día también aparecen con las aceras tomadas de punta a punta por los vehículos, mientras los peatones son arrinconados y obligados a jugarse el pellejo en el asfalto. Ni las esquinas de las vías son respetadas. Las aceras de calles como Mariucha, Pío Coronado, Doña Perfecta, Federico Viera, Pablo Penáguilas, Tristana o Jacinta, en Schamann, o Almansa, Cayetana Manrique, Luchana, Párroco Francisco Rodríguez, Lepanto, Perú o Covadonga, son tomadas de manera cotidiana por los coches. Toda la zona desde Mario César a Las Arenas está repleta de infractores.

El pasado viernes, un día espléndido para estar en la playa, no había un hueco libre en las dos aceras de la calle Covadonga, ocupadas de punta a punta por los coches. A los peatones no les quedaba más remedio que caminar por el asfalto. Estela, una vecina de Guanarteme, se indigna ante la "falta de civismo" de los infractores y la "vista gorda" de los agentes. "Que no haya aparcamientos no justifica tanto incivismo y tanta falta de respeto a los peatones. Aparcar es difícil en toda la ciudad y las aceras se hicieron para las personas, no para los coches. Esto es una vergüenza", se indigna Estela, que asegura que cada vez que sale con su nieta en el carrito para llevarla a casa de su sobrina llega asfixiada, con el corazón que se le va a salir del pecho por las maniobras que tiene que hacer para llegar sana y salva, cada vez que coge por la calzada para que no la cojan a ella y al bebé.

"Tengo que ir con un ojo mirando hacia atrás por si viene un coche y otro hacia adelante para no tropezar con el carrito y buscar un hueco donde meterme para que no me coja. Llego sudando. Esto es un barrio sin ley. Mi hermana, cuando estaba mi madre muy enferma, tuvo que poner bolardos delante de la puerta para que los coches no se subieran porque si venía la ambulancia no la podían sacar de casa", señala.

La otra cara del problema la muestra Iria, también vecina de Guanarteme, que suele aparcar sobre la acera. "Con las 800.000 obras que hay en este barrio y la falta de aparcamientos, no me queda otra que aparcar sobre la acera", se disculpa mientras lleva a su hija en un carrito.

"Los garajes son muy caros, cobran entre 120 y 150 euros al mes por aparcar y yo no puedo pagar ese dinero. Este mes llevo cuatro multas", asegura Iria, mientras observa que el problema no tiene solución. El aparcamiento intermodal de El Rincón, que podría ser otra alternativa, le queda muy lejos de su casa, asegura.

Pepi González, presidenta de la asociación de vecinos La Barriada de Guanarteme y Chile, reconoce que aparcar se convierte en una verdadera odisea para muchos vecinos, pero también advierte que la ocupación de las aceras genera grandes barreras para las personas que se mueven con muletas, sillas de ruedas o carritos de bebés. O simplemente, para las personas, mayores o no, que tienen problemas de movilidad.

Atrapados

"En Guanarteme, normalmente dejan un espacio para pasar por la acera, pero con las obras nuevas, te suelen aparcar junto a las vallas y muchas veces vecinos que están en sillas de ruedas se ven con el coche pegado a la puerta y no pueden salir. Le dices que llame a la policía y que venga la grúa y te dicen que no, porque si avisa multan a toda la calle completa. Es un problema gordísimo", reconoce. "La policía", añade, "ha hecho siempre la vista gorda en nuestra zona desde hace años, pero tenemos claro que la movilidad en Guanarteme está muy mal". El problema se agrava, apunta, porque muchos trabajadores del centro comercial Las Arenas y usuarios de la playa aparcan por la zona. "A partir de las diez de la noche puedes encontrar un montón de aparcamientos libres. La gente ya no se molesta en buscar. Aparca sobre la acera y listo", se queja. Y lo mismo ocurre en Schamann en la práctica totalidad de las calles transversales a Zaragoza. María, una jubilada que lleva una muleta, tiene que bajar a la calzada para llegar a su casa. "Qué le vamos a hacer", reacciona resignada, mientras pide que la gente "aparque como Dios manda". En la calle Jacinta, un repartidor de supermercado asegura que no lo tiene fácil para llevar los pedidos por en medio de las calles, pero se muestra comprensivo, porque "por esta zona no hay donde aparcar".

En Arenales también se ha convertido en una costumbre arraigada aparcar sobre la acera en calles como Juan Carló o Santa Juana de Arco, sobre todo en época de clases. Y luego están los que aparcan con "autorización" del Gobierno en la mal llamada plaza de los Derechos Humanos.