Sólo hay que subir por la calle López Botas, desde el barrio de Vegueta, y se llega con facilidad al paseo de San José. La avenida principal que atraviesa el barrio, de momento, está serpenteada sobre todo de bares y peluquerías, últimamente se ha sumado la opción de barberías, ante el incremento de clientes que necesitan estos cuidados. Y ya dentro del barrio, rodeado de viviendas, uno de sus desconocidos monumentos: el cementerio de los ingleses. Pintado de amarillo, en la puerta de acceso hay un cartel que informa de manera breve sobre su historia. Recuerda que se sufragó con el dinero de residentes ingleses y del Gobierno británico para enterrar a los protestantes. Sus primeras tumbas se excavaron en 1835. En este cementerio se contabilizan 600 sepulturas, aunque en muchos de los cajones se han tenido que colocar más de un difunto, por la falta de espacio, y por no retirar los huesos del que había muerto hace muchos años atrás.
La historia oficial del cementerio inglés de Las Palmas de Gran Canaria comenzó en 1831. Hasta entonces, los europeos no católicos que fallecían en las islas eran enterrados en lugares apartados de la ciudad. Sin embargo, en febrero de 1829 un grupo de comerciantes británicos, cansados de esta situación vejatoria, decidieron movilizarse y obtener los permisos para crear una necrópolis en la que pudieran enterrar a los ciudadanos no católicos.
Hasta hace pocos años, una señora que residía en el barrio guardaba las llaves del recinto, al fallecer, ha sido la iglesia Anglicana la que se encarga de abrir y cerrar este camposanto.
La inglesa, residente en Gran Canaria, Betty Burgess, es la responsable de llevar a las personas que lo soliciten a visitar este cementerio. Suelen recibir peticiones de grupos de extranjeros y hasta de colegios interesados en ver de cerca parte de esta historia de esta ciudad.
