No se deje llevar por el engaño si la próxima semana ve por su barrio la carroza anunciadora del Carnaval. Este año no habrá fiesta debido a la pandemia del coronavirus, pero el Ayuntamiento ha echado mano de ella para promocionar el evento de cara al próximo año y mantener así el entusiasmo entre la familia carnavalera. Será la única carroza, propiedad de la Asociación Recreativa y Cultural Carroza Anunciadora, que saldrá a la calle. El resto estarán aparcadas hasta 2022 si el virus y sus mutaciones lo permiten.

El icónico vehículo comienza a formar parte del Carnaval a mediados del siglo XIX con la aparición de asociaciones y sociedades recreativas-culturales como el Gabinete Literario, el Círculo Mercantil, el Club Las Palmas, que impulsan las celebraciones en los salones y en los desfiles de calle, al amparo de la urbanización de Las Palmas de Gran Canaria, y al que se sumarían, posteriormente, en el siglo XX el Club Victoria y el Club Náutico como así indica el cronista del municipio Juan José Laforet en Cuatro décadas de Carnaval en Las Palmas de Gran Canaria, del periodista José Febles. Al desfile de coches, camiones y carromatos engalanados se sumarían más tarde asociaciones de vecinos y centros comerciales, que se promocionarían gracias a su participación en la Cabalgata. Hoy en día, gran parte de las carrozas que desfilan en el Carnaval capitalino pertenecen a empresas particulares que han encontrado un nicho de negocio con estos remolques gracias a la popularidad del evento, que cada año congrega a cientos de miles de personas en las calles de la ciudad.

La primera Gran Cabalgata que se celebró en la capital tras la muerte de Franco el 6 de marzo de 1976 , entre el castillo de La Luz y el parque Santa Catalina, contó con diez carrozas, mientras que el pasado año se dieron cita en el pasacalle 111 vehículos lo que da prueba del impacto económico que genera en la Isla y en la industria del Carnaval, del que aún no hay un estudio concreto aunque el Ayuntamiento y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria analiza el tema desde hace dos año. No solo para los empresarios que alquilan los remolques sino para diseñadores, electricistas, pinchadiscos, camareros guardias de seguridad y empresas de bebida y comida, entre otras, que se mueven alrededor de estos trailers tuneados.

Carrozas Mambo es una de las empresas del sector. El pasado año participó en el Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria con cinco carrozas -unas 450 personas- pero tuvo que devolver el dinero a las mascaritas que se habían apuntado al de Maspalomas al suspenderse el evento por la declaración del estado de alarma por el coronavirus. “Devolví el dinero íntegro a los participantes y perdí unos 2.500 euros porque los seguros de responsabilidad sobre el vehículo y sobre las personas ya estaban pagados”, comenta el empresario José Cabrera, que se quedó también con la bebida y comida que había comprado para abastecer a las mascaritas durante el trayecto. ”Gracias a unos amigos industriales que tienen congeladores he podido mantener parte del género”, añade.

Con el coronavirus se vinieron abajo las cabalgatas de otros municipios de la Isla que la empresa tenía previstas por lo que lo ganado en el Carnaval de Las Palmas de Gran Canario sirvió para “cubrir gastos”, según el empresario, que vive de otros negocios, al tener que pagar a los empleados que contrató para el evento, los seguros y el parquin en el que estarán los vehículos todo este año hasta la celebración de las carnestolendas del próximo año.

José Halcón es otro de los empresarios que se dedica al negocio, que combina con la organización de otro tipo de eventos como fiestas en barcos o despedidas de solteros. La empresa, que lleva su mismo nombre, logró estar en el Carnaval capitalino y en el de Ingenio con tres carrozas en cada pasacalles y hasta saltó a Santa Cruz de Tenerife con un remolque, pero el obligado confinamiento rompió con todas sus expectativas de negocio en 2020 a las que se añadió después la imposibilidad de hacer fiestas particulares.

“Mis ganancias estaban en Maspalomas en los fines de semana de la Gran Cabalgata, Maspalomas Price y en la fiesta del color de Valleseco”, cuenta Halcón, que incluso trajo a un fallero de la Península durante ocho meses para que decorase las cuatro carrozas que posee para el Carnaval.

El empresario, que compagina el negocio con otro de transporte, afirma que la suspensión de la fiesta implicó perdidas de 40.000 euros, de cuyo monto se hubieran beneficiado medio centenar de profesionales con los que cuenta para dichos eventos, y que contrata por horas. “Ni me atreví a montar una carroza para Reyes; no me quiso comprometer con ninguna empresa e institución por temor a que la normativa cambiase por el coronavirus”, dice el empresario ante el temor de que el trabajo realizado se quedase en saco roto si se anulaba el desfile, como así fue posteriormente.

Ambos empresarios confiesan que no es un negocio fácil de montar dado que por delante hay mucha inversión tanto por el precio de los propios vehículos y su transformación en carrozas, que requieren de proyectos aprobados por Industria para que puedan funcionar como tal, como por el mantenimiento de los propios coches, los seguros y los aparcamientos que deben de pagar, como por la responsabilidad de llevar a tanta mascarita.

Del parque a Infecar

El Paraguas Eventos, que en 2020 se estrenó en el Carnaval capitalino con Érase una vez, es el encargado del escenario de la gala televisada del 26 de febrero, que se emitirá desde Infecar, y en la que se elegirá el tema de 2022. La empresa fue la encargada del montaje para la retransmisión de las campanadas de Tele -5 Mediaset El director de la misma, Israel Ortega, manifestó que la facturación de su empresa “cayó un 70%” tras la llegada del coronavirus y la suspensión de todo tipo de eventos culturales, corporativos y públicos y no recibir ninguna ayudas directa en 2020. “Agradezco al Ayuntamiento que se acuerdo de nosotros”, dijo Ortega, cuya empresa diseña ahora platós para las productoras canarias de televisión./ L.S.V.