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Asesor del primer ministro de Reino Unido

Luis Alvarado: “Canarias es una factoría de talento pero seguimos en la cola de todo”

Luis Alvarado.

Luis Alvarado, (1989, Las Palmas G.C.), ha sido nombrado como uno de los 111 perfiles profesionales más influyentes de España por la plataforma Nova Talent. Graduado en la ULPGC, el Colegio de Europa en Brujas y la London School of Economics, ha presidido, entre otros, el mayor lobby de la juventud del mundo. Premio Carlomagno, hoy asesora a Boris Johnson, primer ministro de Reino Unido, en las estrategias de cambio climático.

Es usted uno de los 111 perfiles con mayor potencial de España. Explíquese.

Bueno, yo empecé a trabajar con asociaciones y colectivos de la ULPGC tras el asesinato en 2008 de mi amigo Iván Robayna, que fue la chispa que encendió mi activismo social. Esto me lleva a Bruselas, donde llego a presidir la Asociación de los Estados Generales de Estudiantes de Europa (AEGEE) durante dos mandatos, con muchas campañas de incidencias, de lobby, en materias como presupuestos, financiación y reconocimiento de cualificación, así como en los países del Este luchando contra el cierre de universidades o por los derechos humanos. Ese fue mi primer contacto con la política europea

En la que ya usted cosecha varios premios.

Joven Europeo del Año, en 2014, y el Carlomagno de Juventud del Parlamento Europeo.

Y recala en el prestigioso Colegio de Europa.

Cuando termino la presidencia la Comisión Europea me abre las puertas para realizar un máster en el Colegio de Europa en Brujas. Y durante mis estudios se convocan las elecciones para el Foro Europeo de la Juventud, que es el lobby juvenil más importante del mundo, que da voz a 150 millones de jóvenes. Logro la presidencia, que es jugar en una liga mayor, y vivo cuatro años muy bonitos, igual que en la AEGEE, pero con más influencia e impacto.

¿Qué logros se raya?

Ahí logramos erradicar las prácticas no remuneradas en las instituciones europeas, acabando con un problema enorme de jóvenes que trabajan gratis, y ganamos esa batalla a través de los instrumentos legales de la Unión Europea, donde desde entonces están prohibidas esas prácticas. También fuimos el primer movimiento de la sociedad civil en llevar a un gobierno nacional al Tribunal de los Derechos Humanos de Estrasburgo, como fue el caso de Bélgica, por ese motivo. A eso se añade potenciar en plena crisis el programa Erasmus, que no solo fue el único que no soportó un recorte de presupuesto sino que se incrementó de 14.000 a 26.000 millones de euros.

No dejaban palo sin tocar.

Influimos en muchos programas, sí. Desde el cuerpo de solidaridad europeo a los programas de empleo de garantía juvenil. Además fuimos muy influyentes con los nuevos fondos del pacto verde, que tiene unos pilares muy fuertes en los jóvenes en cuanto a la financiación de nueva generación para la transición climática.

Hasta que se topa con la Fundación Rockefeller.

De modo paralelo yo había hecho un proyecto con la Comisión Europea y la ciudad de Barcelona sobre innovación urbana y cuando terminaba mi mandato político la Fundación Rockefeller abrió su oficina de Europa para crear un proyecto de ciudades resilientes. Y nos tiramos mutuamente. Yo a la fundación y ella a mí, con lo que les ayudo a crear esa oficina para Europa y para Oriente Medio.

¿Cuál es su trabajo ahí?

Rockefeller se ha dado cuenta que los problemas de nuestras generaciones no se pueden resolver en el ámbito nacional, porque son temas como el cambio climático, pandemias, igualdad de género, inmigración, que solo son en las ciudades donde se tienen que resolver. En España esto no se ha entendido, porque el poder municipal es el que tiene menos competencias, pero es el que tiene que resolver los grandes retos.

¿Cómo se soluciona este desfase del que habla?

En invertir en ciudades clave, para ayudarles a cambiar sus modelos de gobernanza, sobre todo en la gestión de crisis, con hojas de ruta y planes estratégicos para que cuando venga una crisis no solo haya caos en la ciudad, sino que sepa transformarse en la ciudad que quiere. En un mundo tan globalizado, ya no se trata si a tu ciudad le va a tocar o no una crisis, sino cuándo, y si vas a generar la capacidad de absorber el golpe y levantarte. Lo hemos visto en España o en Grecia, donde una crisis te deja paralizado 20 años, sea climática, migratoria, de pandemia, y si no cambiamos las formas de operar, en este caso en los gobiernos insulares y locales, no vamos a poder tener administraciones eficientes, transversales e innovadoras que sepan no solo gestionar las crisis, sino aprovechar el cambio para crear progreso.

“El modelo municipal es heredado de la Segunda Guerra Mundial, y hay que sacudirlo entonces”

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Ponga un caso práctico, porque no se atisba mucha aplicación en nuestro entorno.

El modelo municipal de España, que es el de Europa, es heredado de la Segunda Guerra Mundial y las necesidades de aquella época son completamente diferentes a las de hoy, por lo que hay que sacudirlo entonces. Como ejemplo, las iniciativas de París, que está transformando sus colegios en zonas verdes para que los niños crezcan con mejores cualidades cognitivas. En Rotterdam han decidido que la lluvia, que toda la vida ha sido un incordio, se mire como una oportunidad para crear plazas públicas que retienen el agua, evitan inundaciones y las canalizan a jardines y zonas vulnerables sin agua. En este sentido se acabó el trabajar en departamentos que no se hablan entre sí, ya que con una intervención se da solución a cinco o seis problemas a la vez.

Es decir, que van al tajo, de forma directa.

Va de eso. No queremos documentos ni estrategias que quedan en las estanterías. La Fundación trae las herramientas para estos cambios. Y en este aspecto hemos tenido muchas conversaciones para traerlas a Canarias y es una pena que hasta ahora no lo hayamos conseguido.

¿Qué propondría aquí?

Hay un montón de problemas por resolver porque somos islas. Sube el nivel de mar, hay dificultades de movilidad, en la gestión de agua, de residuos, que es un problema enorme, o la gestión de las energías renovables, algo en lo que tendríamos que ser una superpotencia mundial, pero no sabemos gestionar la relación con el mar. O si no, que alguien me explique cómo los holandeses son potencia mundial en agua y nosotros no. Ellos disponen de granjas flotantes. También Canarias sería en temas de movilidad un laboratorio de innovación social, porque tiene las condiciones perfectas para ello, pero no hay voluntad de sacar adelante este tipo de cosas.

A usted la nominación de Nova Talent le cogió en Londres. ¿En Downing Street?

Voy mucho a Downing Street, pero no trabajo exactamente ahí. Asesoro al primer ministro de Reino Unido, Boris Johnson, en sus estrategias de cambio climático, transición energética y transformación de una economía verde y neutral de carbón.

¿Cómo es su día a día?

El día a día al principio era complicado, sin meterme en ideologías y después de trabajar en Europa con muchas campañas contra el Brexit. Ahora estoy en medio de un funcionariado que es de los mejores del mundo, una máquina que toma sus decisiones con mucha base científica que se ha convertido en uno de los gobiernos más avanzados en el cambio climático. Este estado de cosas más la integración de la nueva administración de EE UU van a crear un momentum muy importante en todo el sector climático, porque los dos países van a marcar el ritmo para que otros se unan.

Bueno, ¿y cómo se ha tomado este reconocimiento?

Como un honor, y con el orgullo de representar a Canarias en esta lista por primera vez, y que rubrica que Canarias es una factoría de talentos. Viajo mucho por todas partes del mundo, y siempre me encuentro un canario rompiendo las reglas del juego, y es una pena que tengamos este potencial fuera, de isleños haciendo maravillas por el planeta, pero que en Canarias sigamos en la cola de todo.

¿Qué le diría a los que quieran seguir sus pasos?

Que hay muchas oportunidades. Y los jóvenes de Canarias, a pesar de que el contexto en casa no pinta nada bien, les digo que el mundo los necesita, porque tenemos una magia especial y un talento muy peculiar, pero ojo, que esto no se tome como un llamamiento para que la gente se vaya definitivamente de las islas.

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