La Provincia - Diario de Las Palmas

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Nadie sin comida no es un eslogan

Un grupo de personas reparte alimentos donados por particulares a familias sin recursos

Josué Guillén, uno de los colaboradores, con una furgoneta llena de alimentos para repartir. | | LP/DLP

Nadie sin comida. Es el objetivo de un grupo de personas que, de modo altruista y a través de las redes sociales, reparte alimentos de primera necesidad a las familias grancanarias que lo necesitan gracias a las donaciones de particulares. Comenzaron en febrero y ya atienden a más de 35 familias en la Isla. 

La iniciativa solidaria Nadie sin comida surgió de la mano de Sheila Sánchez, una grancanaria residente en Tenerife, que al donar ropa de su hijo a una familia que pedía ayuda a través de las redes sociales se dio cuenta de que la necesidad era aún mayor: necesitaban llenar la nevera de comida. El impacto fue tal que decidió actuar para solventar el problema y creó un perfil en facebook bajo el lema Nadie sin comida al que se fueron sumando otras personas para colaborar. El testigo fue recogido en Gran Canaria por Katy Morales. Ambos equipos ayudan a más de medio centenar de familias entre las dos islas.

“La mayoría de los colaboradores somos de barrios humildes; yo por ejemplo soy de El Polvorín, y sabemos de las necesidades que hay pero no nos imaginábamos que se había agravado hasta tal punto con la pandemia del coronavirus”, cuenta Katy Morales, una joven madre que, al igual que Sheila, estaba acostumbrada a donar la ropa que dejaban sus hijos al crecer, pero que se impresionó al escuchar el vídeo que Sheila colgó en facebook denunciando que había familias que no podían llenar las neveras ni las alacenas tras la crisis económica provocada por la covid-19 y que, a eso, había que ponerle remedio. Eso fue lo que la animó a seguir la estela de Sheila y coordinar el grupo grancanario incluso desde La Rioja, donde trabaja como camarera y estudia Electromecánica.

A la iniciativa solidaria se sumaron pronto Rafael Vega, Yuli Pérez, Estefanía Melián, Victoria Losada y Josué Guillén.

La iniciativa fue creada hace unos meses en Tenerife por una residente grancanaria

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Nadie sin comida es uno de los múltiples colectivos ciudadanos que han surgido de forma espontánea como consecuencia de la crisis económica que ha provocado la pandemia sanitaria que, si algo ha puesto al descubierto, es la fragilidad en la que viven muchas familias en nuestro país, incluidas las que tienen un sueldo con el que aparentemente llegan a fin de mes en época de normalidad.

Funcionamiento

Los equipos funcionan gracias a las donaciones de particulares. Los colaboradores recogen los alimentos y los productos de primera necesidad que la gente anónima les aporta como aceite, papas, huevos, azúcar, galletas, leche y artículos de aseo y los guardan en casa ya que no tienen local para almacenarlos. Cada quince días hacen una entrega a las familias en función de sus necesidades.

En Gran Canaria atienden a más de 35 familias, tanto de la capital como de otros municipios, mientras que en Tenerife son 20.

Las familias se ponen en contacto con ellos a través de las redes sociales. Los requisitos mínimos son que tengan una precaria situación económica y que no les llegue ayuda de ninguna administración. Para evitar la picaresca, pasan por una entrevista por teléfono para conocer cuál es su realidad y sus necesidades e incluso les visitan si hace falta. La intuición suele funcionar ya que no pueden solicitarles ningún tipo de papel que acredite su situación precaria al no ser ninguna entidad social.

“En el discurso la gente se delata, lo notas en cómo te pide ayuda, en la desesperación en sus palabras. Algunos te muestran incluso la documentación de que están desempleados, de que han pedido ayuda, aunque tú no se la pides”, cuenta la coordinadora grancanaria sobre cómo detectan las urgencias.

La única condición que piden a las familias es que hagan una foto o cuelguen un vídeo al recibir las donaciones para que los donantes puedan comprobar que su generosidad ha llegado a destino sin necesidad de que se identifiquen, si no quieren.

Alimentos entregados a una familia con niños. | | LP/DLP

“En las familias que atendemos hay de todo un poco. Gente que se ha quedado desempleada a causa de la pandemia, que con el ERTE no llegan para comprar comida o suministros para los niños porque con ello debe pagar el alquiler; otras que arrastran desde hace tiempo situaciones críticas que les llevan a acudir a los servicios asistenciales”, explica Katy en cuanto al perfil de las familias que tocan a su facebook o instagram, en la que también se encuentran pensionistas y desempleados.

La joven madre denuncia que algunas de las familias han solicitado ayuda para comer a entidades sociales pero que les han dado cita para dentro de tres meses. “¿Qué pasa, que en ese tiempo no comes, no pagas la luz?; los Erte o el paro llegan para pagar el alquiler y poco más y lo demás se hace inviable. Y a las familias no les queda otra que priorizar sus necesidades”, reflexiona sobre la situación precaria en la que viven muchas de ellas, incluso con hijos.

No cogen dinero

Nadie sin comida solo recoge alimentos y productos de primera necesidad. Y en más de una ocasión reciben incluso verdura y fruta fresca donada por particulares. Al principio también admitían ropa pero ante el superávit de prendas descartaron este tipo de donación al no tener ningún almacén.

El colectivo no admite dinero de ningún tipo. “No se recoge ningún tipo de donación económica porque entendemos que el dinero lo vicia todo o desaparece”, puntualiza Katy sobre la filosofía con la que se ha creado el grupo.

En Gran Canaria funcionan desde hace un mes y ya atienden a más de 30 familias

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Nadie sin comida no solo entrega los alimentos a las familias, sino que se preocupa por ellas, las escuchan y las animan a continuar hacia delante. “Algunas están tan hastiadas que si no hay una mano amiga que les ayude social y psicológicamente a levantarse no pueden hacerlo. Yo me he visto en alguna situación similar y es muy difícil levantarse si no tienes esa mano, porque las fuerzas se van”, añade Katy, mientras se cuestiona por qué ninguna administración pública ayuda a estas familias, algunas de ellas en “situación de exclusión social”.

El colectivo, que se ha visto sorprendido por la cantidad de familias que han solicitado su ayuda, no tiene la intención, de momento, de convertirse en una entidad social o ONG pese a su labor altruista. “No somos gente a la que nos sobra el dinero ni el tiempo, incluso hemos tenido que poner dinero de nuestros bolsillos para pagar la gasolina y llevar la compra a la familia, tenemos el teléfono abierto 24 horas al día”, dice Katy. “Lo ideal es que las administraciones encauzarán su problema y que no dependieran de nosotros. Nadie tendría que pasar por no tener nada para comer. Te rompes cuando los oyes”.

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