La Provincia - Diario de Las Palmas

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Análisis

Aquellos primeros vuelos

Hoy, Día de la Aviación Canaria, se cumplen 108 años del primer vuelo a motor sobre tierra, en el mar y el cielo del Archipiélago por el piloto francés Léonce Garnier

Este hidroavión (Georges Lévy HB-2. Lefranc-Rouhaud), en una escala de su periplo Francia-África, en diciembre de 1919. | | LP/DLP

Hoy, 30 de abril de 2021, Día de la Aviación de Canarias, se cumplen 108 años del primer vuelo a motor sobre la tierra, el mar y en el cielo de Canarias; aquel pequeño avión del piloto francés Léonce Garnier, el Bleriot XI, marcaría el camino del desarrollo de nuestra aviación y del progreso y bienestar de toda Canarias. Para recordar tal efeméride, decido este año recuperar parte de un trabajo que incorporé al gran libro que se publicó con motivo del Centenario de la Aviación de Canarias, libro en el que participaron más de cincuenta autores para un centenar de crónicas, libro que se tituló Crónicas olvidadas o inéditas de nuestra Aviación y Referencias Aeronáuticas de Canarias y texto que denominé Aquellos primeros vuelos… Quizás algo extenso, tenga paciencia amable lector, es el inicio de la historia de la aviación en el mundo, para llegar a Guanarteme en 1913 y emprender el vuelo. Vayamos a ello…

“Finalizaba la primera decena del nuevo siglo, el XX, y ya en España empezaba a oírse, más bien poco, ese runruneo característico de un débil motor incorporado a un artefacto que, para asombro de la gente, surcaba el espacio. La vecina Francia era la adelantada de la aviación en esos años y posteriores y sus aviadores se esparcían por Europa y llegaban a España dando ejemplo de audacia y divulgando una aeronáutica que comenzaba. En Estados Unidos, asimismo, se estudiaba e investigaba esto del vuelo y todos aceptaron que los hermanos Wright fueron los primeros en volar a motor, allá por 1903. Concretamente sería Orville quien pudo elevarse dos o tres metros del suelo durante 10 o 12 segundos recorriendo 40 metros. Después sería Wilbur el que se elevara, algunos metros más, hasta cinco y recorrer 300 durante un minuto. A este artefacto aéreo se le denominó The Flyer (El Volador) y consiguió elevarse con la ayuda de una catapulta y un rail por el que se deslizó (…). Todo esto sucedía el 17 de diciembre de 1903 en Kitty Hawk (Carolina del Norte). Todos… o casi todos aceptan que los hermanos Wright fueron los primeros en volar a motor… Sin embargo, es justo decir que otros aviadores lo hicieron antes pero, por diversas circunstancias, sobre todo administrativas y de control, no se les reconocieron sus vuelos primigenios. Son los casos de Alexander Teodorovich y Clément Agnés Ader.

Me referiré primero a Teodorovich, oficial de la Marina rusa que, ¡en 1882!, se elevó en un artefacto provisto de un motor de 20CV y tres hélices. Este vuelo no se homologó y, por tanto, “no existe”.

Distinto y más complejo es el caso de Ader, personaje dedicado por completo a las “cosas del aire”. Este francés, de joven trabajador ferroviario, fue un singular inventor de cosas útiles, se hizo ingeniero y aviador, además de construirse sus propios aviones, cuyo concepto genérico lo fundamentó en la palabra latina avis (ave) siendo el primero que llamó a estos artefactos aéreos avión. Su primer aeroplano o avión lo bautizó Éole, de una estructura basada en las alas de un murciélago. En una pista preparada de 200 metros de largo por 25 de ancho, construida cerca del castillo de Armainvilliers, por mediación de un amigo banquero, el 9 de octubre de 1890, ¡trece años antes de que lo hicieran los Wright! y con, al menos, siete testigos (más que los que asistieron a la hazaña de los hermanos norteamericanos), el “murciélago” Éole se elevó y durante 50 metros voló por los aires posándose en tierra. Sin embargo, oficialmente, no hubo certificación del vuelo, ninguna autoridad asistió, ni foto alguna que lo testificara… Lo que sí existe es un informe que refleja lo siguiente: El avión nº 1, llamado Éole, pilotado por el señor Ader, su inventor, perdió tierra y se mantuvo en el aire con sus alas, en vuelo rasante, durante una distancia de 50 metros con el único recurso de su fuerza motriz. Ader había registrado su invento, con ruedas e impulsado por un motor pero no le dio publicidad por la creencia de que, en aquellos tiempos, los que se dedicaban a las máquinas voladoras eran tratados de utópicos, son sus propias palabras.

Monumento en memoria de Garnier, en la rotonda de El Rincón. | | LP/DLP

El Ministerio del Ejército francés respaldó, en principio, a este aeronauta pionero del vuelo a motor (…). Si bien el general Mensier (…) informara positivamente (…) se retiró toda ayuda a este impulsor de la aeronáutica mundial. Estos vuelos se sucedieron el 9 de octubre de 1890, y el 12 y el 14 de octubre de 1897.

(…) El 13 de mayo de 1925 fallece en Toulouse, habiendo sido elevado a comendador de la Legión de Honor y, poco antes de morir, se le otorgó el título de Padre de la Aviación.

Otro adelantado del vuelo a motor fue Samuel Pierpont Langley, al cual hay que otorgarle la expresión aeródromo pues así denominó a su artefacto aéreo por él fabricado y al que adaptó un motor a vapor de apenas cinco kilos de peso. El 6 de mayo de 1896 se elevó sobre el río Potomac, en Estados Unidos, y durante dos minutos recorrió más de un kilómetro y medio ¡a 45 millas por hora! (…).

Ya tenemos los primeros vuelos a motor, con su más y con sus menos, pero ahí estuvieron para atestiguar que la aviación a motor había nacido… ¿Y España?

Dos regiones se han disputado la consideración de ser primeras de surcar los aires patrios: Cataluña y Valencia. A día de hoy parece demostrado que fue el cielo de Valencia el primero que acogió un artefacto aéreo que llevaba motor.

Los ingenieros Juan Olivert y Viadera, militar, y Gaspart Brunet decidieron construir un avión biplano, prácticamente de madera, al que acoplaron un motor de 25CV. Cuando dieron el visto bueno a su obra fijaron un domingo para la prueba, el 5 de septiembre de 1909, decidiéndose que sería Olivert el piloto (…). Ante el alcalde de Valencia y su compañero Brunet se hizo al aire en Paterna unas decenas de centímetros del suelo (…) y recorrió entre 30 y 50 metros… (…). Cinco meses después, ya en 1910, el aviador francés Lucien Mamet, en un Bleriot XI, voló en el cielo catalán en el lugar denominado Can Tunis (Barcelona).

La aviación a motor había comenzado en España y nuestra nación, a partir de ahí, aportó también ideas, proyectos, la ilusión de su gente por volar (…).

Prácticamente en todas las regiones españolas se realizaron primeros vuelos, acuñados en el concepto de lo nuevo, de lo sorprendente, de lo festivo y deportivo. En estas fiestas de la aviación la gente asistía entusiasmada por ver a unos locos del aire que evolucionaban raramente en los cielos. Fueron esos pioneros quienes abrieron el camino a un desarrollo y progreso, a través de la aviación, de las comunicaciones, de los intercambios, de la cultura, de las relaciones sociales, de un transporte aéreo integrado de tal manera en nuestra sociedad que ya no podemos pasar sin él… ¿qué sería de nosotros si desapareciera el avión?

Dos regiones se han disputado la consideración de ser primeras en surcar los aires patrios: Cataluña y Valencia y a día de hoy parece demostrado que fue el cielo de Valencia el primero que acogió un artefacto aéreo que llevaba motor

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Un mes después del vuelo de Barcelona, Madrid seguiría la estela de esta moda del aire y después Pamplona, Sevilla, San Sebastián, Zaragoza, etc., etc., hasta llegar a realizarse 51 primeros vuelos en el período comprendido entre el 5 de septiembre de 1909 al 3 de noviembre de 1913. A partir de aquí, los más rezagados inscribieron sus nombres en esta lista aérea avanzada: en 1915, Ávila y en 1922, Ceuta.

La aviación se extendía sin freno, pareciera como si su nacimiento hubiera sido de vital importancia para la humanidad, a semejanza de lo que ocurriera con otros inventos anteriores históricos… la rueda, se hizo y es indispensable; o el teléfono… ¿qué sería de nosotros sin ese artilugio?... o el ordenador… Sin embargo, a diferencia de estos ejemplos y de los que deseáramos señalar, la aviación tenía un componente implícito en el ánimo del hombre y es el deseo, el impulso, el pensamiento que siempre tuvo de volar, de deslizarse en el seno del aire, de emular a las aves… La cometa, el globo, el dirigible, el planeador, el aeroplano, fueron sucesivamente elementos que sirvieron para que el hombre estuviera en lo alto, elementos que, de alguna manera, satisfacían ese continuo deseo desde los tiempos en que la Humanidad empezó a desplegar unos hábitos de reconocimiento social, desde el momento en el que, el hombre, comenzara a desarrollar una interrelación comunicativa y cultural y se dedicó al estudio, a la observación de lo que ocurría a su alrededor y se fijó en ese entorno que si bien podía respirar y caminar y nadar, no podía elevarse y trasladarse más rápido de un sitio a otro… He aquí ese sin freno de la aviación desde que se iniciara el primer vuelo, ya fuera en 1882, 1890 o 1903. En poco más de una docena de años Europa y América asistieron y fueron protagonistas de cientos de vuelos de aviones que, de forma continua, iban mejorando… vislumbrándose un espectacular desarrollo de la aeronáutica… ¿Y Canarias?

En nuestro territorio, salpicado en medio de un océano y, por tanto, desgajado y también lejano de la patria Europa, deseaba integrarse en esta nueva tecnología que con aires deportivo y festivo se anunciaba por todas las regiones españolas. Hoy, mirando atrás, podemos decir, sin temor a equivocarnos, que en esta región era imprescindible el avión… Quizás lo pensaran de esta manera, de seguro que sí, aquellos quienes consideraron que era tiempo y momento de hacer algo para que Canarias fuera protagonista de un primer vuelo, como había ocurrido en medio centenar de ciudades españolas.

Un grupo de personas, ciertamente desconozco su número, creo más bien poco numeroso, encabezado por un periodista, Domingo Navarro Navarro; un aerostero, de otras latitudes, aquí asentado, Jaime Company Escandell y un militar y empresario, Julio Rodríguez Vázquez, fueron los principales impulsores de organizar en Gran Canaria, en esta ciudad ahora llamada Las Palmas de Gran Canaria, un festival de aviación…eran tiempos del año de 1913.

La decisión fue contratar a uno de los más nombrados aviadores de la época, al francés, como no podía ser de otra manera, Léonce Garnier Motheré y, al parecer, fue Company el encargado de intermediar, una vez Domingo Navarro contactara con el émulo de Ícaro, pero mejor librado.

Los primeros vuelos en Gran Canaria

El aviador Garnier y su equipo, formado por su esposa María Somech y el mecánico Agustín Mañero, llegaron a Las Palmas en la segunda quincena de abril de 1913, en barco, en el que también se transportaba su aeroplano convenientemente embalado.

(…)

Los ciudadanos de Las Palmas y también del interior de la Isla, se encontraban un tanto extrañados y, sobre todo, expectantes, ante la noticia de que un artefacto volaría, como un pájaro, por el cielo de Gran Canaria. Los vuelos se anunciaban en el Programa de Fiestas conmemorativas del 29 de abril, en recuerdo y celebración de la incorporación de Gran Canaria a la Corona de Castilla.

(…), los vuelos se llevaron a cabo los días 30 de abril (dos vuelos), 1 de mayo (dos vuelos y 4 de mayo (4 vuelos).

(…), el miércoles 30 de abril de 1913, a las 16:30 horas, quedaría señalado como el comienzo de la aviación a motor en Canarias y los Llanos de Guanarteme, hoy populoso barrio de la Ciudad, como significativa referencia de nuestra historia aeronáutica.

(…)

El primer hidroavión que llegó a Canarias

Y, por tanto, la primera aeronave que por sus propios medios nos llegó. (…) Fue un 24 de diciembre de 1919 (…) cuando otro aviador francés Henri Lefranc, acompañado de su mecánico Rouhaud, ambos de la Marina francesa, llegaron por aire a Gran Canaria en su hidroavión Georges Lévy HB-2, amerizando en el Puerto de La Luz.

(…)

Los primeros vuelos en Tenerife

El primer vuelo de un aeroplano en la isla de Tenerife se produjo el viernes 10 de mayo de 1913 y sería también Garnier el protagonista (…). Tras el despegue, desde la pista habilitada en La Cuesta (La Laguna), el Bleriot XI, alcanzando una considerable altura, voló hasta Santa Cruz de Tenerife, regresando sin novedad hasta su punto de partida a fin de tomar tierra…, casi al final de la toma ocurrió lo imprevisto: el tren de aterrizaje se desniveló al introducirse en una pequeña hondonada o surco que no habría sido suficientemente allanado, dando el morro del avión con una pequeña elevación del terreno que se encontraba en el lateral, produciéndose desperfectos en el aparato, sobre todo en la hélice.

Otros aviadores, todos ellos franceses, volaría sobre Tenerife: Maurice Poumet, en julio de 1913 (…). Meses después, Pierron, (…) y en 1914 (…), Lucien Demazel.

En otras islas

El primer vuelo que llegó a la isla de Lanzarote, el 13 de enero de 1920, procedente de Las Palmas, corresponde a un hidroavión, el ya citado de Henri Lefranc (…). Un avión militar fue el primer avión que llegó a la isla de La Palma. El 15 de junio de 1955, un Junkers-JU52, tomó tierra en Breña Alta. En relación a la isla de El Hierro, serían los aviadores militares capitán Sánchez Espino y el teniente Murillo Sanabria quienes, por primera vez, aterrizarían en El Cangrejo (Valverde), el 27 de octubre de 1972, con una avioneta Dornier-27 (l-9), que transportaba material de transmisiones para la torre de control (…). No obstante lo dicho, la primera aeronave que voló sobre El Hierro (…) fue un helicóptero Sikorsky, del Servicio de Búsqueda y Salvamento (SAR) al mando de los aviadores capitán Zamarripa y teniente Martínez, los cuales el 12 de diciembre de 1955 realizaron la primera evacuación sanitaria de Canarias por vía aérea.

En La Gomera, el primer vuelo se produjo el 15 de julio de 1959, una avioneta Piper Azteca (…) aterrizaría en un aeródromo de carácter privado (El Revolcadero). (…).

Los primeros aviones terrestres militares que llegaron a Canarias en vuelo fueron tres Breguet XIV (…) Gran Canaria, Archipiélago Canario y Tenerife, el 18 de enero de 1924, que aterrizaron en Gando y, posteriormente, en Tenerife.

En el aeródromo de El Berriel (Real Aeroclub de Gran Canaria), la primera avioneta que aterrizó fue una Aisa J-IIB, el 13 de junio de 1970, pilotada por Rafael Massieu Van de Walle.

Nuestra aviación iniciada y continuamente desarrollada en sus primeros cien años. Queden pues, reflejados, en referencias resumidas, como recuerdo y homenaje, estos vuelos primigenios de la aeronáutica canaria.”

*****

Aprovecho esta ocasión para rogar a nuestro Ayuntamiento, que se haga revisión y mantenimiento a la réplica de aquel Bleriot XI que se colocó, en 1914, en la rotonda, llamada del “Bleriot”, frente al aparcamiento de Sagulpa próximo al auditorio Alfredo Kraus. Ese pequeño avión se va deteriorando por la acción del tiempo y se hace preciso retocar todos sus elementos y aplicar, quizás, algún aceite o pintura para que la escultura aérea no se venga abajo. Forma parte de la Cultura, del arte escultórico, mantener y cuidar las obras.

En el Día de la Aviación de Canarias, ¡felicidades! a todos lo que, de alguna manera, forman parte del sector aeroespacial y, también, en este día grande, un recuerdo muy especial para todos aquellos que han fallecido laborando por la aviación o, desafortunadamente, en accidentes aéreos. Una oración por sus almas y que la protección de la Virgen de Loreto se extienda a sus deudos.

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