La huella dejada por la laboriosa vida del ingeniero Juan de León y Castillo (Las Palmas, 1834-1912) está muy presente en nuestra ciudad y en la isla. El puerto de la Luz y el faro de Maspalomas bastarían para mantener viva su memoria. Sus contemporáneos destacaron su viva inteligencia, gran cultura, profundos conocimientos técnicos y capacidad de liderazgo. Durante décadas fue una de las figuras públicas más importantes de la isla, tanto por sus propios méritos como por su condición de representante de su hermano Fernando, el más destacado político grancanario de su época.

Diez años antes del fallecimiento de D. Juan, el ayuntamiento de su ciudad natal acordó, en sesión del 7 de mayo de 1902, que la plaza de la Feria se denominara en lo sucesivo Plaza del Ingeniero León y Castillo. El nombre tradicional hacía referencia a las ferias de animales, frutos y productos de agricultura, industria, artes y comercio que la ciudad celebraba en este emplazamiento desde la segunda mitad del siglo XIX. Ya en 1862 la prensa recogía que la nueva plaza de los Arenales recibiría ese nombre porque se proyectaba celebrar en ella anualmente una feria.

A partir de 1902 se organizaron juntas para promover suscripciones y festejos con el fin de recaudar fondos para la elaboración de las lápidas que habrían de colocarse en honor al ingeniero. Por su parte, el ayuntamiento destinó tierra de cultivo para contribuir al arbolado del lugar y organizó que los dueños de carros la trasladaran «con objeto de hermosear aquella plaza que debía estar ya convertida en un precioso jardín».

En julio de 1979 el entonces teniente de alcalde Juan Rodríguez Doreste presentó el cambio de denominación de algunas calles y plazas de nuestra ciudad; uno de los fundamentos alegados era la restitución de «sus nombres populares, en muchos casos históricos, anteriores a la II República y a la dictadura franquista». Se mencionaba que la actual plaza del Ingeniero León y Castillo recobraría su antiguo nombre de plaza de la Feria. El futuro alcalde aseguraba que «al ingeniero don Juan de León y Castillo, que construyó el primer puerto de refugio de La Luz, se le reservan los jardines y la nueva plaza que se harán en los terrenos que el Estado ha decidido entregar al municipio, contiguos al Parque de Santa Catalina, entre la calle Albareda y la nueva autovía. Será una plaza digna del ilustre ingeniero».

Afortunadamente, la plaza, aunque rotulada con placas alusivas a su nombre tradicional, no ha perdido el recuerdo de la que fuera su denominación oficial durante décadas. La propia página web del ayuntamiento capitalino afirma que «La Plaza del Ingeniero León y Castillo es conocida popularmente como la Plaza de la Feria, nombre oficioso que recuerda las ferias de artesanía y ganado que la ciudad celebraba en este emplazamiento a finales del siglo XIX».

La histórica plaza del Ingeniero León y Castillo se encuentra situada en la calle dedicada a su hermano Fernando; por ese lado tiene a su frente el elegante edificio levantado para la Comandancia de Marina. A poniente se emplaza la sede de la Delegación del Gobierno en la Comunidad Autónoma de Canarias. Al norte y al sur el espacio está flanqueado por dos vías rotuladas Plaza de la Feria, de las que la correspondiente al norte es la continuación de Jerónimo Falcón y la del sur prolonga la calle dedicada al doctor Waksman.

D. Juan de León y Castillo había nacido en Las Palmas el 2 de abril de 1834, hijo de José de León y Falcón y de Concepción del Castillo Olivares y Falcón; el matrimonio se estableció en Telde para mejor atender las fincas que allí poseían. Estudió la segunda enseñanza en el colegio de San Agustín desde 1845, e ingresó en 1851 en la Escuela de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de Madrid, donde obtuvo las máximas calificaciones y terminó brillantemente su carrera en 1858. Casó en 1865 con su prima Pino del Castillo Olivares y Falcón.

La viajera británica Olivia Stone reconoció que «es el ingeniero constructor de las carreteras de las islas y hay que felicitarlo por la habilidad que ha demostrado en muchas ocasiones al trazarlas». Manuel Lobo Cabrera ha destacado su gran aportación en la construcción de puentes para salvar los accidentes orográficos que dificultaban el trazado de las carreteras que proyectó. Su decisivo papel para la mejoría de las comunicaciones insulares es unánimemente reconocido. Se ha destacado no solamente su habilidad técnica sino también su consideración hacia las personas a quienes dirigía sus proyectos de carreteras, puentes, puertos, faros y centros sanitarios. Uno de sus biógrafos, A. Sebastián Hernández Gutiérrez, lo calificó de ingeniero científico y humanista. Don Juan resaltaba para sus proyectos la importancia primordial de los árboles para afianzar el terreno, retener el agua de la lluvia, purificar el aire y hermosear el paisaje. Impulsó la introducción del eucaliptus en las carreteras, pues consideraba que era la especie más adecuada para su arbolado después de haber experimentado distintos tipos.

En la primera junta directiva de la Sociedad Científica El Museo Canario fue designado vicepresidente primero; su tío Manuel de León y Falcón lo acompañó como primer vocal. La revista de la institución publicó su informe titulado «Observaciones sobre la importancia de la arenisca que se encuentra en esta Isla, y la relación que existe entre la misma arenisca y las dunas que siempre la acompañan». Dos de sus hijos, Germán, ingeniero militar, y Luis, también fueron socios. Luis, tercer marqués del Muni, es bisabuelo del actual alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida.

La Sociedad Científica El Museo Canario custodia, como elemento destacado de su valioso archivo, la colección documental Juan de León y Castillo. Está integrada por numerosos expedientes generados por su actuación como ingeniero e incluye los relativos a su labor como proyectista de carreteras y puertos, preferentemente en la isla de Gran Canaria. Asimismo, El Museo Canario conserva, dentro de su variada colección fotográfica, una placa de vidrio realizada por Luis Ojeda Pérez que representa a D. Juan en su ancianidad. Ese retrato ha servido como modelo para otros artistas, como es el caso del óleo de Santiago Tejera Quesada perteneciente también a la centenaria institución.